Nicaragua
Empieza la cuenta regresiva
Quien llegue a la meta como ganador consumirá sus cinco años de gestión en sentar las bases para que el país salga de la crisis. Y como no hay muchos recursos, las bases son honestidad y eficiencia en su administración. Y sobre todo, capacidad para movilizar a la población para que participe en la gestión.
Equipo Nitlápan-Envío
El 2 de agosto se inició oficialmente una de las campañas electorales más largas de América Latina: 75 días. Extraoficialmente, la campaña -en el caso de varios de los partidos más relevantes- empezó hace más de un año. Al iniciarse la cuenta atrás de los comicios, los problemas técnicos empiezan a mostrar cada vez más claramente su dimensión política. Y el ambiente sigue polarizado. Dos tercios de quienes dicen por quién votarán se apuntan a los liberales de Alemán (40%) o al FSLN (30%), según la última encuesta, hecha pública en julio.
Los restantes 22 partidos o alianzas puntean muy poco. Varios de ellos -con más presencia, organización o recursos- se disputan encarnizadamente el tercer lugar. "Barrer" en ese tercer lugar -que también se ha dado en llamar "centro"- resultará estratégico a la hora de una posible segunda vuelta para el Ejecutivo, con la que casi todos cuentan.
Por liderazgos y no por programasTodo indica que la mayoría de la población votará por liderazgos y no por ideologías -totalmente difusas en la contienda- o por programas, que apenas se conocen, y que cuando se conocen tienen importantes vacíos en sus propuestas económicas, las más trascendentales para que las cosas "cambien". En el caso de los liberales, Alemán ostenta un claro liderazgo personal. En el caso del FSLN, aunque Daniel Ortega tiene también ese tipo de liderazgo, es mucho más sustantivo el liderazgo que conserva el partido rojinegro.
La exclusión de la contienda electoral de Haroldo Montealegre, candidato de los liberales del PUL, es otro hito en el desmoronamiento del ansiado y disputado "centro". La inhibición dictada contra Montealegre, que sigue a las que afectaron a Antonio Lacayo (PRONAL), Alvaro Robelo (Arriba Nicaragua) y Edén Pastora (PAD), fortalece la dinámica bipolar de las elecciones y coloca en mejor posición de terceros a otros grupos con planteamientos centristas, especialmente a la alianza UNO 96 (Alfredo César), al MRS de Sergio Ramírez o a los conservadores de Noel Vidaurre.
FSLN: denuncias vs. CSETodo parecía en calma al iniciarse la campaña. Pura apariencia. Lo que parece un camino estable -aun con baches- se puede transformar en horas en un pantano donde cualquiera se hunde. Siete días después del tiro de salida en la carrera, varios de los partidos del "centro" proponían postergar en dos o tres semanas la fecha de las elecciones. Y el FSLN amenazaba por primera vez con retirarse del proceso electoral.
Los partidos se quejan de graves atrasos que los afectan: la campaña se ha iniciado sin que esté publicado el listado final de candidatos -los procesos para inhibir candidatos han sido lentos y no estarían aún concluídos-, sin que los medios hayan establecido tarifas y espacios para la propaganda y sobre todo, sin que se les haya entregado un centavo para su campaña. Se calcula que con estos fondos estatales que la ley les asigna para que hagan propaganda, los partidos cubren entre el 25 y el 50% de sus gastos de campaña. Para los partidos del "centro" presentarse con una buena campaña es cuestión de vida o muerte, lo que no tiene la misma trascendencia para los liberales o para el FSLN.
Ninguno de los retrasos se debe puramente a razones técnicas. Una espesa maraña política está mezclada en todos ellos, especialmente en el de la asignación de fondos a los partidos, cuyo monto el Ejecutivo ha buscado vincular a la solución de otros temas polémicos: nueva Ley Tributaria, 6% para las universidades, elecciones de magistrados a la Corte Suprema y hasta a la elección para el nuevo cargo de Procurador de Derechos Humanos.
