Nicaragua
ELECCIONES MUNICIPALES 2017 Tres Nicaraguas, tres escenarios diferentes
El 5 de noviembre
los nicaragüenses estaban convocados nuevamente a las urnas
para elegir autoridades municipales.
En el Pacífico y Occidente, en la Nicaragua urbana,
la gente volvió a rechazar el sistema electoral con una masiva abstención.
En zonas de la Nicaragua campesina la gente lo rechazó
votando contra el FSLN.
Y en esa otra Nicaragua, que es el Caribe,
las elecciones hicieron estallar más violencia.
Así, en el idéntico escenario del ya colapsado sistema electoral,
que alteró resultados en las tres Nicaraguas,
vimos tres escenarios diferentes.
Equipo Envío
Aliados empresariales del gobierno y cabilderos de la cúpula empresarial en Washington, que trabajan para evitar que se apruebe la Nica Act que sancionará al gobierno de Daniel Ortega por su deriva anti-democrática, compartían muchas expectativas sobre el desarrollo de las elecciones municipales del 5 de noviembre y sobre la evaluación que haría de ellas la misión de observación de la OEA. En varios territorios de Nicaragua la expectativa de la población simpatizante de los dos partidos liberales con posibilidades de disputarle alcaldías al partido de gobierno era otra: qué plazas municipales conseguirían a pesar del deteriorado sistema electoral.
Cerrando este texto apenas diez días después de concluidos los comi¬cios, presentes aún las protestas y la violencia post-electoral en varios municipios, el desarrollo de estas elecciones, sus resultados y su evaluación por la OEA no permiten hacer pronósticos claros sobre cómo influirán estas elecciones en lo que sucederá en los próximos meses en Nicaragua. Aunque han sido unos comicios que dieron más que lo que de ellos se esperaba, todo es aún gris y muy incierto.
HABLAN LOS OBISPOS
Quince días antes de las elecciones, la Conferencia Episcopal de Nicaragua, logró consenso para emitir un mensaje que iba más allá del evento electoral para, tácitamente, llamar a la reflexión y a la participación sobre lo que está ocurriendo en el país y lo que vendrá después.
Los obispos no perdieron palabras en volver a repetir las críticas que hicieron en años anteriores al sistema electoral y al modelo de gobierno. Simplemente, afirmaron que los problemas siguen siendo los mismos y remitieron a los lectores a lo que dijeron en septiembre de 2012, antes de las elecciones municipales de aquel año, en el comunicado que titularon “Podemos tener una patria mejor” (Envío octubre 2012) y al documento que le entregaron a Daniel Ortega en mayo de 2014 que titularon “En búsqueda de nuevos horizontes para una Nicaragua mejor” (Envío junio 2014).
En su mensaje, recogen esta cita del Papa Francisco: “En el contexto del mundo actual, en el que la política goza de tan baja estima, nos apremia un estilo de políticos que sirvan a los ciudadanos con misericordia y así desmientan la falacia que presenta a la política como una jauría de depredadores”. Las otras seis citas de Francisco que incluyeron en el texto están dedicadas a realzar el valor de la política y el deber de participar que tiene la ciudadanía.
“NO ESPEREMOS SITUACIONES EXTREMAS PARA DESPERTAR”
Los obispos reconocen lo que es innegable: “Percibimos y tenemos conciencia de que los tiempos que vivimos no son fáciles, pueden parecer incluso desoladores”. Señalan que en el país hay “desaliento, desmoralización, pesimismo y desesperanza” y que “el desaliento conduce a refugiarse en sí mismos, a crear una burbuja de autoprotección que termina en una ceguera social”. Advierten con preocupación: “No debemos esperar llegar a situaciones extremas para despertar la conciencia de responsabilidad en las cuestiones políticas y sociales”. Y alientan a la acción: “Nunca olviden que somos nosotros, el pueblo nicaragüense, quien tendrá la última palabra y podrá decidir el horizonte que el país deba tomar. La fuerza que transforma una sociedad es la del pueblo que, animado por la justicia y la libertad se edifica en las virtudes del bien común, la verdad y la justicia social. Seamos actores y no espectadores”.
En esta ocasión, a diferencia de lo que dijeron en un mensaje similar antes de las elecciones presidenciales de 2016, los obispos no llamaron a votar, tampoco a no votar. Ni siquiera se refirieron, como hace un año, a la libertad de conciencia de cada persona para decidir qué hacer. El texto llama al quehacer ético ante el incierto futuro del país.
ABSTENCIÓN EN UNA NICARAGUA
La masiva abstención en las elecciones presidenciales de 2016, en las que Daniel Ortega se reelegía por segunda vez, fue calculada por organismos independientes entre un 65-70% y causó sorpresa a Ortega y hasta a los mismos abstencionistas. Fue un fenómeno inédito en los recientes anales electorales de Nicaragua.
La principal razón de la ausencia a las urnas en esa ocasión hay que buscarla, principalmente, en la serie de hechos ocurridos unos meses antes, que iniciaron cuando el CSE (Consejo Supremo Electoral), controlado por Ortega, anuló arbitrariamente la participación del grupo opositor, Coalición Nacional por la Democracia, que se había posicionado como una opción haciendo de los comicios un evento con cierta competencia, a pesar de la falta de credibilidad que ya acarreaba todo el sistema electoral.
