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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 306 | Septiembre 2007

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Nicaragua

Organizando el puzzle internacional

Las relaciones de Nicaragua con el resto del mundo no son hoy exactamente las mismas que en los dos gobiernos liberales que precedieron al gobierno del FSLN. Agosto fue pródigo en piezas para el puzzle que Daniel Ortega está armando. ¿Qué diseño tiene ese puzzle, qué imagen espera formar el gobierno como resultado?

Equipo Nitlápan-Envío

En la madrugada del 4 de septiembre el huracán “Félix”, categoría 5, entró implacable por Sandy Bay con vientos de hasta 270 kilómetros por hora arrasando ese poblado y provocando un colosal desastre en las poblaciones cercanas, en Bilwi, en los Cayos Mískitos y en toda la Costa Caribe Norte de Nicaragua, una de las regiones más ricas en recursos del país y una de las más empobrecidas por su abandono secular.

Más de 50 mil damnificados, el 90% de las viviendas de Puerto Cabezas (Bilwi), Bismona, Sandy Bay, las Minas... sin techo, todos los servicios básicos colapsados durante varios días, la escasa infraestructura -caminos, carretera, muelle- hecha trizas, comarcas siempre inaccesibles inundadas, con cosechas y animales que se llevaron las aguas de ríos desbordados. Decenas y decenas de muertos y desaparecidos y pérdidas materiales incalculables.

Más allá del asistencialismo inicial de los teletones y las colectas, cuántos recursos habrá que mover para devolverle a esta extensa región de Nicaragua su “antes” del Félix, aún sabiendo que ese “antes” era escandaloso, inaceptable. Lo peor es que, con tanto abandono acumulado y con los horrores que nos depara el cambio climático, el desastre volverá a repetirse, cada vez con mayor frecuencia, cada vez con mayor intensidad.

A TODA COSTA

En estos tiempos de globalización y de integraciones geopolíticas, la Costa Caribe sigue sin estar “integrada” a Nicaragua. Es “otro mundo”. El huracán “Félix” mostró, una vez más, en la pantalla nacional y en las pantallas internacionales, la fragilidad de ese mundo, tan cercano geográficamente, tan lejano aún en la conciencia y en las políticas públicas.

Mientras nos tocará reflexionar, una vez más, sobre esta injusticia histórica, sobre el desastre social que el desastre natural nos revela, el gobierno Ortega-Murillo sigue organizando su integración con el resto del mundo, encajando unas y otras piezas de su puzzle internacional. Quitando unas, poniendo otras, moviendo varias.

Apoyado en la sólida retaguardia que espera de la colaboración de Venezuela, el gobierno busca a toda costa condiciones más ventajosas para sus prioridades nacionales y redefine su relación, tanto con la cooperación del Norte como con las transnacionales del Norte que controlan sectores considerados estratégicos. Y abre nuevas relaciones.

DISPUTA POR EL COMBUSTIBLE

Las piezas de Venezuela son las más numerosas y apreciadas del puzzle. Además de garantizar suministro de petróleo a Nicaragua a precios favorables -aunque eso no está significando que el combustible haya bajado de precio a la gente, sino que continúa subiendo, al ritmo de las alzas del mercado mundial-, el gobierno de Hugo Chávez ha hecho muchas promesas -refinería, petroquímica, varias fábricas, créditos, una carretera para unir la hoy destruida Bilwi con el Pacífico-, promesas que aún no se ven cumplidas o avanzan a un ritmo lento y burocrático.

En enero, tras el acceso al gobierno de Daniel Ortega, el Presidente Chávez anunció que Nicaragua tendría asegurados combustibles venezolanos para los próximos cien años. Si la deuda con Venezuela por el muy flexible pago de la mitad de estos suministros se refleja en el Presupuesto nacional o si la maneja a su entera discreción el gobierno ha sido objeto de candentes e inconclusos debates en el Parlamento.

Está claro que el objetivo del gobierno es evadir la inclusión del aporte venezolano en el Presupuesto nacional, en donde existiría un control que Ortega rechaza. Para eso, el gobierno creó en julio una empresa privada, ALBANISA, que comercializará el combustible venezolano. Está claro también que la sociedad civil organizada, la oposición, los medios y el FMI seguirán insistiendo en que todo el aporte venezolano se transparente en el Presupuesto.

Mientras esta sustantiva contradicción se aclara, el problema inmediato y urgente para el gobierno era otro: los combustibles venezolanos llegaban al puerto de Corinto y el gobierno no tenía capacidad de almacenarlos en los tanques de la empresa estatal Petronic. A toda costa, por la fuerza, decidió resolver este problema.