El FSLN no plantea retrasar las elecciones. Amenazó con retirarse de ellas. Pero no por ninguna de estas razones, que también le afectan, sino por otros motivos. El 9 de agosto, el FSLN hizo pública una protesta oficial por la "parcialidad" y "pasividad" en las actuaciones del Consejo Supremo Electoral (CSE). Parcialidad al inhibir a unos candidatos y a otros no (varios liberales alemanistas han sido impugnados por tener otra nacionalidad y no se les ha excluido y al mismo Alemán se le ha impugnado infructuosamente por no haber renunciado a tiempo a su cargo de concejal de Managua). Parcialidad en la elección de los presidentes departamentales del CSE (hay liberales del PLC al frente del CSE en Managua, Matagalpa y Jinotega, donde se concentra el 42% del electorado, mientras al FSLN sólo se le dieron las presidencias en León, Río San Juan y RAAS, donde está el 11%. Al MRS, las de Masaya, Carazo y Granada: 14% del electorado). Pasividad al no responder a denuncias hechas contra los liberales, que han asesinado a varios miembros del FSLN al grito de "¡viva Alemán!", que en Jinotega cedularon fraudulentamente, que en varios lugares han sido descubiertos comprando libretas cívicas o que en Managua intentaron, contra la ley, introducir material de propaganda electoral donado por Taiwán. Los sandinistas tienen un largo listado de irregularidades no atendidas.
El "boletazo"La gota que colmó el vaso fue la decisión del CSE de encargar la impresión de las boletas electorales a INPASA, la empresa que hizo la oferta más cara, desconociendo otras dos ofertas más baratas, una de ellas la de "El Amanecer", imprenta propiedad del FSLN, de reconocida calidad y que ya había realizado varios trabajos para el CSE. La Contraloría General de la República -revitalizada y relegitimada desde que la preside Agustín Jarquín- había recomendado al CSE que contratara la elaboración de las boletas a la imprenta que ofreciera los menores costos.
Las irregularidades -y las especulaciones- que rodearon el llamado "boletazo" transformaron durante varios días el camino electoral en una ciénaga. La decisión del CSE aparece motivada por criterios políticos más que técnicos. Y por eso, ha restado credibilidad a este Poder del Estado, que goza de tanta credibilidad y que tanto se legitimó al inhibir al poderoso Antonio Lacayo, lo que a todos parecía un imposible político.
El FSLN, y el inhibido Montealegre, explican las polémicas actuaciones del CSE por una secreta alianza que se habría ido forjando entre Arnoldo Alemán y Sergio Ramírez. Rosa Marina Zelaya, Presidenta del CSE, pertenece al MRS y su esposo, el abogado Jorge Samper, es el primer candidato a diputado por el MRS en Managua y es jefe de campaña de Sergio en la capital. Según el FSLN, Samper tendría intereses en INPASA.
Todo es posible¿La alianza? Pragmática. Resignados todos a la victoria de Alemán en el Ejecutivo, Sergio Ramírez trataría ahora de hacerse con el "centro" político. Desde él, y mostrándole a Alemán que tiene control del CSE, garantizaría a la vez la victoria de Alemán y una derrota del FSLN, especialmente controlando al sandinismo en la futura Asamblea Legislativa. Entre 1990 y 1994, Sergio Ramírez demostró una inmensa habilidad política en la Asamblea, a la que fortaleció notablemente con las reformas constitucionales, fortaleza que hasta ahora no ha podido apenas percibirse a consecuencia de la Ley Marco, acordada entre Ejecutivo y Legislativo, pero que expirará en el próximo gobierno.
Todo es posible. El panorama es demasiado complejo y muy extraños intereses se entrecruzan. A estas alturas, no es realista afirmar que exista alguna empresa del país tras la cual no haya intereses políticos. O creer que tras cualquiera de los candidatos no estén en juego intereses económicos.
El temor del FSLN a que Alemán logre capitalizar los votos de los candidatos inhibidos e incluso pueda ganar en la primera vuelta, alcanzando el 45% de los votos que para ello se requiere, se fundamenta en los resultados de la última encuesta de Borge y Asociados, que muestra a Alemán con un 40% de intención de voto, aunque también muestra que Daniel Ortega es el candidato presidencial que ha registrado en los últimos dos meses el mayor avance relativo en las preferencias electorales: por primera vez aparece captando el 30% de la intención del electorado.
