Nicaragua
Canal Interoceánico: una visión anacrónica del desarrollo
En nuestra sociedad la Ciencia nunca ha sido una prioridad.
Y existe un divorcio entre los políticos que toman decisiones y la comunidad científica nacional.
La aprobación de la concesión canalera careció de valoraciones científicas.
Sea por ignorancia o por soberbia, se despreció el apoyo de la Ciencia.
La concesión canalera refleja una concepción atrasada y absurda
del desarrollo económico.
Es otra oportunidad perdida de enrumbarnos por la senda de un desarrollo sostenible.
Y puede conducirnos al fracaso como nación.
Jorge A. Huete Pérez
Nicaragua es reconocida como un país de creadores. Intelectuales de la talla de Rubén Darío, Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez y Gioconda Belli, han puesto a Nicaragua en el mapa de la cultura universal. Pero mientras las artes y la literatura se han cultivado por décadas hasta alcanzar niveles de excelencia, no ha ocurrido lo mismo con el cultivo de la Ciencia.
La aplicación de la esencia creativa del nicaragüense a la investigación científica ha sido poco alentada y frecuentemente menospreciada. De tal forma que, a pesar de contar con gente talentosa, la ausencia de programas de desarrollo científico ha imposibilitado no sólo la creación de nuevos conocimientos sino también la apropiación del conocimiento universal.
Tampoco hemos sabido aprovechar el interés que nuestra exuberante Naturaleza ejerció sobre un sinnúmero de sabios mundiales que nos visitaron y descubrieron en ella riqueza geográfica, de fauna y de flora. El poco esfuerzo investigativo endógeno tampoco se ha diseminado para formar escuelas de pensamiento que multipliquen el interés por la Ciencia y que, aprovechando nuestras ventajas competitivas, resulten en los adelantos tecnológicos que requieren la agroindustria y la agricultura nacional.
En general, la sociedad nicaragüense desconoce la calidad de la Ciencia que se efectúa en nuestro país. Esto está particularmente acentuado y, a la vez, resulta peligroso en nuestras élites políticas y empresariales porque eso retrasa la incorporación de nuestros científicos al conglomerado mundial del conocimiento. El desconocimiento y la falta de valoración impiden darle a la inversión extranjera un mejor impulso, que se traduzca en productos tecnológicos que le den mayor valor agregado a nuestras exportaciones.
EL CONOCIMIENTO
HACE LA DIFERENCIA
El conocimiento se ha convertido en el factor principal que impulsa el desarrollo económico y social de las naciones. Vivimos en la sociedad del conocimiento, en la economía del conocimiento. La capacidad de transformar la información técnica y científica en productos y servicios ha venido convirtiéndose en el elemento que determina el progreso económico de las naciones.
Es el conocimiento nuevo, centrado en nuevas industrias y áreas económicas como la biotecnología, así como su aplicación comercial, lo que representa el catalizador del desarrollo de la sociedad moderna. Si en tiempos aún recientes eran la tierra y las materias primas los recursos más apreciados, hoy es el conocimiento científico y técnico convertido en procesos productivos lo que más se aprecia.
Aunque la consolidación de la economía del conocimiento pareciera más incuestionable en países industrializados, el fenómeno alcanza ya niveles globales. La difusión del conocimiento como objetivo clave de la política económica involucra cada vez a más países en vías de desarrollo y ya se promueven algunas sinergias regionales.
CENTROAMÉRICA: ÍNDICES DECEPCIONANTES
¿Cómo estamos en Centroamérica en este aspecto? Existe ya un primer informe sobre el estado de la economía del conocimiento en los países centroamericanos. Fue elaborado por primera vez en 2012 con el al auspicio de la cooperación alemana (GIZ). Utilizando la metodología básica del Banco Mundial se determinaron los valores de una serie de indicadores agrupados en cuatro pilares básicos: el régimen económico e institucional, el sistema educativo, el sistema de innovación, y las tecnologías de la información y la comunicación. Con un enfoque integral que permite identificar las fortalezas, amenazas, debilidades y oportunidades de cada país en los diversos sectores que influyen en la economía del conocimiento, la consideración de casi 200 in¬di¬cadores facilitó la comparación entre países.