OPERATIVO CONTRA LA ESSO

Al atardecer del viernes 17 de agosto el gobierno actuó. Cuántos “golpes” políticos suceden en Nicaragua los viernes al ponerse el sol merece ya elaborar una lista. Ese día, una jueza de Chinandega, apoyada por la Policía Nacional, y sin notificación previa a la empresa, embargó uno de los planteles que en el puerto de Corinto tiene la transnacional Esso Standard Oil, entregándolos a autoridades de Aduanas. De inmediato, técnicos de Petronic ingresaron al plantel y comenzaron a hacer trabajos de ajuste en tuberías y tanques de almacenamiento. Desde hacía varios días un buque venezolano aguardaba en el puerto sin poder descargar el combustible que traía. En los días siguientes lo descargó en los tanques intervenidos.

Aunque muy pronto se hizo diáfana la intención de la “ocupación”, en los primeros días de la operación -que causó conmoción nacional e internacional-, los funcionarios del gobierno argumentaron que estaba motivada porque la Esso debía unos 3 millones de dólares en impuestos y el embargo era para exigirle judicialmente su pago. El Presidente Ortega se distanció de lo que él mismo, sin duda, había ordenado, declarando escuetamente que sólo se trataba de un asunto “del poder judicial”.

AL BORDE DE ABISMOS

Días después, y de a poco, el Ministro de Energía, el asesor económico de Ortega, Bayardo Arce y otros altos funcionarios, fueron “confesando” el verdadero motivo: la Esso tenía siete tanques vacíos desde hace 15 años en el puerto y se negaba a “colaborar” -prestándolos, cediéndolos, arrendándolos, ¿vendiéndolos?- al gobierno para almacenar el combustible venezolano.

Esto pudo haberse explicitado y resuelto con una ley de emergencia energética presentada por el Ejecutivo a la Asamblea Nacional para su aprobación con carácter de urgencia. El Código Tributario obliga al sigilo fiscal garantizando que no se ventile en público el cobro de impuestos, y se entiende que el cobro de impuestos no pagados no debe ser usado como arma en ninguna negociación.

Pero el gobierno Ortega-Murillo no confía en la institucionalidad de la Asamblea, cumple a discreción con la legalidad vigente y, a pesar de que ponía en juego la credibilidad de varias instituciones públicas, decidió resolver la urgencia que tenía a su estilo. Es talante y estilo del FSLN, tanto fuera del gobierno como ahora instalado ya en él, el provocar y provocar hasta llevar las situaciones a punto de estallido, para después negociar al borde del abismo. Eso se repitió con la Esso.

Esso, la corporación transnacional más grande del mundo, con 80 años de presencia en Nicaragua, que controla un 50% de la distribución y comercialización de combustibles en el mercado nacional y es dueña de la única refinería del país, negó en todo momento que debiera impuestos al Estado y exigió la devolución del plantel de su propiedad. “Las leyes se cumplen, no se negocian”, insistían. Tuvo acceso al plantel intervenido hasta una semana después de la ocupación y tres semanas después de ésta, el 7 de septiembre -cuando cerramos este número de Envío- el conflicto seguía sin resolverse.

ESSO Y ÉSTOS SUBESTIMARON

El combustible es un recurso estratégico para que Nicaragua funcione. También lo es la distribución de la energía eléctrica, que se nutre de combustible en el 80% de la generación nacional.

El gobierno Ortega-Murillo también elevó a punto de estallido sus contradicciones con la transnacional española Unión Fenosa, distribuidora de la energía eléctrica. En este caso la sangre no llegó al río porque los gerentes de Unión Fenosa son nicaragüenses, puestos en esos cargos por el poderoso grupo Pellas, que conocen a fondo la realidad política del país, los estilos y talantes del FSLN, y con quien el actual gobierno mantiene buenas relaciones. Además, en el caso de Unión Fenosa la embajada de España estuvo y ha estado siempre directamente vinculada al curso de las negociaciones entre el gobierno y la transnacional.

En el caso de la Esso no fue así. Por una parte, la reacción de la embajada de Estados Unidos -aunque respaldó a la Esso enseguida que estalló el conflicto- mostró que no existía una estrategia consensuada con la transnacional. Además -y aún más significativo-, una nueva gerencia de Esso en Nicaragua llegó al país en 2006, y, acostumbrados a trabajar con las reglas con las que operan en otros países latinoamericanos, subestimaron tal vez las consecuencias que tendría el negarse a facilitar los tanques vacíos de su propiedad privada para almacenar otro petróleo que no fuera el que ellos comercializan.

