Centroamérica
“Nos falta imaginación para pensar alternativas”
En la lección inaugural del 15 Congreso Centroamericano de Sociología,
celebrado del 11 al 14 de octubre,
que tituló “Alternativas: un desafío a la imaginación sociológica”,
Boaventura de Sousa Santos convocó a los sociólogos centroamericanos
reunidos en el Aula Magna de la UCA de Managua
a democratizar la sociedad,
des-colonizándola, des-mercantilizándola y des-patriarcalizándola.
Y llamó a las Universidades a no formar a más conformistas,
sean competentes o incompetentes.
“Llegó el tiempo de formar a rebeldes competentes”,
así concluyó sus palabras.
Boaventura de Sousa Santos
Un gran sociólogo guatemalteco, Edelberto Torres-Rivas, que muchos de ustedes conocen, y de cuyos estudios y muy felizmente, CLACSO ha preparado una compilación, ha escrito en uno de sus recientes trabajos sobre “el pesimismo de las Ciencias Sociales”. Parece, pues, que no hay mucho espacio para alternativas optimistas. Pero yo soy un optimista trágico. Me rehúso a no ver alternativas y, a la vez, parto de un diagnóstico radical de la tragedia de nuestro tiempo. Me parece que, sobre todo en el tiempo en que vivimos, sólo un diagnóstico radical nos permite pensar el futuro de una manera que nos capacite para resolver los desafíos que enfrentamos.
Tengo la convicción de que el conocimiento con el que hasta ahora hemos trabajado no es adecuado para hacernos salir de esta crisis y para encaminarnos hacia otro tiempo, hacia una sociedad mejor y hacia ese otro mundo posible. Necesitamos quizás repensar el conocimiento. Y necesitamos quizás también de lo que un gran sociólogo norteamericano, Wright Mills, llamaba la imaginación sociológica. Sí, hoy necesitamos de una doble imaginación: sociológica y epistemológica.
NUNCA SE HA HABLADO TANTO DE CRISIS
Voy a empezar señalando algunas paradojas de nuestro tiempo para que veamos qué complicado es interpretar nuestro tiempo para los científicos sociales, y, por supuesto, también para los políticos que intentan analizar las realidades contemporáneas a profundidad.
Una primera paradoja es que nunca se ha hablado tanto de crisis como hoy. Pareciera que la crisis es una realidad permanente. Crisis financiera, crisis ambiental, crisis social… Por todos lados se habla de crisis. Y si miramos la raíz de esta palabra griega, crisis significa también oportunidad. Es la posibilidad de seguir adelante, pero con otras soluciones y otras perspectivas. Pareciera también que nosotros estamos hoy en una situación en la que no tenemos que explicar la crisis y que sucede al revés, que es la crisis la que lo explica todo. Entre los científicos sociales, entre los sociólogos pareciera que la crisis está pasando de ser una variable dependiente a ser una variable independiente. Se recortan los salarios… y “es por la crisis”. Se expulsa de sus tierras a indígenas y a campesinos… y “es por la crisis” o “es por las necesidades del desarrollo”. Se recortan las pensiones de los jubilados en muchos países… y “es por la crisis”.
La crisis lo justifica todo. Y esta crisis actual, por ser estructural, pareciera que no tiene solución dentro del horizonte de posibilidades. Y nos impide pensar alternativas. Nos encierra. Nos impide pensar el futuro. Por eso, muchas veces siento que cuando hablamos tanto en nuestro tiempo de crisis dejamos de pensar. La crisis está impidiendo que en nuestras conversaciones, en nuestros debates, en nuestros proyectos no estemos hablando de lo que nos está faltando. Además, ¿quién define la crisis? Se habla mucho de la crisis en la Universidad, pero ¿quién define esa crisis? ¿Y para quién la define?
Sabemos que en todo el mundo, en todos los países, no cesa de aumentar todos los años el número de multimillonarios. En mi país, Portugal, acaba de estar el Fondo Monetario Internacional y en los cuatro años de crisis no han dejado de crecer los multimillonarios. Hay crisis para la gran mayoría, pero para unos pocos no hay crisis. Esos pocos nunca estuvieron tan bien como en la crisis. Por eso es tan importante cómo definimos la crisis y para quién la definimos.
NUNCA HA SIDO TAN DIFÍCIL PENSAR UNA ALTERNATIVA
Otra paradoja es que nunca fue tan necesaria una alternativa. Y nunca ha sido tan difícil pensarla. Nunca hemos tenido tantas realidades en nuestro continente para criticar… y nunca ha sido tan difícil formular una teoría crítica de esas realidades.
¿Por qué ha sido tan difícil? ¿Qué nos falta para que podamos encontrar una teoría que nos permita salir adelante y llegar a algo mejor? Vivimos en un tiempo de imágenes, pero falta imaginación sociológica. Todo en nuestro tiempo pasa por las imágenes, pero cuando miramos la política y a los políticos en todos los países -no hablo de ningún país en especial- lo que vemos es que falta imaginación. Falta la posibilidad de pensar cómo podemos resolver los problemas de las grandes mayorías de nuestros países con soluciones que puedan mejorar sus vidas. La idea que prevalece es que no existen alternativas para lograrlo.