19 de Julio: 17 años despuésEl FSLN inauguró su campaña electoral con la celebración del 17 aniversario del triunfo de la revolución. La multitud que llegó a la plaza esa mañana es la más grande que el sandinismo ha logrado convocar desde aquel histórico 21 de febrero de 1990, en el cierre de una tensa campaña electoral. El acto se distinguió por ser una prueba más del esfuerzo que está haciendo el FSLN por presentarse con una nueva imagen de fuerza política madura y renovada que garantizaría, si llega al poder, la reconciliación y la estabilidad nacional. Esta imagen se expresa también en sus mensajes a través de los medios de comunicación y en las declaraciones y presentaciones públicas de sus candidatos.
Por primera vez en la historia de los actos del 19 de julio, Daniel se presentó al lado de su esposa Rosario Murillo y algunos de sus hijos. Los comandantes sandinistas -incluyendo a Humberto Ortega- abandonaron el verde olivo y las consignas con alusiones a la tradición guerrillera del FSLN. A Estados Unidos Daniel se refirió como al "gran vecino", con quien el FSLN "está listo a seguir trabajando en un marco de respeto, de igualdad y de justicia". Hubo camisas y gorras blancas, y palomas y flores lanzadas a los aires.
En su discurso, Ortega volvió a llamar a la "unidad nacional" contra lo que denominó el "proyecto liberal-somocista" de Arnoldo Alemán. Y propuso un pacto de ética que incluya el compromiso de aceptar los resultados electorales de octubre, del que el Cardenal Obando sería el garante. El significado concreto de este llamado a la unidad nacional se despejó con más claridad con el discurso del ganadero Juan Manuel Caldera, candidato a la Vicepresidencia de la República por el FSLN.
"Muchos de nosotros nos peleamos con el Frente -dijo Caldera en su discurso en la plaza-, muchos sandinistas se pelearon con nosotros. Nos peleamos por la propiedad, por la riqueza. Nos peleamos por la represión económica. Yo fui confiscado por el gobierno sandinista. Pero los nicaragüenses no podemos vivir del pasado. Tenemos ahora la imperiosa necesidad de reconciliarnos y olvidarnos de los resentimientos de clases sociales del pasado... Nicaragua es una madre que está enferma y necesita que todos sus hijos produzcan. Porque sólo la producción nos hará libres."
Caldera -que, por varias razones, positivas y negativas, es como una versión en masculino de Violeta Chamorro en la campaña del 90- se autodefinió como no-sandinista y propuso una alianza entre el capital productivo del país y el FSLN. "El gobierno de la alianza entre productores y sandinistas -especificó- no es un gobierno para condonar deudas. Será un gobierno para facilitar que los productores tengamos capacidad de pago y rentabilidad en nuestra actividad productiva para poder cumplir nuestras obligaciones comerciales y bancarias." Los sandinistas confían en esta alianza para darle la batalla a los liberales y captar la mayor cantidad de votos rurales.
"La Providencia nos dio el centro"El 19 de julio la plaza estaba repleta de jóvenes de los barrios de Managua y de otras zonas del país, índice de que el FSLN ha logrado renovar su base popular en un numeroso segmento de electorado, afectado seriamente por el desempleo y por la falta de oportunidades de vivir dignamente. Lo que el FSLN promete en su campaña -trabajo, educación y salud para todos: "esas cosas buenas van a volver", dice la propaganda sandinista- tiene gran eco en los sectores más empobrecidos de la población, que en los años 80, y a pesar de la guerra, tuvieron sin lugar a dudas la educación, la salud, el empleo y las esperanzas que hoy no tienen.