No esperaban a un gobierno que los sentara a la mesa de negociaciones de esta forma y dispuesto a todo. Subestimaron el estilo de este gobierno en un país como Nicaragua, considerado seguramente para los enormes intereses de esta transnacional, como irrelevante y poco problemático.

También subestimó el gobierno el altísimo costo político que ha pagado por esta operación de fuerza: Nicaragua ha bajado sensiblemente en todos los rankings que miden la seguridad que para las inversiones tiene un país. La intervención de la Esso es una señal más del gobierno: las transnacionales que proveen servicios básicos a la población o colocadas en sectores estratégicos están en la mira y la maquinaria institucional les mostrará los dientes. ¿A quién más se los mostrarán? ¿Es ésta una señal para otras empresas, para otros inversionistas? ¿Nos imaginamos al gobierno Ortega-Murillo haciendo algo similar a una empresa maquiladora taiwanesa o estadounidense? Seguramente no. Desde el comienzo del gobierno, en éste y en otros terrenos, va quedando claro que la proclamada “reconciliación”, al igual que los antagonismos, serán selectivos.

EL FMI ESTÁ CALLADO

Armando las piezas de su puzzle, al otro sector del Norte capitalista al que el gobierno quiere forzar a toda costa a negociar es al de la cooperación externa.

El gobierno se esfuerza en demostrar a la comunidad cooperante -y de paso, a la comunidad nacional, a pesar de que no nos ha facilitado ninguna información del proceso, mucho menos que la haya consultado o debatido- que las negociaciones con el FMI avanzan sin mayores dificultades. El gobierno anuncia que ya está suscrita la Carta de intenciones y enviada a Washington y se ufana de la flexibilidad del FMI, que estaría entregándole a Nicaragua 18 millones de dólares más de lo previsto. El Presidente del Banco Central, Antenor Rosales, habla de una firma inminente del acuerdo con el FMI para los próximos tres años. Pero, ante todas estas declaraciones, el FMI no ha dicho aún una sola palabra.

Es tan previsible que el FMI no rechace la propuesta de Nicaragua como que continúe exigiendo más claridad sobre los montos derivados del suministro de combustibles venezolanos y sobre cómo va a afectar al endeudamiento externo del país esa transacción comercial, por más favorables que sean sus términos a la luz del ALBA. También exigirá claridad sobre el programa de inversiones públicas para los próximos años y sobre los recursos con que el gobierno piensa financiarlas.

“¿DÓNDE ESTÁN
LOS ESTADOS UNIDOS?”

La pieza estadounidense se pone, se quita, se mueve. La cooperación que el gobierno Ortega-Murillo recibe de parte del gobierno de Estados Unidos es permanentemente vilipendiada en los prolongados, erráticos, siempre polarizantes y aburridísimos discursos del Presidente Daniel Ortega.

El proyecto emblemático de desarrollo de Estados Unidos en Nicaragua es la Cuenta Reto del Milenio, que se ejecuta desde el año 2005 en León y Chinandega y que culminará en 2011 tras la inversión de 175 millones de dólares en programas de desarrollo económico para erradicar la pobreza. La Cuenta está teniendo un impacto considerable en Occidente, en León y Chinandega, histórico bastión sandinista. El gobierno lo percibe como competencia porque no tiene recursos similares para sus programas de desarrollo rural.

El conflicto con esta iniciativa estadounidense se hizo público en la celebración del 19 de Julio, cuando el Presidente echó en cara al gobierno estadounidense su falta de colaboración en la crisis energética de Nicaragua -que provoca cortes de luz de más de cinco horas diarias en todo el país desde el mes de julio-. Dijo Ortega: ¿Dónde están los Estados Unidos? Están con un programa llamado del Milenio, que ya tiene milenios de estarse estudiando y diseñando, ya tiene milenios de tener unas directivas que están ganando grandes salarios, pero todavía no hemos visto resultados de ese Programa del Milenio. En cambio, de la solidaridad venezolana y cubana, sí ¡ya tenemos resultados!

La Cuenta del Milenio respondió con una ofensiva publicitaria en la que muestra a diario a los televidentes algunos de sus resultados.

¿RETÓRICA “INSIGNIFICANTE”?

El Presidente Ortega no sólo ha querido antagonizar a la Cuenta del Milenio. No desaprovecha ninguna ocasión para confrontar verbalmente a Estados Unidos. En este mes fueron tres las ocasiones más sonadas. El 13 de agosto, en el 27 aniversario de la Fuerza Naval de Nicaragua, calificó en su discurso de insignificante el atentado contra las Torres Gemelas de New York, al compararlo con las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos contra Hiroshima y Nagasaki.