El neoliberalismo global se está transformando en un agente que nos disciplina. Un país intenta mejorar el salario mínimo y de inmediato las agencias de crédito aumentan el riesgo de ese país y de un día para otro aumenta la deuda de ese Estado, aun cuando en la economía no haya pasado nada. De un día para otro la deuda soberana de ese país -se llama “soberana”, qué ironía- aumenta sin que nada haya ocurrido. Estamos en un tiempo de una gran arrogancia del poder.
LA DRONIFICACIÓN DEL PODER
El poder político, el cultural, el económico, parecen cada vez más arrogantes. Hay una metáfora que uso frecuentemente. Es una metáfora extrema que, de alguna manera, retrata un poco al poder de nuestro tiempo: la “dronificación” de la política. Como los drones, el poder mata sin correr riesgos. Hoy, la persona que está matando en funerales, matrimonios o fiestas en Afganistán o en Yemen valiéndose de drones está matando desde Nebraska y desde una gran computadora. No corre ningún riesgo, nunca va a morir en esa guerra. Además, no es un militar que mata a otro militar. Es un militar que mata a civiles. Esto es algo nuevo. Desde 1945, fin de la Segunda Guerra Mundial, están muriendo hoy en las guerras más civiles que militares.
Esta dronificación del poder produce un poder que no parece tener temor de sus opositores. No teme a la resistencia. Y por eso no nos pide consenso, sólo nos pide resignación. Y nuevamente la idea que se impone es que no hay alternativa, que hay que resignarse. Es por eso que muchas veces vemos en nuestras sociedades grandes niveles de polarización, pero no es una polarización ideológica. Es de otro tipo. Hay polarización en una sociedad cuando rechazas escuchar aquello con lo que no estás de acuerdo, ésa es una sociedad polarizada. Si ustedes miraron los debates en la campaña electoral de Estados Unidos no vieron una polarización política. No fue un debate ideológico, fue otra cosa. En muchos de nuestros países pasa lo mismo: la polarización se centra en asuntos personales y los debates no tienen nada que ver con diferentes proyectos de sociedad… porque parece que ya no hay proyectos de sociedad.
EL HOMO ECONOMICUS Y EL HOMO SOCIOLOGICUS
Recordemos que hace treinta años la señora Margaret That¬cher dijo que la sociedad no existía, que “sociedad” era sólo un concepto, que lo que había eran hombres y mujeres. De alguna manera, desde hace mucho tiempo los sociólogos partimos de la idea de que existen dos seres humanos: el homo economicus y el homo sociologicus. El homo economicus es individualista, egoísta, piensa sólo en su bienestar y se mueve por la oferta y la demanda con criterios de racionalidad económica, sean liberales o neoliberales, clásicos… Y el homo sociologicus es distinto: es un ser social que vive de otros seres. En Sudáfrica han formulado lo que es de una manera maravillosa, en un término que ha quedado en la primera Constitución de Nelson Mandela: en el concepto “ubuntu”, que significa “yo soy porque tú eres”. Yo no soy solo, yo existo porque tú existes. Ésa sería la mejor definición del homo sociologicus.
Lo que pasa en nuestro tiempo es una reducción del homo sociologicus al homo economicus. Y todo lo que ocurre es como si fuéramos sólo homo economicus. El concepto derivado de esa idea que resulta más mezquino es el concepto del emprendedor y del emprendedurismo, que está inundando nuestras universidades, nuestras sociedades y nuestros medios de comunicación. Un emprendedor es, en sí mismo, un ser antisocial. Porque para ganar siempre alguien tiene que perder, no hay suma positiva. Para que alguien tenga éxito solo alguien ha perdido… En toda sociedad siempre ha existido una tensión entre el homo economicus y el homo sociologicus, una tensión que no podemos eliminar.
CADA VEZ HAY MÁS CULPAS PERSONALESY MENOS RESPONSABILIDADES COLECTIVAS
Hoy estamos en una situación paradójica: nos convocan a encontrar soluciones individuales para problemas que son colectivos. Y nos responsabilizan de no encontrar la solución. Si fracasas en tu empleo la culpa es tuya, si eres pobre la culpa es tuya… En nuestras sociedades hay cada vez más culpas personales y cada vez menos responsabilidades colectivas. Y por eso, la idea del contrato social desaparece y es sustituida por el contrato individual. Estamos en un período de contratos, pero de contratos individuales, no de un contrato social.
Esta paradoja, que divide a la sociedad, nos coloca en una realidad en la que el poder está muy concentrado, y al mismo tiempo, está totalmente fragmentado. De un lado tenemos los drones y del otro lado tenemos los mercados, dos poderes arrogantes. Pero, ¿qué son los mercados? Parece que fueran una infinidad de gente, pero sabemos que son cinco o seis inversores institucionales, comandados de hecho por Goldman Sachs, que son los que controlan todas las finanzas internacionales. Cuando en nuestros países algo pasa en la economía, siempre nos dicen: Son los mercados… Y hoy en día los políticos de muchos países, y cada vez más los de todo el mundo, tienen que responder a los mercados y no a sus ciudadanos. Eso es una perversión total de la democracia.