Los índices centroamericanos son decepcionantes. En todos los parámetros se observa un retraso deplorable. Se encontraron serias debilidades en los sistemas de innovación, que son los que permiten a empresas, universidades e institutos de investigación emplear las tecnologías y el conocimiento creado en el extranjero para adecuarlo a las necesidades del país. Otro sector atrasado es el de los incentivos económicos y el del régimen institucional para promover el uso del conocimiento en actividades productivas y comerciales.
El peor rendimiento se observó en la situación del sistema educativo y en la formación de las personas. El estudio resaltó algunas experiencias positivas, como el programa de “Educación en Ciencias Basado en la Indagación” que impulsa la Academia de Ciencias de Nicaragua o el programa “Jóvenes Talentosos” de El Salvador y Nicaragua, entre otros. Pero son insuficientes para la magnitud de los rezagos.
NICARAGUA: DÉBILES Y DESARTICULADOS
El informe sobre Nicaragua se hizo público en enero de 2013. Se entregaron copias a diversas instituciones, entre ellas al Consejo Nicaragüense de Ciencia y Tecnología (CONICYT), todas con responsabilidades en las decisiones sobre la política educativa y científica, de enorme relevancia para estimular en el país una economía basada en el conocimiento. Sin embargo, aunque el estudio dio detalles sobre las debilidades a superar y sobre las oportunidades concretas para avanzar, no se le dio ningún seguimiento y los resultados del informe quedaron engavetados. Igual suerte corrió un diagnóstico anterior, del año 2010, realizado por técnicos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), que elaboró el primer Plan Nacional de Ciencia y Tecnología. Cuatro años después continúa sin implementarse.
El estudio de 2012 refleja que, en lo relativo a la economía del conocimiento, nuestro país se encuentra débil y desarticulado, con grandes dificultades para insertarse en una economía como la actual, basada en el conocimiento. Esto se refleja claramente en las fragilidades de nuestro sistema de innovación y en la lenta incorporación y el poco uso de las tecnologías de la información. Y, sobre todo, en el bajo nivel educativo de la población nicaragüense.
EL PRINCIPAL OBSTÁCULO
PARA EL DESARROLLO
Las debilidades centrales que se observan en Nicaragua tienen su eje cardinal en la pésima calidad de la educación y en el escaso desarrollo tecnológico. El reto principal que debe enfrentar la sociedad nicaragüense para lograr desarrollo socioeconómico es corregir la mala calidad del sistema educativo. El diagnóstico nos indica que los deplorables niveles de escolaridad de la fuerza laboral son el impedimento fundamental para la inserción de Nicaragua en la nueva economía global.
Ciertamente, en las últimas tres décadas Nicaragua ha experimentado algunos avances en educación: una reducción significativa del analfabetismo y una mejor cobertura en educación inicial y en educación primaria, esfuerzos importantes pero insuficientes si queremos reducir la pobreza y alcanzar una mejor calidad de vida para las mayorías empobrecidas. Nicaragua es uno de los países con menores índices educativos del continente. Y en la competencia regional, las metas actuales de escolaridad, como la de alcanzar el sexto grado universal en 2015, son poco alentadoras.
Siendo la educación la clave para aumentar la productividad y la competitividad de los países, el débil sistema educativo nicaragüense es, ya no cabe duda, el principal obs¬táculo para el desarrollo nacional.
La notable demanda de educación que vemos en nuestro país se basa en que somos uno de los países de la región con mayor proporción de jóvenes. Casi el 50% de nuestra población es menor de 18 años y el 30% es menor de 14. El sistema educativo no tiene capacidad para atender a todos y muchos niños, niñas y adolescentes se quedan fuera del sistema, pasando a engrosar las filas de los llamados “jóvenes en riesgo”. En este contexto, marcado por la desigualdad y la falta de oportunidades, hay que enmarcar otro hecho preocupante: Nicaragua es el país latinoamericano con el más alto porcentaje de madres menores de edad. Según el estudio de 2013 del UNFPA, la agencia de Naciones Unidas para la Población, casi el 30% de las adolescentes nicaragüenses han dado a luz antes de cumplir los 18 años.