Con esta comparación, Ortega reveló -nuevamente- una visión extremadamente superficial de la historia del mundo y, sobre todo, una apreciación ética de la violencia que es inaceptable en la figura de un mandatario. Hiroshima es condenable por las mismas razones que el acto terrorista del 11-S es condenable. La condena no tiene que ver con el número de muertos. La condena es válida porque se trata de actos en los que se destruyen vidas inocentes, vidas de civiles, para obtener “ganancias” o “ventajas” políticas. Los dos actos son terroristas de acuerdo a cualquier definición sensata de ese concepto.

Minimizar el atentado contra las Torres Gemelas, porque el número de muertos en ese atentado fue menor que el número de muertos causados por la violencia atómica desatada por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki es moral, ética y políticamente indefendible. ¿Minimizaría Ortega la brutalidad del régimen de los Somoza porque el número de asesinatos políticos y desaparecidos durante ese régimen fue menor que el de los gobiernos militares de Chile y Argentina en los años 70? ¿Es menor la gravedad de la intervención militar estadounidense en Nicaragua en la primera mitad del siglo XX que la actual ocupación militar estadounidense de Irak porque el número de muertos en el caso de Nicaragua fue menor?

Ese mismo día y en ese mismo discurso, Ortega puso en alerta a militares y policías por la colaboración que reciben de la DEA estadounidense, porque la DEA -dijo- tiene intereses insospechados que van más allá de la lucha contra el narcotráfico y no hay que ser ciegos con la DEA…¡y hay que hacer cruces con la DEA!. En los días siguientes, jefes militares y policiales destacaron la imprescindible colaboración que recibían desde hace años de la DEA.

El 1 de septiembre, en el 28 aniversario del Ejército, Ortega recriminó a Estados Unidos por entregar a la institución castrense nacional sólo chunches viejos.

REACCIÓN DE ESTADOS UNIDOS

Lo más curioso es que todos estos ataques verbales del Presidente, claramente provocativos y fuera de lugar, no reciben ninguna respuesta crítica de parte del embajador de Estados Unidos, tan celoso cuando Ortega estaba fuera del gobierno de “marcar territorio” frente a él. Trivelli no se altera, sonríe, recuerda que los equipos que dona Estados Unidos son nuevecitos y lamenta, con rostro calmado, lo que Ortega dice del atentado del 11-S.

Seguramente, “perro que ladra y no muerde”: las relaciones del gobierno Ortega-Murillo con Estados Unidos son excelentes en los temas realmente priorizados por Estados Unidos: cumplimiento del TLC y combate al narcotráfico, que estaba ganando cada vez más espacios en el país y en el sistema judicial que Ortega controla.

Seguramente, la ardida retórica contra el gobierno de Estados Unidos, haciendo a tiempo y destiempo evocaciones históricas sobre los filibusteros de Walker o acusando de terrorista al gobierno de Washington, no forman parte del puzzle internacional que arma realmente el gobierno del FSLN y sólo alimentan nacionalmente a la base sandinista, que se sigue cohesionando emocionalmente en torno a consignas, en las que el anti-imperialismo resulta esencial. Seguramente, esa retórica se dirige también a poner nervioso al antisandinismo, que imagina que provocará tensiones internacionales, temores que desvían la atención de temas nacionales de fondo.

Aunque también es posible que Ortega y sus asesores internacionales se equivoquen. Es posible que piensen que los problemas internos que atraviesa Bush en su gobierno, le ofrezcan a Nicaragua la oportunidad de atacar sistemáticamente a Washington sin provocar una reacción. Es lo que piensa Tomás Borge, embajador de Nicaragua en Perú. Según él, Bush está tan débil que no se atreve a responder a las provocaciones de Ortega.

Si Borge expresara el pensamiento y la visión del gobierno de Nicaragua podríamos estar en problemas. La debilidad de Bush es una debilidad interna. La fuerza de la política exterior de Estados Unidos no es proporcional a la fuerza del Ejecutivo. Hasta ahora, los ataques de Ortega contra Estados Unidos han sido irrelevantes, por su contenido y por la forma -teatral, folklórica- en que se han expresado. Pero si mañana Ortega decide pasar de lo trivial a lo serio, si sus ataques se convirtieran en una amenaza -real o imaginada-, descubrirá que la merecida impopularidad de Bush en Washington es una cosa y que el poder y los intereses de Estados Unidos son otra cosa.