EL FIN DEL EUROCENTRISMO: OTRA CONVERSACIÓN SOBRE EL MUNDO
Con todo esto, me parece que estamos ante una realidad que demanda de nosotros alternativas. Y nunca ha sido tan difícil pensar en una alternativa. De alguna manera, esto es así porque el pensamiento crítico eurocéntrico no se ha recuperado en lo básico de la caída del muro de Berlín.
Hasta entonces había una alternativa, mala, buena, discutible, pero existía. Y muchos de los nuestros se alegraron con la caída del muro porque pensaron que era la caída del Comunismo. Y lo fue, naturalmente, pero fue también el fin de la socialdemocracia, de una democracia con derechos sociales, económicos y políticos.
Y es ésa la crisis actual en el mundo. Lo dijo claro el presidente del Banco Central Europeo, el señor Mario Draghi, un hombre de Goldman Sachs. Él declaró recientemente que la socialdemocracia europea se había acaba-do. ¿Qué es lo que hay entonces…?
Estamos hablando de los países europeos, que nunca pensaron que ocurriría una crisis de ese tipo. El hecho es que con la caída del muro y el fin de la alternativa comunista y de la alternativa de la socialdemocracia, la crisis se ha globalizado.
Podemos entonces iniciar otra conversación sobre el mundo, quizás más solidaria, quizás menos eurocéntrica, quizás más horizontal. Estoy actualmente terminando un gran proyecto europeo, que se llama Alice, que pueden consultar, financiado por el Consejo Europeo para la Investigación, que parte de dos ideas. Que Europa ya no tiene más que enseñarle al mundo porque no sabe cómo resolver sus problemas y no puede enseñar a los otros cómo resolverlos. Y que Europa no puede aprender de las experiencias del resto del mundo debido a sus prejuicios colonialistas, que todavía existen.
Vengo de Portugal, un país colonizador. La idea de Europa es que todo el mundo es menos desarrollado que nosotros y aunque consideran que algunos países han hecho algunas experiencias interesantes, en democracia participativa y en otros terrenos son menos desarrollados. Por ese prejuicio Europa no aprende. Por eso, creo que debemos empezar otra conversación.
Es una hipocresía pensar que no tenemos nada que aprender en la crisis que estamos viviendo hoy por toda Europa, cuando el gran mar que unió durante siglos a toda Europa, el Mediterráneo, se ha convertido en un cementerio líquido, donde mueren miles de personas huyendo del hambre, las guerras, las sequías... ¿Son las mafias las responsables de esta tragedia? No, es que el colonialismo nunca terminó. Lo que está pasando hoy es el resultado de un proceso histórico que no terminó.
UN ESTADO MERCANTILIZADO
Este diagnóstico que les he compartido, estas paradojas que estamos viviendo, nos obligan a nosotros, científicos sociales, a pensar cuáles son nuestros desafíos, para después de identificarlos, retarnos con exigencia a formular alternativas en nuestras universidades, en nuestros centros de investigación y en la sociedad.¬
Antes de pensar una alternativa quiero compartirles ahora cuáles son, desde mi experiencia, y a mi juicio, las ocho grandes amenazas y desafíos de nuestro tiempo. Hace unos años hablaba sólo de siete, ahora hablo de ocho… porque están aumentando.
La primera gran amenaza, el gran desafío, es la profunda reorganización del Estado. El neoliberalismo ha demonizado el Estado hasta que lo ha dominado. Y cuando lo domina lo controla. Y al controlarlo lo que hace es transformar el Estado, de un agente de interacciones no mercantiles, en un gran agente de interacciones mercantiles, que eso son las privatizaciones de los bienes públicos y las concesiones de territorio a los inversionistas.
Donde hay un Estado, capitalista, por supuesto, pero con alguna autonomía de la economía capitalista, se abre la posibilidad de políticas sociales que se alimentan de los impuestos y el Estado tiene la posibilidad de brindar servicios públicos a quienes no tienen capacidad de acceder a ellos por la vía del mercado. Si alguien está enfermo y no puede pagar su curación, muere, a menos que haya un sistema nacional de salud gratuito que el Estado le garantiza, porque el Estado es el gran agente de interacciones no mercantiles de la sociedad.
¿CÓMO LLEGAMOS A ESTO?
Lo que está ocurriendo hoy es que el Estado se ha convertido en el agente de la privatización de esas interacciones, el que mercantiliza esas interacciones. Miren lo que está pasando hoy en Brasil, donde pensamos que había avances irreversibles. Se está privatizando la educación, la salud, la seguridad social, los recursos naturales… Que el Estado se haya convertido en el agente de las privatizaciones viene del hecho de que estamos en un período de un gran desequilibrio entre los tres grandes principios de la regulación moderna, que son el Estado, el mercado y la comunidad.
Toda la regulación moderna, capitalista por supuesto, tiene necesidad de un cierto equilibrio entre el principio del Estado, el del mercado y el de la comunidad. Pues bien, hoy estamos en un momento en que el principio del mercado domina totalmente el principio de la comunidad y el principio del Estado. Y entonces el Estado se comporta como el mercado, es un agente de mercantilización.