Con la estrategia de moderar el discurso y de promover la unidad nacional ("Daniel: el gobierno de todos", dice la cuidada y excelente propagada del FSLN), los sandinistas están planteando, de hecho, una alternativa "de centro". De centro-izquierda más exactamente. "Aquí -dijo Daniel en la celebración del 19 de julio- todos los otros partidos han andado buscando el centro. Pero la Providencia le dio el centro al Frente Sandinista." Se refería a que, en el sorteo de los lugares que cada partido ocupará en la boleta electoral, correspondió al FSLN la casilla 12, en el centro de las 24 que llevará la boleta. "Somos -dijo Daniel- el punto de convergencia para que vengan a nosotros los votos de todos los nicaragüenses. Como decía Sandino: `Ni extrema derecha ni extrema izquierda. Frente Unico es nuestro lema'. Y Frente Unico es el lema del Frente Sandinista de Liberación Nacional."
Guadamuz: la contradicciónLa propuesta centrista del FSLN no deja de tener contradicciones teóricas y prácticas, si se considera la arraigada ideología excluyente de los años 80 y el doble discurso de estos años chamorristas. De momento, en la campaña, la mayor contra- dicción que hoy tiene el FSLN con esta estrategia es la controversial candidatura a la Alcaldía de Managua del director de la popular Radio Ya, Carlos Guadamuz.
Guadamuz es el prototipo del líder sandinista que ha forjado su indiscutible base de apoyo popular a partir de un lenguaje confrontativo y populista, por cierto muy similar al que ha forjado la amplia base de apoyo popular con la que cuenta hoy Arnoldo Alemán. Lo cierto es que, a pesar de todos los intentos para impedirlo, Guadamuz obtuvo una arrolladora victoria en la Consulta interna realizada por el FSLN en febrero, y esto hizo crecerse a "la fiera" contra la "que no puede cualquiera", como canta su propaganda.
A lo largo de estos años, Guadamuz ha causado un conflicto tras otro con sus alegatos radiales. En julio, y después de ácidas críticas a la dirigencia del FSLN por no apoyar su campaña para la alcaldía, Guadamuz se negó a transmitir por Radio Ya el acto del 19 de julio, lo que generó un grave conflicto interno en el FSLN, que requirió de una reunión de urgencia y de la intervención directa de Daniel Ortega. Contra la opinión de toda la dirigencia sandinista -algunos de cuyos miembros plantearon no sólo que se le apartara de la candidatura sino que se le expulsara del FSLN-, Daniel, decidió darle "una última oportunidad" a quien en los 70 fue su compañero de cárcel. Guadamuz pidió perdón en la reunión y se comprometió públicamente a deponer su permanente actitud confrontativa. Casi nadie en el FSLN cree que esto sea posible, dada su personalidad y trayectoria. Y el problema queda abierto. Este tipo de conflictos muestra la fragilidad que atraviesa el esfuerzo sandinista de presentarse con una nueva imagen para captar un mayor caudal electoral frente a los liberales, tanto o más confrontativos que Guadamuz en muchos de sus personajes claves.
Los del "centro"El ascenso, aunque modesto, del FSLN contrasta con la frialdad de la población ante los partidos que se disputan el "centro". Estos han sido incapaces de formular un mensaje atractivo y coherente. Sergio Ramírez, en el MRS -la clave de su oferta electoral es el establecimiento de un verdadero Estado de Derecho- no ha logrado romper con la percepción popular de que no ofrece nada muy diferente al FSLN. Alfredo César, en la UNO 96, tiene un mensaje que no impacta suficientemente a nivel popular. Ultimamente, ofrece conseguir 150 millones de dólares extra para reactivar la economía con créditos al sector privado. Se habla de que es el candidato visto como más "potable" por quienes en Washington aún se interesan por los avatares políticos nicaragüenses.
Igual frialdad causan los nuevos candidatos políticos. El conservador Noel Vidaurre enfatiza en su campaña su honestidad personal, pero a pesar de la campaña millonaria que lo promueve no ha tenido eco. Tal vez le hubiera convenido más poner el acento en que representa la tradición del Partido Conservador, capitalizando así las viejas redes de apoyo -sobre todo rural- de ese partido histórico. También en el "centro", el PRONAL parece irrecuperable tras la salida del juego de Antonio Lacayo. Su reemplazo, el empresario Benjamín Lanzas, no tiene ninguno de los rasgos del discutible carisma del yerno de la Presidenta.