Esto no significa que Nicaragua deba someterse a los Estados Unidos o renunciar a su soberanía. Significa simplemene que el mandatario de un país como Nicaragua debe saber evaluar la correlación de fuerzas internacionales dentro de las que opera. Ni la conducta de Ortega ni la de otros miembros de su gobierno demuestran que el FSLN entiende el marco de limitaciones y posibilidades internacionales en las que hoy se mueve Nicaragua.

TRENES QUE CHOCAN

El gobierno trata también de mover piezas en su puzzle internacional con la cooperación bilateral del Norte. Una buena cantidad de proyectos sectoriales de la cooperación que ya estaban acordados con el gobierno Bolaños en salud, educación y desarrollo rural están siendo cuestionados por las autoridades gubernamentales, que buscan imponer otras prioridades. Aunque esto no es tan público, las negociaciones gobierno-cooperación se han trabado, llegando incluso a provocar un “choque de trenes”.

Son lógicas las dificultades de ajuste propias de un cambio de gobierno, cuando cambia también el partido en el gobierno. Se hacen mayores los problemas por la insistencia del gobierno Ortega-Murillo en reorientar los recursos de la cooperación hacia sus prioridades con una mentalidad de “borrón y cuenta nueva”, queriendo obviar todos los acuerdos previos. Ante esto, el “tren” de la cooperación choca porque desconfía que el gobierno vaya a aprovechar de la mejor manera los recursos que se le entregan.

MUCHAS DESCONFIANZAS
Y UN RECLAMO

Entre otras cosas, la cooperación desconfía porque, además de los proyectos de desarrollo, también ha apoyado y ha insistido siempre en aspectos en que el gobierno Ortega-Murillo ha dado ya señales negativas: lucha contra la corrupción, institucionalidad, imparcialidad en el sistema de justicia. Desconfía también, más en la concreta, porque en todos los ministerios se han dado cambios de funcionarios que estaban al frente de proyectos, los que, a pesar de su experiencia y de su formación -financiada por la cooperación- están siendo sustituidos con criterios políticos por gente nueva y con escasa competencia. La cooperación no quiere arriesgarse, no quiere tirar recursos a un saco con agujeros.

Por otra parte, la cooperación no ha dejado de reclamarle al gobierno la urgencia de un espacio donde discutir los temas de la gobernabilidad -entre ellos, el polémico tema de la participación ciudadana y el de la equidad de género, lesionada gravemente con la penalización del aborto terapeútico-.

EL DILEMA ANTE
LA CONTRAPARTE

El gobierno tiene razón al querer sentar sus prioridades nacionales y tiene todo el derecho de que éstas no sean las del gobierno de Bolaños. Y como en el primer año de cualquier gobierno es cuando éste tiene más legitimidad, el gobierno quiere forzar a toda costa que los recursos de la cooperación del Norte se dirijan a sus prioridades y a proyectos diseñados según sus modalidades.

Un funcionario de la cooperación reconocía lo positivo de esto: Es bueno -decía- que esto nos pase, porque en el gobierno anterior hacíamos y deshacíamos como queríamos y ahora no, ahora tenemos contraparte. La contraparte, el gobierno, puede estar equivocada, pero es una real contraparte.

Pero esa contraparte firme que es el gobierno del FSLN puede estar subestimando las consecuencias de la contumacia con la que enfila su tren. Está subestimando la importancia que tiene para Nicaragua la cooperación del Norte. Por su parte -y así lo afirma Enrique Sáenz, Presidente del MRS y buen conocedor del mundo de la cooperación- los países donantes y cooperantes están hoy en un gran dilema: Si el gobierno no cumple con los compromisos contraídos, tendrían que paralizar algunos desembolsos y al final el afectado no será el gobierno sino la población. La alternativa es flexibilizarse y otorgarle al gobierno una total confianza, entendiendo que los compromisos no importan. Entre una confianza ciega en el gobierno y la rigidez está actualmente su dilema.

“NO DEJAMOS SOLA
A NICARAGUA”

Nicaragua es uno de los países del mundo que ha recibido más cooperación del Norte en los últimos treinta años. Y sigue siendo uno de los países más empobrecidos. ¿El saco tiene agujeros o realmente está roto del todo?

El choque de trenes con la cooperación bilateral europea puede provocar una reducción de los recursos invertidos, un involucramiento cada vez menor de Europa y Japón en el desarrollo nacional, una disminución de las magnitudes habituales de la ayuda, aunque tal vez no llegando al caso de Suecia, que en los próximos cuatro años saldrá totalmente del ámbito de la cooperación bilateral con Nicaragua, tanto en el financiamiento de proyectos sectoriales como en la ayuda directa que hacía al Presupuesto nacional. Este mes, Suecia anunció su retiro de Nicaragua, después de más de 30 años de una ejemplar solidaridad permanente con los tan distintos gobiernos de esos años. Razones de política interna sueca explican esta decisión.