¿Cómo pasó esto, cómo llegamos a este desequilibrio? Ocurrió por una razón que casi pasó desapercibida a los sociólogos. El Estado organizaba sus políticas públicas a través de la tributación. Y desde hace unos treinta años se le hizo una crítica total a los sistemas de impuestos que establecían que los ricos deben pagar más que los pobres. ¿Podemos imaginarnos hoy que en 1950 los ricos de algunos países europeos pagaban un 80% de los impuestos de los que disponía el Estado? ¿Que en Estados Unidos, después de la Gran Depresión, los ricos pagaban el 70% de los impuestos que recogía el gobierno… y seguían siendo ricos? Que los ricos pagaran tanto era para contribuir con los pobres. Eso favoreció que se desarrollaran formas de distribución social que hicieron que la democracia fuera compatible con el capitalismo.
Pero desde hace treinta años se desató una guerra total a la tributación. Cuando el neoliberalismo entra en cualquier país de Europa o de América Latina, lo primero que dice es: bajen los impuestos que pagan las empresas, no los que pagan los ciudadanos, por supuesto. En esa situación, para mantener las políticas públicas los Estados se endeudaron. Y lo que se recaudaba de la tributación pasó a ser deuda pública. El problema es que con los recursos de la tributación el Estado es soberano, pero con la deuda pública no es soberano, tiene que ir a buscar esos recursos al mercado internacional, donde no es soberano. Ese cambio ha provocado problemas muy importantes.
EL VACIAMIENTO DE LA DEMOCRACIA
La segunda gran amenaza es el vaciamiento de la democracia. Hoy en muchos países la democracia está secuestrada. La democracia liberal ha perdido la lucha frente al capitalismo y en muchos países está actualmente dominada por antidemócratas, por plutócratas, por cleptócratas, en otras palabras por ladrones, aunque no es éste un lenguaje muy sociológico
.
Estamos asistiendo a que esa compatibilidad siempre tensa entre democracia y capitalismo se está deshaciendo en muchos países. La democracia está siendo secuestrada por todos los designios del capitalismo neoliberal, que es la forma más antisocial del capitalismo. Por eso, en nuestro tiempo, como siempre lo he escrito y muchos lo han leído, vivimos en sociedades que son políticamente democráticas pero socialmente fascistas. Porque hay mucha gente que en su vida cotidiana no tiene derechos, está sujeta a la violencia o depende de la filantropía, que también es una forma de violencia.
Ese vaciamiento de la democracia es complejo. Y hoy algunos regímenes políticos son difíciles de definir. No tengo aquí el tiempo para hablar de los varios tipos de democracia que hoy existen. Esto me recuerda a un científico político argentino, Guillermo O´Donnell, que cuando se discutían las transiciones de la dictadura a la democracia en América Latina señaló que había regímenes mixtos, que eran democracias pero no eran democracias, eran democraduras. ¿Eran dictaduras? No, eran dictablandas. Se crearon esos conceptos muy creativos para calificar el carácter transicional de algunos regímenes. Me pregunto si no estamos viviendo en nuestras sociedades esas fórmulas mixtas…
LA DESTRUCCIÓN DE LA NATURALEZA
La tercera gran amenaza es la destrucción de la Naturaleza. Por primera vez el capital parece haber llegado al límite de tolerancia de la Madre Tierra. Porque nunca tuvimos una explotación de los recursos naturales tan intensa como la que hoy conocemos. Y eso está creando muchos problemas, no sólo ambientales, también sociales.
Lo que sucede parece dar una clara continuidad al colonialismo. Porque para los colonialistas las tierras de este continente eran tierras de nadie, eran paisaje, aun cuando las habitaban los indígenas. Si vemos las concesiones que hoy se están otorgando a las empresas extractivistas en América Latina y en África hacen lo mismo: se hacen concesiones para megaproyectos, para minería, para explotación de recursos, como si en esos territorios no hubiera gente, como si fueran tierras deshabitadas. Hoy, un gran proyecto en Mozambique, con inversión de Brasil y de Japón, va a expulsar de sus tierras a cuatro millones y medio de campesinos. Claramente, esto es una continuidad con el colonialismo.
LA DEVALUACIÓN DEL TRABAJO
Una cuarta amenaza es la devaluación del trabajo. Los sociólogos saben muy bien que el trabajo fue el gran instrumento para la creación de ciudadanía entre las clases populares en el siglo 19, sobre todo en Europa cuando luchaban por sus derechos laborales, por el derecho a un horario limitado de trabajo… y cuando los niños y las mujeres trabajaban doce y catorce horas.
Ya desde entonces surgió el concepto de trabajo con derechos. Hoy estamos entrando en un sistema de trabajo sin derechos. Por eso, las Naciones Unidas tienen un grupo de trabajo para analizar el trabajo esclavo, que está creciendo cada vez más. Y como resulta chocante afirmar que todavía hoy existe trabajo esclavo lo llaman “trabajo análogo a la esclavitud”, pero para quienes viven en esa realidad esta distinción semántica no hace mucho sentido.
Se extiende hoy la precariedad del trabajo, existe hoy una lumpenización de trabajos no pagados. En Estados Unidos, por ejemplo, hay actualmente una corriente de estudios sobre el robo del salario, el “wage theft”, las horas extraordinarias que los trabajadores trabajan sin que se las paguen. ¿Es chocante, verdad? Wage theft en el país más desarrollado…
LA MERCANTILIZACIÓN DE LOS CONOCIMIENTOS
La quinta amenaza que debemos considerar para buscar una alternativa es la mercantilización de los conocimientos. Esto afecta a las Universidades. Las Universidades están en este momento convocadas por el neoliberalismo educativo a producir conocimiento útil. Útil para la economía. Ya no es importante el saber, lo importante es el saber hacer.