¿DESARROLLO SIN CIENCIA?
El Plan Nacional de Desarrollo Humano, planteado por primera vez por el gobierno en 2008, nació desvinculado del desarrollo científico-técnico. Hasta el año 2011 el Plan no contemplaba el rol del conocimiento y la innovación como factores determinantes del desarrollo económico y social. ¿Cómo se pueden concebir ejes como los señalados en el Plan -“la estrategia de transformación económica” o “el incremento del trabajo y reducción de la pobreza y la desigualdad”- sin atender el desarrollo científico-técnico? Sabiendo, como ya sabemos, que a nivel global el crecimiento económico se basa en el conocimiento, ¿cómo se puede esperar estabilidad económica a largo plazo sin tener en cuenta eso?
Conscientes del impacto del quehacer científico en la solución de problemas concretos de salud, medioambiente o agrícolas, resulta ridículo imaginar cualquier desarrollo sin el concurso de la Ciencia. Por las quejas de la comunidad científica, y aunque a regañadientes, se logró finalmente que el Plan incorporara un eje específico sobre la Ciencia y asignara una función más concreta a las Universidades.
ASÍ NO CRECEREMOS
Una verdadera estrategia de desarrollo nacional tendría que considerar, al menos, dos asuntos fundamentales: mejorar los niveles educativos de la población y fomentar el desarrollo científico-técnico del país.
Aunque Nicaragua ha logrado consolidar su estabilidad macroeconómica, el escaso crecimiento económico experimentado en los últimos años se ha debido principalmente a los precios favorables de las materias primas que exporta y no a una mejora de la productividad. Y la productividad, lo sabemos, sólo podrá mejorarse con una capacitación progresiva de la fuerza laboral y con la voluntad de hacer que nuestra fuerza laboral adquiera nuevos saberes tecnológicos. La sociedad nicaragüense no ha auspiciado la creación de empleos enriquecedores y la fuerza laboral no ha sido capacitada para la innovación productiva. La falta de recursos humanos calificados frena el desarrollo de innovaciones que mejorarían la competitividad del país en la sociedad global del conocimiento.
Un modelo de desarrollo atrasado, con tan escasa cultura de innovación y con tan alta dependencia tecnológica del extranjero, concentrado en exportaciones de bajo valor agregado y en manufacturas básicas, ha obstaculizado la transformación de la estructura productiva y la atracción de inversiones de alta tecnología.
OTRA VEZ APARECE
EL SUEÑO DEL CANAL
El proyecto del Canal Interoceánico por Nicaragua es un ejemplo que ilustra la anacrónica concepción de desarrollo predominante en el país: una apuesta contra viento y marea por crecimiento económico sin desarrollo sostenible.
Aunque con diferentes dueños, la idea del Canal ha sido presentada decenas de veces a lo largo de los siglos y en ningún caso se ha considerado que el Canal sea construido por nicaragüenses. Tampoco su construcción ha sido pensada como una vía para fortalecer el desarrollo científico-técnico nacional. El prestigioso economista nicaragüense Adolfo Acevedo considera que el proyecto lanzado por el gobierno en junio de 2013 no será otra cosa que “un enclave privado que quizás le aporte al país alguna renta”.
Por fin, y para incorporar a la Universidad pública al eje de la Ciencia se le delegaron hace poco tareas del Plan de Desarrollo Humano. Ahora, con la aprobación de la concesión canalera a la compañía china HKND, las Universidades públicas y sus centros de investigación han empezado a reorientar su trabajo en función de ese megaproyecto. El Consejo Nacional de Universidades recomendó que, atendiendo a las futuras demandas del Canal, las Universidades reformulen sus currículos, comenzando por enseñar chino.
Una seria debilidad de un modelo vertical como éste es que, además de subordinar a las Universidades públicas, se limita gravemente la autonomía universitaria. Apartadas como están las universidades públicas de la verdadera problemática política y social que vive el país, y teniendo en cuenta que la autonomía universitaria se encuentra subvertida por el gobierno desde hace rato, difícilmente prosperarán las Universidades doblegándose. Difícilmente podrán recuperar su rol histórico de servir de conciencia crítica de la sociedad. Además, la libertad es la base de toda actividad intelectual. Y sólo promoviendo un ambiente de libertad se podrá incorporar la innovación y la investigación en la vida universitaria.