Suecia se retira de otros 34 países con los que cooperaba. El nuevo gobierno sueco, conservador, priorizará la ayuda a los países más empobrecidos de África y a los más cercanos y estratégicos de la Europa oriental. En América Latina, continuarán cooperando sólo con Colombia, Bolivia y Guatemala.

Una de las razones aducidas por la embajadora de Suecia, Eva Zetterberg, al anunciar el retiro de Suecia fue que Nicaragua no quedaba sola: Suecia -dijo- ha visto que aquí hay mucha cooperación de otros países que tienen más o menos la misma visión: los nórdicos, holandeses, ingleses, pero también hay nueva cooperación que antes no existía de Venezuela, de Taiwán. Creo que eso también ha influido en la decisión del gobierno sueco. No estamos dejando a Nicaragua sola.

TAIWÁN: SIEMPRE MÁS

Hay piezas que se mantienen en el puzzle. Taiwán es una de las más cuidadas. Nicaragua es uno de los 24 países del mundo -la mayoría, centroamericanos y pequeños países caribeños- que sostiene relaciones con Taiwán y no con la China continental. Es el único país “de izquierda” en ese grupo.

En 1990 el gobierno de Violeta Chamorro rompió automáticamente las relaciones que el gobierno del FSLN tenía con China para establecerlas con Taiwán y a partir de entonces, aquel gobierno y los dos que le siguieron consiguieron en Taiwán una “alcancía” siempre generosa. Ahora, el FSLN de nuevo en el gobierno, aspira a seguir sacando recursos de esa alcancía.

El 26 de agosto visitó Nicaragua el Presidente de Taiwán, Chen Shui Bian, acompañado de funcionarios de su gobierno. El gobierno Ortega-Murillo solicitó a Chen, a través de sus ministros, nada menos que unos 400 millones de dólares en ayudas de diverso tipo. Chen prometió responder.

DANIEL ORTEGA
PARA EL NÓBEL

Después que Costa Rica rompiera en junio relaciones con Taiwán para establecerlas con China continental -país al que ya exportaba productos por mil millones de dólares-, Chen parece querer hacer de Nicaragua un aliado especial.

En un ping-pong retórico, Ortega le prometió a Chen conseguir relaciones diplomáticas con las dos Chinas a la vez y Chen vaticinó que de lograrlo, Ortega -mi hermano, mi mejor amigo, de quien tengo mucho que aprender- merecería el Nóbel de la Paz y sería reconocido como el mayor luchador por la democracia en el mundo. Los encuentros entre ambos dirigentes fueron prolongados y de extrema familiaridad. Como “de enamorados”, llegó a decir Chen.

La decisión del FSLN de apostar por Taiwán en estos cinco años de gobierno es puramente pragmática. Taiwán no promete solamente una importante ayuda externa. Tiene también numerosas maquilas textiles en Nicaragua, con una inversión de unos 230 millones de dólares, que garantizan 25 mil empleos.

La conocida presión que un conocido grupo de dirigentes sandinistas hoy en el gobierno ejerce a favor de establecer relaciones sólo con China continental es una ventaja adicional que hoy tiene el gobierno de Ortega para, usándola como amenaza y advertencia, obtener siempre más ayuda de Taiwán.

BRASIL:
UN CUIDADOSO EQUILIBRIO

La pieza de Brasil es relativamente nueva. A comienzos de agosto visitó Nicaragua el Presidente Lula, acompañado de un grupo de empresarios privados de su país, y como parte de una gira por México y Centroamérica. Lula, viejo amigo de Ortega desde sus años de líder sindical, se ganó las simpatías de todos, por su carisma, que consiste en cero retórica, sonrisas, espontaneidad y convicción al hablar. Con Brasil, Nicaragua firmó doce acuerdos de cooperación en diversas áreas: turismo, energía, forestal, correos, industria, comercio, intercambio en academias diplomáticas, materiales educativos, medicinas genéricas…

Siendo Brasil el principal productor y exportador de etanol en el mundo, con treinta años de experiencia en este campo y con el objetivo de encabezar el mercado global de los biocombustibles, Lula no dejó de promover esta idea en Nicaragua. También prometió “hacer todo lo posible” para cambiar la estructura energética de Nicaragua -dependiente en un 80% del petróleo-, con inversiones no sólo en biocombustibles, también en geotermia e hidroeléctricas.