Se piensa que el gran programa social de Europa, que realmente apoya las Ciencias Sociales, no va a tener ya a partir de 2020 una sección de Ciencias Sociales, que van a ser financiadas en la medida en que apoyen la innovación tecnológica industrial. O sea, que pierden su autonomía. Hoy tenemos realmente fondos para las Ciencias Sociales por imposición del Parlamento Europeo, porque la Comisión lo que quería es que las Ciencias Sociales estuvieran al servicio de la innovación con valor mercantil.
Estamos entrando en un tiempo en donde el conocimiento que vale es el conocimiento que tiene valor mercantil, el que produce patentes. En muchas Universidades del mundo, como en la de Madison, en la que yo trabajo la mitad del año, vemos surgir departamentos de Biología, de Nanotecnología, de Biotecnología, pero los departamentos de Humanidades, de Sociología, de Literatura, se cierran o se encogen porque no hay recursos para ellos. Estamos dividiendo las Universidades en dos tipos: unas subfinanciadas y otras superfinanciadas. Y esto va a crear una peligrosa esquizofrenia entre las Universidades y al interior de las Universidades.
LA CRIMINALIZACIÓN DE LA PROTESTA Y LA RECOLONIZACIÓN DE LA VIOLENCIA
La sexta amenaza es la criminalización de la protesta. Por todos lados vemos que está aumentando la criminalización de la protesta social. Al mismo tiempo que el Estado se retira de las políticas sociales, se hace más presente en la represión a quienes reclaman esas políticas.
Recordemos la definición que hizo Naciones Unidas de lo que es la seguridad humana. Es una definición tan sencilla como maravillosa. Es “vivir sin miedo y sin necesidades”. Pues bien, ahora tenemos un sistema no de seguridad sino de “seguridarismo”. Tenemos tanto miedo que aceptamos como una necesidad el ser vigilados todos los días y a todas las horas, lo que es una perversión total de la seguridad.
La séptima amenaza es la recolonización de la violencia. El colonialismo nunca desapareció. Se ha metamorfoseado, tiene esa capacidad de metamorfosis. Desde 1966 el gran líder de Ghana, Kwame Nkrumah, lo decía cuando habló del neocolonialismo. Después, un gran sociólogo latinoamericano, el mexicano Pablo González Casanova, escribió en 1969 “El colonialismo interno”. Son todas facetas del colonialismo que pervive hasta hoy y que se manifiesta en racismo, que se manifiesta en este momento en Europa también como islamofobia y xenofobia. Que se manifiesta como brutalidad contra los jóvenes negros en Estados Unidos, víctimas de la violencia policial. El colonialismo está muy presente en nuestras sociedades y los indígenas de nuestros países latinoamericanos saben mucho de esto.
LA RE-PATRIARCALIZACIÓN DE LAS SOCIEDADES
Finalmente, una octava amenaza es una re-patriarcalización de las sociedades. Y las organizaciones que trabajan con mujeres lo ven cada vez más claro. Después de años de conquistas feministas que parecían irreversibles, las mujeres están siendo víctimas de una violencia cada vez mayor alrededor del mundo causada por tres grandes factores.
Por la guerra. Ellas son las principales víctimas de las guerras. Son botín de guerra, son violadas en las guerras, son las que mueren más. Por la tierra. Muchos campesinos del mundo son de hecho campesinas. En África y también en América Latina vemos a grandes líderes campesinas, como lo fue Berta Cáceres. Y vemos la violencia con la que son perseguidas y eliminadas. Y por el neoliberalismo, que provoca una sobreexplotación del trabajo y la vida de las mujeres.
CAPITALISMO, COLONIALISMO Y PATRIARCADO SIEMPRE ACTÚAN JUNTOS
A veces nos cuestionan por dudar del concepto de progreso con el que hemos vivido. Ciertamente, todos queremos vivir mejor, pero pareciera que en el concepto que hemos tenido de progreso todo es reversible cuando vemos estas amenazas, que son grandes retrocesos.
En América Latina vivimos en la primera década del milenio un período que parecía más luminoso. Y hemos visto cómo en poco tiempo, a veces en meses, se ha derrumbado casi todo. Pasamos de vivir luchas ofensivas para intentar algo nuevo, como hace tan poco en Ecuador, en Brasil, en Argentina… a vivir luchas defensivas para no perder lo poco que todavía tenemos. Viendo lo que pasa en muchos de nuestros países recuerdo muchas veces esa gran novela del gran escritor nigeriano Chinua Achebe, titulada “Things Fall Apart”, “Todo se desmorona”.
Estas amenazas resultan de algo que como sociólogos debemos analizar muy seriamente: la dominación de nuestro tiempo es un proceso en el que se articulan tres grandes mecanismos que siempre actúan en conjunto y que nuestro conocimiento crítico y nuestra teoría crítica siempre los pensó aislados: capitalismo, colonialismo y patriarcado.