UN CANAL SIN ESTUDIOS AMBIENTALES
A pesar del enfoque economicista del proyecto del Canal presentado por el gobierno, no se ofrecieron estudios de pre-factibilidad económica ni planes racionales ni cifras creíbles. Tampoco se sustentó el proyecto en estudios ambientales, lo que ha provocado una preocupación generalizada sobre las posibles afectaciones a la biodiversidad, a los recursos naturales y a los ecosistemas del país.
Al otorgar la concesión canalera sin los estudios previos de impacto ambiental exigidos por ley, dando muestras de asombrosos niveles de incompetencia e irresponsabilidad con el país, no solamente se pasó por encima del marco ambiental nacional y de los estándares internacionales, también se ignoraron las advertencias de los expertos sobre la necesidad de realizar el debido estudio ambiental antes de aprobarla.
En todo el mundo se emplean métodos científicos para determinar el posible impacto inmediato y futuro de los megaproyectos de infraestructura. En las últimas décadas, el avance científico-técnico ha facilitado, con complejas metodologías de evaluación del impacto ambiental (EIA), la predicción de los efectos que cualquier obra tendrá sobre el medioambiente. Son métodos útiles e ideales, porque al preceder a cualquier proyecto, obligan a los tomadores de decisiones a justificarlas a la luz de estudios ambientales transparentes.
En Nicaragua una serie de leyes reglamentan la ejecución de proyectos que sean potencialmente dañinos para la calidad de vida de la población y para el medioambiente. Desde la década de los años 90 Nicaragua también venía siguiendo normas nacionales e internacionales que obligan a realizar una evaluación del impacto ambiental, que era supervisada por el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales. Ahora, al otorgar la concesión canalera al empresario chino Wang Jing esta obligación fue inconcebiblemente ignorada.
UNA ATRASADA IDEA DE DESARROLLO
En la actual economía global resulta increíble, y también inaceptable, impulsar proyectos que no contemplen la sostenibilidad ambiental. La concesión canalera dista mucho de una concepción moderna de sostenibilidad y se enmarca en un modelo de desarrollo atrasado en el que, haciendo caso omiso de estándares ambientales universalmente aceptados, se depredan y devastan bienes naturales. Durante siglos, este modelo de apropiación de zonas estratégicas para beneficio de unas pocas empresas ha diezmado el patrimonio natural de nuestro país y del mundo.
Un grave problema que dificulta efectuar un análisis más a fondo de las consecuencias que podría tener el proyecto canalero es la falta de información. El único documento oficial que conocemos es la Ley del Canal, Ley 840, que hasta carece de información sobre un detalle elemental: la ruta del Canal. En estas circunstancias, resulta difícil realizar un análisis independiente sobre los posibles costos ambientales y sociales que podría enfrentar Nicaragua. Y dada la dificultad de asignar valores monetarios a los complejos impactos ambientales, sociales y culturales del proyecto, una estimación precisa de los costos y beneficios reales quizás no sea posible nunca.
En cualquier caso, cuando aparezca más información, tanto oficial como independiente, la comunidad científica deberá jugar un rol predominante en la evaluación de las repercusiones, sabiendo que los mayores desastres que causaría este proyecto sólo se harán evidentes varias décadas después de finalizada la obra. Los costos ambientales, sociales, políticos y económicos más inmediatos se sentirán mucho antes que cualquiera de los supuestos beneficios.
HABLAN LOS EXPERTOS:
PROFUNDAS PREOCUPACIONES
Con ánimo de aportar a la evaluación del proyecto del Canal, y poco antes de la aprobación en el Parlamento de la concesión canalera, en junio de 2013, la Academia de Ciencias de Nicaragua presentó sus primeras consideraciones en un Mensaje a la Nación.
La Academia llamó a actuar responsablemente para garantizar un futuro ambiental sostenible y recomendó excepcional cautela ante obras irreversibles que comprometan la integridad de la nación. Advirtió sobre la necesidad de contar con una valoración científica independiente que defienda los intereses nacionales.