En todo momento, Lula recalcó la importancia de alianzas para la cooperación y la colaboración sin buscar hegemonías. Daniel Ortega guardó diplomática distancia de estas propuestas de futuro por su estrecha y presente alianza con Chávez, que en esos mismos días hacía una gira por América del Sur negociando con sus inagotables reservas petroleras.

Colocar en el puzzle internacional la pieza brasileña exige a Ortega un equilibrio. Chávez parece haberse dado cuenta del error político que fue antagonizar con Lula durante la visita de Bush a América del Sur en 2006, Bush en pro de la “alianza del etanol” y Chávez en pro de alianzas petroleras.

Hoy se observa un giro en la política exterior venezolana. Chávez necesita que el ALBA crezca. ¿Quiénes integran hoy el ALBA, además de Cuba, que es la alianza primigenia? Bolivia y Nicaragua, los dos países HIPC de América Latina, los más empobrecidos y altamente endeudados. Venezuela quiere entrar al Mercosur y no puede prescindir de Brasil, ni puede dejar a un lado a Brasil si quiere que el ALBA se extienda. El gobierno Ortega-Murillo conoce este contexto y tiene que moverse entre su alineamiento con Chávez, que le ofrece más que Lula, y su nuevo acercamiento a Brasil.

COSTA RICA:
UN ENCUENTRO “MILAGROSO”

La pieza de Costa Rica no termina de encajar en el puzzle internacional del gobierno. Daniel Ortega visitó primero países tan lejanos -aunque muy cercanos ideológicamente en los años 80- como Libia e Irán que a su vecino del sur, en donde viven y trabajan medio millón de nicaragüenses. El 21 de agosto fue Óscar Arias quien llegó a Nicaragua, respondiendo a una invitación del Cardenal Obando, quien quiso celebrar en su universidad los 20 años de los acuerdos de Esquipulas.

En las vísperas de este encuentro, Ortega había denunciado a Arias por “conspirar” contra Nicaragua en aquellos años de guerra. Y Arias había advertido del peligro para el área de las voces mesiánicas que desconfían de la democracia y se deslizan por la pendiente de la violencia verbal y de la incitación al conflicto,en clara alusión a la verborrea de Ortega. Ya en Managua, Ortega dio todo el crédito del encuentro al Cardenal, expresando reiteradamente que había obrado un milagro: ¡Hombre de fe Su Eminencia, hombre de Dios! ¡Los milagros que hace el Señor a través del Cardenal!

A pesar de esta retórica “sobrenatural”, este primer encuentro entre Ortega y Arias fue desaprovechado por Nicaragua y no pasó de formalidades y del compromiso mutuo de reanudar una paralizada durante años comisión binacional entre ambos países. En la casi nula relación con Costa Rica se evidencia un notable vacío en el puzzle internacional: no existe en el gobierno ninguna política sobre migración y los emigrantes nicaragüenses no cuentan nada para este gobierno, a pesar de que son parte de “los pobres del mundo”, que sostienen al país con sus remesas y que están transformando con su salida y con su ausencia extensas zonas rurales de Nicaragua.

¿Y EL PUZZLE NACIONAL?

El gobierno ha tratado con guantes de seda al capital transnacional que ha invertido en la maquila. Al capital centroamericano lo ha recibido con alfombra roja, como fue el caso del grupo guatemalteco Pantaleón cuando vinieron a invertir en etanol en el ingenio Monterrosa. Alfombra de oro para el mexicano Carlos Slim, hoy el hombre más rico del mundo, que prometió inversiones millonarias.

¿Y el capital nacional? Parece estar en marcha una negociación de fondo entre el capital nacional y el gobierno, que sería cualitativamente nueva. ¿Está el INCAE elaborándole al COSEP una propuesta de plan de desarrollo del sector privado para que la negocie con Ortega? El actual COSEP, con los grandes empresarios -incluido Carlos Pellas-, que estaban fuera participando por primera vez en el COSEP, en la Junta de Consejeros -nueva estructura de la cúpula empresarial- está queriendo constituir un bloque que puede negociar directamente con el gobierno con una agenda propia.

Sin mediación partidaria. Según la diputada del MRS, Mónica Baltodano, eso ha debilitado a ALN como partido interlocutor del empresariado, al que representó en las pasadas elecciones. ALN -dice Baltodano- ya no es tan necesaria, el capital se está entendiendo de manera directa y muy bien con el gobierno, la cúpula del COSEP y los capitales financieros están muy contentos con el gobierno de Daniel Ortega, porque aunque él mantiene un discurso populista y de confrontación con la empresa privada, tiene una práctica que no toca los intereses centrales de estos grupos.