Capitalismo, colonialismo y patriarcado nunca actúan solos, siempre actúan juntos. Respeto las diferencias políticas que existen hoy en Brasil, por supuesto, pero cuando terminó el gobierno de Dilma Roussef, un gobierno en donde participaban mujeres y negros, vimos un reforzamiento muy grande del capitalismo y en el gobierno de Michel Temer ya no vemos ni a mujeres ni a negros. Cuando se refuerza el capitalismo se refuerza el colonialismo y se refuerza el patriarcado.
Los tres van juntos. Y el drama de nuestro pensamiento y de nuestra política es que en los movimientos sociales van separados. El movimiento obrero trabaja contra el capitalismo. El movimiento indígena y el afrodescendiente trabajan contra el colonialismo. El movimiento de mujeres trabaja contra el patriarcado. ¿Se juntan? No. Y hay muchos prejuicios entre ellos. Los hay entre mujeres e indígenas, los hay entre indígenas y campesinos, los hay entre indígenas y afrodescendientes. No iremos adelante si no superamos esos prejuicios.
TENEMOS QUE CAMBIAR LA MENTE
Después de una etapa de pensamiento crítico en este continente, de teoría social sólida, de la que debemos estar muy orgullosos, vemos últimamente con los trabajos de CLACSO la densidad de ese pensamiento crítico. Y, a pesar de eso, los resultados no son brillantes.
Estamos cada vez más aislados. Y quizás nuestra teoría siempre estuvo aislada de mucha lucha social. Hay que reconocerlo: mucho de nuestro conocimiento de sociología crítica fue racista. ¿Dónde estaban los indígenas para la sociología crítica? ¿Dónde estaban las mujeres? ¿Dónde estaban los afrodescendientes? Recuerden a ese gran marxista que fue José Carlos Mariátegui. Cuando defendió a los indígenas, los comunistas del Komintern de Moscú lo criticaran duramente porque para ellos los indígenas eran un residuo histórico y reaccionario y la fuerza revolucionaria eran los obreros. Lo llamaron romántico, lo que en el contexto estaliniano significaba peligro de muerte. Y porque estaba muy enfermo, Mariátegui murió de muerte natural y no como murió Trotski. Mariátegui señalaba que el pecado mayor de América Latina fue construirse sin el indio y contra el indio. Eso es lo que afirma en “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”, una obra que todos debemos conocer.
Para salir de este racismo y de otras discriminaciones, no podemos seguir con el mismo pensamiento que nos ha traído hasta aquí. Necesitamos de una ruptura epistemológica. Tenemos que cambiar nuestras cabezas, nuestras metodologías, nuestras teorías, y quizás también tienen que cambiar nuestras Universidades.
Si nos parece que la política dominante no tiene hoy alternativa requerimos de una ruptura epistemológica para convencernos de que no es así. Cuando pensamos cualquier alternativa se nos dice que no es realista. Y por eso, un partido político realista no ofrece alternativa y un partido político que ofrece alternativas no es realista.
Pienso que en este momento, cuando finalmente el pensamiento eurocéntrico, que tiene obviamente una riqueza muy grande, tiene que ceder y conversar con otros conocimientos del mundo, en lo que llamo la ecología de saberes, tenemos una oportunidad para hacer la ruptura epistemológica que necesitamos. Porque por primera vez en cinco siglos el dinamismo global del capitalismo está yendo hacia Oriente. Dicen los estudios de la CIA, no mis estudios, que en 2050 China será el país más importante del mundo económicamente. Por eso, mucho de lo que sucede en la política internacional tiene que ver con el temor a China. Y por eso hay que neutralizar a Rusia y aislar a China, y por eso Brasil, uno de los países BRICS, tenía que caer… Ése es otro tema en el que no voy a entrar ahora.
LOS CONOCIMIENTOS SE FRAGUAN EN LAS LUCHAS
Hoy tenemos que estar más atentos a la diversidad de conocimientos que hay en el mundo, a la diversidad cognitiva del mundo. Y para eso hay que buscar otra epistemología, las que llamo las epistemologías del Sur. ¿En qué consisten? Son procedimientos para validar conocimientos nacidos en los esfuerzos de quienes luchan contra las injusticias sistémicas del colonialismo, del capitalismo y del patriarcado.
En las Universidades nos acostumbramos a aprender y a enseñar el conocimiento de los vencedores de la historia. Los vencidos quedaron siempre por fuera en nuestras Universidades. Y por eso tendremos que descolonizar también nuestras Universidades, nuestra Historia, nuestra Sociología. Cuando enseño que uno de los grandes fundadores de la Sociología es Ibn Jaldún, un gran teórico islámico del siglo 14, nacido en Túnez, la gente que me escucha se queda sorprendida. Pero si lee se convence de que este hombre debía aparecer en los libros como uno de los fundadores de la Sociología. Sin embargo, continuamos pensando que hay que hablar solamente de Marx, de Durkheim y de Max Weber. Tenemos que entrar en otra conversación con el mundo y hacerlo con una ruptura epistemológica.
¿Qué nos dicen las epistemologías del Sur? Que el conocimiento está en las luchas y que no es un conocimiento científico. Que en el mundo circulan muchos conocimientos, artesanales, vernáculos, populares, conocimientos de mujeres, de hombres, de indígenas, de campesinos, conocimientos que están en las luchas y que circulan y se fraguan en las luchas. Sin embargo, nosotros nos acostumbramos a pensar que nuestro pensamiento científico es el único válido.