Las reglas del juegoEn las promesas de todos los candidatos se parte del falso supuesto de que los recursos existentes son suficientes para afrontar los gastos y de que los cambios políticos que se logren pueden reactivar rápidamente la producción. Con una buena asignación de los recursos se promete lograr en los primeros dos años de gobierno resultados tangibles y contundentes, sin abandonar la estabilidad de precios. Esto no es posible. El "centro" califica de propuestas extremistas la de los liberales -por la derecha- y la del FSLN -por la izquierda-. Pero los condicionamientos externos de la política económica moderarán -y están moderando ya- cualquier extremismo real o voluntaristamente pretendido.
Arnoldo Alemán, el candidato favorito en todas las encuestas, manifestó, en sus primeras declaraciones sobre el tema macroeconómico, que daría continuidad a la política de deslizamiento cambiario del actual gobierno. Esta declaración es una aceptación tácita de las reglas del juego fijadas por los organismos internacionales a quien se haga cargo del futuro gobierno. La realidad es que los liberales y los sandinistas se han cuidado mucho de cuestionar estas reglas de juego y tienen pro- puestas muy similares para enfrentar el problema económico del país. En las zonas rurales, el eje común de ambas campañas es la ampliación del crédito agropecuario y la reorientación de la banca estatal hacia los pequeños y medianos productores. Tanto los liberales como el FSLN prometen también acabar con los cobros que exige "la Cobra".
En sus primeras movilizaciones -Wiwilí y Matiguás- oficializada ya la campaña, Alemán ha empezado a prometerle a los beneficiarios de la reforma agraria del gobierno sandinista y del gobierno Chamorro que respetará y legalizará sus propiedades. Los liberales quieren neutralizar la percepción generalizada entre estos beneficiarios de que un gobierno liberal los expulsará de sus tierras para devolverlas a sus antiguos dueños. Al mismo tiempo, Alemán le ha dejado a su candidato a Vicepresidente, Enrique Bolaños, la tarea de calmar a sus colegas confiscados con la promesa de una jugosa compensación por sus propiedades perdidas. Los liberales saben que la contrarreforma agraria se está produciendo ya y bastante de prisa, por la vía del mercado -ver artículo en este mismo envío- y que no vale la pena correr con el alto costo político que representaría iniciar un conflictivo proceso de devolución de propiedades por la vía de la coerción estatal.
Para el FSLN la tarea es otra. Debe convencer el grueso del campesinado de que la guerra y la estatización de la comercialización y la producción agropecuaria no volverán. Corresponde a Juan Manuel Caldera, no-sandinista y ex-confiscado en los 80, el intentar crear una imagen diferente del sandinismo en el campo. La tarea no es nada fácil, porque las encuestas muestran que en Jinotega, Matagalpa, Boaco y Chontales, la intención de voto a favor de Alemán es el doble de la que se inclina por Ortega.
Liberales y FSLN: recetas comunesLiberales y sandinistas tienen también una receta común para combatir el desempleo que afecta, sobre todo, a la población de las principales ciudades del país: un programa de inversiones públicas en infraestructura. Ambos encuentran eco porque tienen experiencia en la ejecución de este tipo de programa: Alemán lo hizo al frente de la Alcaldía de Managua y el FSLN lo hizo durante su gestión gubernamental.
La única diferencia sustantiva entre las propuestas de ambas campañas ha sido el énfasis que hace el FSLN sobre el acceso de los más empobrecidos a servicios de educación y salud gratuitos. El FSLN promete resolver este problema recordando que ya lo hizo en los 80. Los liberales han ignorado prácticamente el tema y de ganar las elecciones, es probable que continuarían con la gradual privatización de los servicios sociales iniciado por el gobierno Chamorro con el respaldo del Banco Mundial. La más reciente señal de que los liberales darían continuidad a la política social del gobierno actual fue el voto de sus diputados en la Asamblea Nacional, favorable al veto hecho por la Presidenta, que rechaza la asignación del 6% del presupuesto nacional a las universidades.