Ortega está dispuesto a negociar con el capital privado nacional para que asuma los sectores de la economía en donde el gobierno no tiene capacidad de estar presente. Al mismo tiempo, busca mercados alternativos con el ALBA -y si es posible también con el Mercosur- para vincular a estos mercados al sector que quiere desarrollar: el de las organizaciones sandinistas del sector agroexportador. Esa vinculación y ese desarrollo no se lograrán en el corto plazo. También por esta razón, el proyecto del gobierno del FSLN es de largo plazo, requiere de su permanencia en el poder por varios períodos, necesita de la reelección de Ortega.

CON CLARA VENTAJA

A un año y tres meses de las elecciones municipales, que serán el equivalente a un plebiscito sobre la gestión de los primeros dos años del gobierno Ortega-Murillo, el FSLN tiene bastante organizado su puzzle internacional y bastante adelantado su puzzle nacional.

La primera encuesta sobre tendencias para las elecciones municipales le da al FSLN -que inicia la competencia gobernando ya en 87 alcaldías, 14 de ellas cabeceras departamentales de las 17 del país- clara ventaja en Managua y en prácticamente todas las regiones del país.

La misma encuesta demuestra que si los liberales del PLC y los de ALN fueran unidos a esas elecciones, le arrebatarían al FSLN 60 de las 87 alcaldías donde hoy gobierna. Pero los liberales no terminan de cohesionarse. El FSLN maquina para que no lo logren y el reo Arnoldo Alemán, pieza clave del liberalismo y socio político de Daniel Ortega -para vergüenza nacional- está dispuesto a bloquear cualquier iniciativa opositora por su pacto con Ortega, con el único objetivo de conseguir su libertad y seguir medrando en el mundo de la política. La oposición desde el sandinismo es aún minoritaria.

Otra encuesta muestra que el gobierno tiene hoy una simpatía que llega al 41.5%, superior al 38% con el que ganó las elecciones. Los golpes brutales que a la institucionalidad y a la legalidad ha dado o dará el FSLN no generan consenso. Pero se equivocan quienes crean que el FSLN busca consenso o que éste es un gobierno de “reconciliación”. Lo que está buscando el FSLN es únicamente ampliar su base electoral para garantizarse el dirigir el proyecto de largo plazo que diseña su puzzle. Para instalarse como partido de gobierno de Nicaragua.

¿Qué es lo único que escapa hoy del control del gobierno, qué es lo que podría erosionarles base electoral? Una sociedad civil incipientemente organizada que, viniendo mayoritariamente del sandinismo, aprendió a pensar de otra forma, más democráticamente, más pluralistamente y enseñó a pensar y a actuar así durante la larga noche neoliberal. Y medios de comunicación -algunos también nacidos del sandinismo-, que alimentan el pensamiento crítico y alientan un control social que frene la cultura de impunidad, corrupción y clientelismo con la que el FSLN convive cómodamente.

A esos dos grupos el gobierno Ortega-Murillo necesita denigrarlos, silenciarlos, acabarlos cuanto antes. A las ONG de la sociedad civil ya les está lanzando, poco a poco, la maquinaria institucional -Impuestos, Aduanas, Migración, personerías jurídicas, autorizaciones oficiales- tal como lo hizo, a otro nivel, con la Esso. También prepara esa maquinaria contra los medios que le son adversos, a quienes Daniel Ortega calificó este mes como hijos de Goebbels.

Más que desafortunada, esa comparación es otra manifestación de la mente del mandatario, de su escasa comprensión del peso y significado de los nombres en la historia, de su incapacidad de evaluar adecuadamente el sentido ético de un capítulo histórico como fue la Alemania Nazi. El uso irresponsable de nombres como el de Goebbels trivializa la historia y desvaloriza a quienes así se expresan.

QUIZÁS, QUIZÁS...

El Presidente Daniel Ortega visitó la Costa Caribe enseguida que la furia del huracán “Félix” permitió condiciones climáticas para volar hasta allá. Por tierra era imposible. Se internó lo más que pudo en las zonas del desastre. Regresó consternado, abrumado, reflejando en su rostro dolor, desconcierto, inseguridad por todo lo que implicará la reconstrucción de tanta devastación. ¿Se traducirán todos estos sentimientos -la muerte que se impone, la inesperada tragedia- en humildad, esa humildad política que necesita la reconstrucción moral y material de la Costa y de toda Nicaragua?

¿Será capaz el gobierno de aceptar que Nicaragua no tiene futuro sin un consenso social que integre, con justicia, los derechos y las obligaciones de todos? ¿Será capaz el Presidente Ortega de asumir la responsabilidad de construir ese consenso?

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