MI PROPUESTA: INTEGRAR UNA ECOLOGÍA DE SABERES
Mi propuesta hoy para ustedes, para los más jóvenes, es que no dejen de pensar que aunque su conocimiento es riguroso, no es el único. Mi propuesta no es contra la Ciencia, es contra el monopolio del rigor de la Ciencia. Hay otras maneras de rigor que tendremos que encontrar para podernos integrar en el conocimiento científico con otros saberes, con otros conocimientos. A eso le llamo la ecología de saberes. Si trabajan con los movimientos sociales verán que a veces hay posibilidades enormes de articular pensamiento científico con pensamiento popular, nunca pensando que el pensamiento científico es el único válido.
En América Latina se desarrollan hoy muchas luchas. Las que conozco mejor son las de Brasil. Un ejemplo son las luchas contra los agrotóxicos, los venenos usados en la agroindustria, que se trasladan después a los alimentos. En Brasil, también en Argentina, esto es un gran problema. Por esas sustancias que se lanzan desde el aire tenemos hoy en el nordeste de Brasil una incidencia de cáncer más elevada que en la ciudad de Sao Paulo.
¿Dónde está aquí el conocimiento? Obviamente, está en los campesinos y en los agrónomos y químicos que los respaldan… aunque sabemos que lamentablemente la gran mayoría de agrónomos y químicos están hoy con Monsanto. Pero hay agrónomos y químicos que trabajan con el movimiento popular para crear una ecología de saberes que desemboque en una lucha eficaz contra los agrotóxicos. Hablo de eso hoy porque estos días estamos celebrando en La Haya el Tribunal Monsanto, intentando que un tribunal de opinión pública internacional denuncie los crímenes de Monsanto por los daños a la salud que causan sus agrotóxicos.
CONOCER “CON” LA GENTE Y NO SER EXTRACTIVISTAS
Enfocarse en las luchas sociales pensando que hay un único conocimiento válido y que los otros conocimientos no valen es algo así como ser extractivistas. Sí, muchos de nosotros en las Ciencias Sociales somos tan extractivistas como los extractivistas de los recursos naturales. Vamos a una comunidad a hacer una entrevista… ¿Para qué? ¿Para buscar conocimiento? No, el conocimiento es nuestro, lo que vamos a buscar es información. Reducimos el conocimiento que tiene la gente a información. Eso es extractivismo epistémico. No podemos hablar críticamente contra el extractivismo en la economía cuando nosotros los sociólogos hacemos lo mismo al investigar.
Es posible conocer con la gente, a la vez que conocer sobre alguna realidad social. Es posible conocer creando sujetos, a la vez que creando una relación entre sujeto y objeto. Son posibles las metodologías colaborativas, que hoy, en los tiempos de la revolución informática, en los tiempos de Internet, pueden ir más allá de lo que grandes maestros de este continente, Orlando Fals Borda y Paulo Freire, nos enseñaron.
UNA SOCIOLOGÍA DE LAS AUSENCIAS
Es necesario que nos demos cuenta que nuestro conocimiento científico eurocéntrico está dominado por lo que llamo una línea abismal que establece una frontera que viene del colonialismo y que se mantiene hasta hoy, que separa lo que sucede en la sociedad metropolitana y lo que sucede en la periferia, tal como separaba lo que sucedía en la metrópoli y lo que sucedía en las colonias. Ahora ya no son colonias territoriales, son colonias sociales, son colonias epistémicas.
Seguimos viviendo con esta línea abismal que no vemos. Y porque no la vemos no podemos hacer lo que también es mi propuesta: una sociología de las ausencias. Debemos estudiar lo que está invisible, lo que está ausente. Tenemos que asumir otro conocimiento porque el nuestro no sirve y no nos ayuda a ver lo que está ausente. Es casi un oxímoron pensar que vamos a hacer una sociología de las ausencias… porque, ¿cómo se hace sociología de lo que no existe?
VIVIMOS EN DOS MUNDOS SEPARADOS POR UNA LÍNEA ABISMAL
Esta línea abismal en la que el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado están presentes significa básicamente una distinción entre dos tipos de exclusión social en un mismo país. En la sociabilidad metropolitana hay, por supuesto, exclusiones: obreros que tienen derechos pero que son explotados por sus patronos, mujeres que trabajan en una empresa y ganan menos que los hombres que hacen el mismo trabajo… Hay exclusiones, pero hay derechos. Son exclusiones no abismales o no radicales. Pero del otro lado de esa línea, en la sociabilidad colonial, no hay derechos, lo que hay es apropiación y violencia. Del otro lado está el campo de las exclusiones abismales, de las exclusiones radicales.
Nuestras sociedades están divididas en dos mundos: el mundo de la sociabilidad metropolitana, que tiene algunos derechos, que está dominado por lo que llamo una tensión entre regulación y emancipación. Y al otro lado de la línea está el mundo de la sociabilidad colonial, donde la exclusión es abismal, donde no hay regulación y emancipación, sino apropiación y violencia.