La única fórmulaLas promesas de expansión del crédito agropecuario, de inversiones en infraestructura y de ampliación del gasto social están en abierta contradicción con el respeto a las reglas del juego fijadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para Nicaragua en el acuerdo ESAF. Por otro lado, un más extendido acceso al crédito tiene a corto plazo un serio obstáculo porque la red de sucursales y agencias rurales del Banco Nacional de Desarrollo han sido ya desmanteladas por el actual gobierno. Además, el banco se encuentra en virtual quiebra financiera por la falta de recuperación de los créditos otorgados preferencialmente a los grandes productores del país. Y estos productores privilegiados tendrían una gran capacidad de negociar a su favor con el nuevo gobierno, sea liberal o sea sandinista, por sus estrechos vínculos con ambos grupos. De fondo, está una meta muy difícil de cambiar: los organismos internacionales de financiamiento quieren ver privatizada la banca estatal y probablemente incluirán esta medida como una de las condiciones que tiene que cumplir Nicaragua para acceder a futuros préstamos.
Un programa serio de inversiones públicas supondría a corto plazo una ampliación del déficit fiscal y los organismos internacionales no están dispuestos a tolerarlo. Igual situación se daría con la ampliación del gasto social en el caso de que los sandinistas llegaran al poder. La única fórmula que resolvería estas contradicciones sería una drástica reducción del gasto militar y el poner en verdad un punto final a la extendida corrupción gubernamental, separando realmente los intereses nacionales de los intereses de los grupos económicos que tan privilegiadamente han sacado ventaja del ajuste económico. La fórmula debe contener también una verdadera reforma tributaria, donde paguen más los que tienen más y por eso, tienen mayor responsabilidad social.
Dos retos: la gente y la deudaPero no sólo es cuestión de dinero. Un gran reto es motivar a la gente. La ampliación de la cobertura y de la eficiencia de los servicios sociales se facilitaría notablemente si se lograse movilizar masivamente a la población para que, con mecanismos adecuados, participara protagónicamente en estas tareas. Igual sucedería en el caso de las inversiones públicas si éstas se canalizan hacia la infraestructura comunal y la vivienda popular. Los liberales tienen capacidad de movilizar a su gente. El FSLN tiene aún más y cuenta con la probada experiencia de los años 80. El desgaste ético de muchos dirigentes de ambos grupos políticos y una polarización post-electoral pueden empañar cualquier esfuerzo en este sentido.
Y otro descomunal reto del próximo gobierno es el de renegociar la enorme deuda externa, que asfixia cualquier posibilidad de recuperación del país. Ningún candidato menciona este intrincado tema, aunque es vital. El monto actual de la deuda es, a pesar de todo lo que ha hecho el gobierno, de aproximadamente 10 mil millones de dólares, ($2,474 per cápita), la misma cantidad que adeudaba Nicaragua al tomar el poder Violeta Chamorro. La deuda actual representa más de 5 veces el PIB de 1995, lo que coloca a Nicaragua, según las clasificaciones del FMI a la par de países tan insostenibles como Burundi o Mozambique. Las reducciones del monto de la deuda que el gobierno ha ido logrando en los últimos años han sido nulificadas por la contratación de nuevos préstamos.
A corto plazo, el problema más urgente para el nuevo gobierno será la reestructuración del pago priorizado de 300 millones de dólares anuales a los que Nicaragua está comprometida ya en concepto del pago del servicio de la deuda para el período 1997-2001. No habrá mayores recursos ni para crédito agropecuario ni para inversión pública ni para ningún gasto social mientras un país, ya anémico, no se libere de esta permanente hemorragia de su economía nacional.
Lo que está claro es que ni en el tema de la deuda ni en otros graves desafíos económicos, habrá soluciones rápidas. La fuerza política con que se gane y el grado de confianza que genere el ganador serán determinantes. Sólo un gobierno con consenso nacional y con capacidad para defender la soberanía del país podrá enfrentar tantos desafíos. Y la realidad es que cualquiera de los ganadores consumirá todos sus cinco años de gestión sólo en sentar las bases de honestidad, de eficacia y de capacidad de movilización popular que son necesarios para resolverlos.
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