Ha sido equivocado y perjudicial para Nicaragua que el gobierno haya dejado las evaluaciones ambientales a criterio del dueño de la concesión, dado el obvio conflicto de intereses. Por muy pobres que seamos y ante la magnitud de la obra, no se puede delegar en un concesionario extranjero las valoraciones técnico-científicas que son responsabilidades del Estado.
En tres foros científicos posteriores a la aprobación de la concesión canalera, la Academia de Ciencias, en la voz de expertos nacionales e internacionales, siguió planteando profundas preocupaciones económicas, legales, sociales, y particularmente ambientales, muy especialmente sobre el impacto que el Canal tendrá sobre la biodiversidad nacional y sobre el lago Cocibolca.
Los expertos han expresado que el proyecto amenaza con poner en peligro algunos de los ecosistemas terrestres, lacustres y marinos más frágiles y más valiosos de nuestro país. La biodiversidad perturbada y desplazada por la infraestructura del Canal y el resto de “infraestructuras asociadas” (oleoducto, aeropuertos, zonas de comercio, puertos…) quedaría arrinconada en zonas discontinuas, sin corredores de movilidad. La alteración de las propiedades físico-químicas de los recursos hídricos daría lugar a la extinción de muchas especies endémicas de peces, como los valiosos y famosos cíclidos que habitan en las lagunas cratéricas del país, lo que causaría un impacto devastador en otros ecosistemas de la región. Nuestra peculiar fauna acuática (tiburón, pez sierra, sábalo) podría verse afectada y arruinados sus patrones de migración, conectividad y dinámica ecológica.
Dependiendo de la ruta trazada, la deforestación de los bosques para uso del Canal o de los megaproyectos asociados amenazaría especies en peligro de extinción como el jaguar, criatura mítica y simbólica para las culturas ancestrales de Mesoamérica. Además, los cambios drásticos en el uso de las tierras y el desplazamiento de poblaciones rurales e indígenas pondría aún mayor presión sobre las reservas naturales aledañas.
UNA FALSA SOLUCIÓN
PARA SALIR DE LA POBREZA
Por los posibles impactos y amenazas, y a falta de planes de desarrollo verdaderamente sostenibles, resulta imperativo cuestionar soluciones tan falsas como la apuesta por el Canal como opciones para salir de la pobreza, cuando podrían significar un serio obstáculo para el desarrollo sostenible y el bienestar de las mayorías empobrecidas.
La concesión canalera fue presentada por el gobierno como un megaproyecto que reduciría el desempleo y traería la ansiada prosperidad económica. Es conocida la costumbre de “vender” proyectos de infraestructura como salidas al desarrollo y garantía del crecimiento económico, sin mencionar los daños que causan esos proyectos. Se nos presentan como programas de reducción de la pobreza, aunque al final los verdaderos beneficiados son sólo unos cuantos empresarios y políticos.
Los promotores del proyecto del Canal han prometido una gama de obras sociales. Sin embargo, por no enmarcarse este proyecto en una visión de desarrollo sostenible, y dado que las comunidades que serán afectadas tampoco fueron debidamente consultadas, esas obras prometidas sólo significarán paliativos para calmar protestas sociales y estarían condicionadas a la conveniencia de los empresarios privados involucrados en el proyecto, favoreciendo más pater¬nalismo y más clientelismo político.
SIN CONSULTA
CON LA COMUNIDAD CIENTÍFICA
La aprobación de la Ley del Canal careció de valoraciones científico-técnicas. Ningún científico nacional fue consultado. Sea por ignorancia o por soberbia, se despreció el apoyo que brinda la Ciencia en la toma de una decisión racional basada en evidencias. Esa tendencia al énfasis utilitarista en la toma de decisiones, prescindiendo de la Ciencia, nos ha llevado a donde estamos hoy, imaginando que el Canal es la única alternativa posible para Nicaragua y que debe hacerse al precio que sea.
La aprobación del proyecto del Canal sin previa valoración ambiental y científica ha dejado al descubierto la ausencia de una mentalidad oficial que favorezca la incorporación de criterios científicos en la toma de decisiones, particularmente para garantizar el desarrollo económico de nuestro país.