Les doy dos ejemplos. Una mujer que trabaja en una empresa puede ser víctima de acoso sexual en esa empresa, va a los tribunales y el responsable puede ser juzgado. Esa mujer gana por el mismo trabajo que hacen los hombres un salario inferior y es víctima de discriminación salarial y reclama por la equidad. Pero cuando esa mujer sale de la empresa cruza la línea y en las calles, hasta en su casa, puede ser víctima de violación sexual y hasta de muerte. En el mismo día esa mujer atravesó la línea abismal: la empresa donde hay algunos derechos y las calles donde sólo hay apropiación y violencia.
En nuestro tiempo una gran cantidad de personas vive diariamente ese ir de una sociedad metropolitana a una sociedad colonial. Un joven árabe que hoy está empleado en un restaurante en París, en Madrid o en Lisboa tiene derechos laborales, aunque quizás no gana mucho. Ese joven sabe que al salir a la calle la policía lo criminaliza por ser islámico, porque puede ser un terrorista, lo puede insultar -como se insulta a una mujer islámica que va con el velo- y hasta lo pueden matar.
LA LÍNEA DEL “NO SER”
Tenemos en nuestras sociedades formas de exclusión abismal, donde hay apropiación y violencia. Y por eso vemos que hoy la democracia coexiste con el fascismo y tenemos sociedades políticamente democráticas y socialmente fascistas. Coexisten la democracia política y el fascismo social.
Analizar esto es difícil para nosotros porque nuestros instrumentos de análisis nunca habían visto esa división. Y por eso, nosotros, que nacimos científicamente después de las independencias, nunca pensamos que nuestra teoría fuera colonial. ¿Dónde está el colonialismo en Max Weber, en Durkheim? ¿Y en Marx, sobre el que tenemos tantas dudas sobre su concepción del colonialismo?
Hemos pensado que todo en nuestras sociedades se movía entre regulación y emancipación. Pero no, en todas nuestras sociedades hay regulación-emancipación en un lado y en el otro lado lo que hay es apropiación y violencia. Y la gente pasa continuamente de un lado a otro de esa línea.
Un joven negro en Estados Unidos está en su habitación y en su escuela y allí tiene derechos, pero al salir a la calle todos los días es víctima de violencia y hasta lo pueden matar. Todos los días pasa lo mismo en Salvador de Bahía, una de las ciudades más racistas de Brasil. Todos los días mueren allí negros… cuando atraviesan la línea abismal. Cuando uno cruza esa línea entra en la zona que Frantz Fanon llamaba la zona de “no ser”. Cuando la traspasas no eres un ser humano con derechos. Una mujer víctima de violación y femicidio no es un ser humano, es una propiedad para la violencia, ha sido víctima de apropiación y de violencia.
LLEGÓ EL TIEMPO
Amigos y amigas, pienso que tenemos por delante tareas enormes. Imaginemos que empleamos otras metodologías y si lo hacemos todo cambiará.
No podemos separar nuestras vidas de nuestros métodos. Somos artesanos. No somos mecánicos de metodologías sociológicas. Tenemos que trabajar nuestro oficio como artesanos. Tenemos que correr riesgos en nuestro trabajo con las poblaciones. Y enseguida se notará cuando nuestros datos vienen de espacios en que corrimos riesgos, en los que hay riesgos para nosotros. Y es por eso que nuestros cuerpos, nuestros gestos, nuestras maneras, nuestros sentidos de sociólogos también deben ser descolonizados.
Tenemos que descolonizar nuestros ojos, nuestros oídos, nuestras maneras de tocar y de sentir. Sabemos oír, pero no sabemos escuchar, mucho menos escuchar profundamente y escuchar los silencios. Escuchar lo que la gente ya no logra decir porque la opresión viene de hace tanto tiempo que a veces no tiene palabras.
Recuerden cuando llenan con la gente un cuestionario o hacen una entrevista semi-estructurada, como las llaman… Si la gente se calla nos ponemos nerviosos… Y a veces, cuando guardan silencio es cuando tienen mucho que decir. Pero nosotros tenemos avidez de nuestro tiempo, tenemos lo que nos enseñaron en la facultad, lo que yo enseñé a mis alumnos durante mucho tiempo: la diferencia entre lo que es la información relevante y lo que es la información no relevante. La señora que estás entrevistando y te empieza a contar de sus hijos, de su marido, de sus supersticiones, de su vida… Y “eso no es relevante para mi tesis, no es relevante para mi trabajo” y no la escuchas, estás distraído… Tienes claramente una mentalidad extractivista. Para el extractivismo lo relevante es el dinero y la información relevante. Lo otro no vale nada.
Debemos democratizar la sociedad, descolonizarla, desmercantilizarla, despatriarcalizarla. Tenemos que hacer lo mismo con nuestras Ciencias Sociales. Y eso nos exige hacer un gran trabajo en nosotros mismos. En algún tiempo formamos en nuestras Universidades a rebeldes, muchas veces incompetentes. Hoy cada vez más formamos a más conformistas, competentes o incompetentes. Ahora llegó el tiempo de formar a rebeldes competentes.
DOCTOR EN SOCIOLOGÍA POR LA UNIVERSIDAD DE YALE,
CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA
EN LA UNIVERSIDAD DE COIMBRA
Y EN LA UNIVERSIDAD DE WISCONSIN-MADISON.
RESPONSABLE DEL PROYECTO EUROPEO ALICE
alice@ces.uc.pt.
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