Aunque es cierto que en Nicaragua las estructuras científicas continúan fragmentadas, en los últimos treinta años hemos venido experimentando una creciente institu¬cio¬nalización de la Ciencia y contamos ya con una pequeña masa crítica de investigadores capaces de aportar a la solución de los problemas nacionales. Este potencial intelectual y emprendedor debería ser aprovechado para que Nicaragua avance hacia la sociedad del conocimiento y al desarrollo de una educación y una cultura científicas.
Olvidando cualquier fundamentación científica, la aprobación de la concesión canalera fue recibida con frustración y decepción por la pequeña comunidad de científicos nacionales. Sus opiniones no fueron ni solicitadas ni escuchadas. Ni siquiera fue consultado el asesor presidencial para asuntos ambientales, Jaime Incer Barquero, un reconocido biólogo conservacionista.
EL AGUA DEL COCIBOLCA
GARANTIZA FUTURO
Una correcta decisión sobre el proyecto del Canal hubiera requerido primeramente establecer el objetivo económico perseguido, contrastándolo con varias alternativas económicas, evaluando cada una de sus ventajas y limitaciones y adoptando la más apropiada. Y como la formulación de alternativas depende del talento humano, de la inventiva y la innovación, una elección racional definitiva debe basarse en los resultados de estudios hechos desde un enfoque científico, sistemático y exhaustivo. La información científica estratégica para la toma de decisiones trascendentales incluye herramientas para la previsión de los problemas, sean económicos o ambientales, asignándoles funciones de pros¬pectiva tecnológica.
Apoyándose en la Ciencia, Nicaragua podría valorar otras opciones de desarrollo sostenible. Respecto a un recurso tan valioso como es el lago Cocibolca, algunos expertos como Salvador Montenegro Guillén han propuesto que, en vez de utilizarlo para que grandes barcos lo atraviesen por ese Canal, echando así a perder sus aguas, un uso más sostenible podría ser utilizarlas para consumo humano, pota¬bilizándolas, lo que es compatible con usarlas también para riego y para turismo. Han explicado esos expertos que vender agua a países vecinos, El Salvador y Costa Rica, resultaría más rentable que los supuestos beneficios que traerá el Canal.
Ya tenemos problemas serios de escasez de agua en algunas zonas de nuestro país y el lago y los ríos de esa cuenca podrían dedicarse a garantizar a la población agua limpia y abundante. Como la población nicaragüense continuará aumentando y será cada vez más urbana, crecerá la presión sobre los bie¬nes naturales, con una posible mayor contaminación del agua y de los suelos, poniendo en mayores riesgos la salud hu¬mana, lo que se traducirá en crecientes presiones sociales.
ANTE LA AMENAZA
DEL CAMBIO CLIMÁTICO
En previsión de esta grave situación, y a las puertas de una crisis global de disponibilidad de recursos naturales acelerada por el cambio climático, Nicaragua debería adoptar una postura más firme en la protección de su medio¬ambiente y en defensa de la Naturaleza. La inteligencia aconsejaría hacerlo ahora, sin esperar a que la amenaza latente del cambio climático, la inseguridad alimentaria y la escasez de agua se conviertan en una dramática realidad.
También el turismo se ha mostrado como una de las áreas que ha venido contribuyendo al crecimiento económico del país, aportando ya más del 5% del PIB. El ecoturismo, tan bien promovido por Costa Rica, podría ser en Nicaragua una alternativa de desarrollo sostenible, creando empleos y mejorando los ingresos de familias rurales y de comunidades indígenas, hoy tan desamparadas. Integrando correctamente el turismo a la educación ambiental y al desarrollo de las comunidades pobres se reduciría la emigración de mano de obra y se propiciaría la conservación de los recursos biológicos terrestres y acuáticos.
ESTÁ EN JUEGO
NUESTRO PATRIMONIO NATURAL
Inmersa en un mundo cada vez más interconectado, Nicaragua tiene ante sí el trascendental compromiso de reconocer en la Ciencia un factor determinante que incluir en su política educativa y en su estrategia de desarrollo.
Con la concesión canalera, que refleja una visión absurda del desarrollo económico desde el punto de vista científico, porque no es sostenible a largo plazo, hemos visto, una vez más, una oportunidad perdida de enrumbarnos por la senda de un desarrollo sostenible. Lo sucedido con la concesión canalera ha dejado al descubierto cómo decisiones tan trascendentales como desacertadas, al poner en riesgo los recursos naturales pueden conducirnos al fracaso como nación.
Nicaragua posee un patrimonio natural envidiable, y aunque no lo hemos respetado ni utilizado adecuadamente, hoy más que nunca, y desde la Ciencia, vemos que nuestro futuro como nación estará determinado por el manejo racional, inteligente y cuidadoso que hagamos de ese patrimonio. Para manejarlo así requerimos de la Educación y de la Ciencia.
EL DIVORCIO
ENTRE POLITÍCOS Y CIENTÍFICOS
La aprobación atropellada de la concesión ilustra claramente la ausencia de colaboración y de intercambio de información entre científicos y políticos. Las investigaciones sobre cómo un proyecto de tan gran envergadura como éste podría dañar el medioambiente deberían apoyarse en hallazgos objetivos y consideraciones científicas. Pero en Nicaragua la asesoría científica sigue siendo marginal y existen muy pocas conexiones prácticas entre la investigación científica y los procesos de formulación de políticas.
Otra realidad es la que observamos en las sociedades científicas, donde la consejería científica no es sólo de interés de los gobiernos, sino de toda la sociedad, lo que facilita mejores prácticas y mayor transparencia. La participación de la sociedad en decisiones nacionales, como ésta del Canal, es algo crucial para la democracia. La población debe estar informada, debe ejercer presión y debe participar en lo que la Ciencia aporta en un debate informado.
Y quizás ese debate no debería versar sobre la construcción misma del Canal, sino sobre el destino del patrimonio natural del país. No debería versar sobre la prosperidad que supuestamente alcanzaría Nicaragua en cien años, cuando se supone que seríamos dueños del Canal. El debate debe ser sobre los beneficios inmediatos que obtendrán algunos grupos privilegiados despojando de sus recursos a toda la nación. El debate tiene que ver con algo más trascendental: el rumbo de Nicaragua en los próximos años.
Sin debate, y ante el proyecto del Canal, un proyecto a todas luces depredador, lo único que queda es que la opinión pública nacional se movilice para garantizar que se revierta tan equivocada decisión.
¿QUIÉN SE BENEFICIARÁ DEL CANAL?
Aunque no tenemos claro si algún día será realidad ese Canal interoceánico, si prosperará y se concretará el proyecto, el desafío que queda planteado para cualquier empren¬dimiento que aproveche el patrimonio nacional es que sirva no sólo a los intereses de la oligarquía nacional, aliada hoy del capital transnacional, sino que beneficie a toda la sociedad y mejore realmente la calidad de vida de todos los nicaragüenses.
Tal como fue concebido, el proyecto del Canal representa un episodio más en el conocido sistema de saqueo, apropiación y depredación de los recursos naturales. En vez de ofrecer una solución, podría colocar a Nicaragua ante un abanico de problemas: desde la fractura de la integridad nacional hasta el desplazamiento de comunidades enteras, pasando por la expansión del área agrícola y la deforestación, la extinción de especies, la contaminación de aguas, y muchos más.
En tiempos pasados, para apropiarse de un territorio en América Latina bastaba con que la autoridad trazara un círculo en el mapa. En pleno siglo 21 y en democracia la ciudadanía debe ser tomada en cuenta. La Ciencia también. Uno no tiene que ser ni supersticioso ni experto en teorías conspirativas para entender que, utilizando los mismos cuestionables métodos de épocas sombrías, que quisiéramos superadas, sólo llegaremos a los mismos negativos resultados. Es tiempo de recordar la famosa frase de Einstein: “Es locura hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
BIÓLOGO MOLECULAR. ¬¬DIRECTOR DEL CENTRO DE BIOLOGÍA MOLECULAR DE LA UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA DE MANAGUA. PRESIDENTE DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS DE NICARAGUA.
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