Esta vez la abstención, similar o superior, volvió a ser patente en todo el Pacífico y Occidente del país, donde están los territorios más urbanos de Nicaragua, en los que el partido de gobierno ha invertido más en programas sociales y en infraestructura.
La abstención, un fenómeno multicausal, que fue de nuevo masiva, tuvo que ver con el hastío de los votantes con lo rutinario y ya sabido del modelo electoral que se ha impuesto y que provoca en cada vez más gente eso que escuchamos con tanta frecuencia: “para qué ir a votar si ya sabemos quién va a ganar”.
CENTROS DESOLADOS EN LA NICARAGUA URBANA
En la Nicaragua urbana se repitió el escenario de 2016: ninguna fila en las afueras de los centros de votación, juntas receptoras de votos desoladas, votantes a cuentagotas y los más de 100 mil funcionarios presentes en centros y juntas (miembros de mesa, procuradores electorales, fiscales de partidos, policías electorales…) aburridos por la desestimulante tarea de estar sin hacer nada, sólo esperando votantes durante once horas del día. Al final de la tarde las boletas, 400 en cada junta, permanecían casi intactas en la Nicaragua abstencionista.
El CSE cifró la participación en casi el 53% de la población apta para votar a nivel nacional. Roberto Rivas, magistrado presidente del CSE, no renunció, como hace siempre, a adornar la cifra oficial que brinda: “Es la elección municipal en la que más gente ha participado”. El porcentaje no resulta creíble, teniendo en cuenta que en la Nicaragua urbana vive la mayoría de la población votante, que fue la que se abstuvo.
En cualquier caso, resulta imposible saber con certeza cuál fue la cifra exacta. Desde 2008 ningún número de los que publica el CSE es auditable, ninguno tiene cómo comprobarse de forma fehaciente.
ORTEGA Y LA ABSTENCIÓN
Antes de que el CSE anunciara la cifra oficial de participación fue Daniel Ortega quien se refirió a la abstención, asumiendo implícitamente que le preocupa. Aunque aún faltaban tres horas para cerrar los centros de votación, ya era evidente que en Managua y en otras ciudades la gente no estaba saliendo a votar.
Aunque a Ortega le favorece aritméticamente la abstención porque aumenta el porcentaje con el que ganan sus candidatos, no le beneficia políticamente porque la desolación en las juntas evidencia el problema de fondo que tienen los comicios en Nicaragua: falta de legitimidad del proceso y de sus árbitros, La aridez de votantes le preocupa también porque incrementa sus desconfianzas: tan alto nivel de abstención expresa rechazo, hartazgo, oposición larvada o explícita y, sobre todo, no podría ser tan numerosa sin que a ella cooperaran militantes y simpatizantes del FSLN: los “históricos”, cada vez más alejados de la cúpula gobernante, y también los de las nuevas camadas jóvenes, poco motivados a hacer el “esfuerzo” de salir en domingo a votar cuando ya se conocen los resultados.
ABSTENCIÓN ES CONFRONTACIÓN
Daniel Ortega utilizó una sui generis interpretación histórica para expresarse contra quienes promueven la abstención y, por extensión, contra quienes no votan.
Señaló que en las elecciones de 1990, en las de 1996 y en las de 2001 -elecciones presidenciales en las que él perdió como candidato del FSLN- nadie llamó a la abstención, para sacar la conclusión de que “quienes promueven la abstención sólo tienen como alternativa la confrontación”, afirmando que “hoy más que nunca tenemos que reivindicar las elecciones y las votaciones como la única ruta posible para producir cambios, para elegir autoridades y fortalecer la paz”.
Cerró sus palabras orando por la paz con una de las frases de la conocida plegaria de Francisco de Asís. Y ya no interpretando la historia, sino la realidad actual, afirmó que “quienes más alimentan la confrontación y el odio son los que no vivieron la guerra, los que se fueron al exilio”. En contraste -dijo-, quienes se quedaron viven otra realidad: “En las zonas de guerra, donde nos confrontamos, donde corrió la sangre, el dolor en las familias nicaragüenses, nos hemos ido hermanando, nos hemos ido reconciliando, nos hemos ido encontrando”.
LA DECISIÓN DE VOTAR EN LA NICARAGUA RURAL
Fue precisamente en esa Nicaragua campesina que vivió la guerra de los años 80, en esa zona conocida como “el corredor de la Contra”, una franja de territorios de tradición liberal que atraviesa en diagonal el país, desde el norte al Caribe, donde el escenario era otro al que vimos en la capital y en las cabeceras y ciudades de los departamentos del Pacífico y del Oriente.
En varias zonas rurales se vio una importante movilización de votantes, pero así como no existen cifras exactas sobre la abstención, tampoco existe la que nos mostraría el contraste entre los municipios de una Nicaragua y los de la otra. Ese contraste entre desolación y participación fue una característica importante de estas elecciones.
En esa otra Nicaragua, en esos territorios donde habría competencia entre alguna de las dos formaciones liberales, PLC y CxL (nuevas siglas de lo que fue el PLI, partido que dirigió Eduardo Montealegre hasta que en junio de 2016 el CSE lo anuló) se vivieron vísperas de gran tensión y hasta de efervescencia electoral. Fue en esa otra Nicaragua donde la gente que decidió votar lo hizo enfrentando la militarización de su territorio, intimidación y amenazas.
La razón de este contraste es que en esa Nicaragua campesina es donde el dolor y la sangre, las heridas de la guerra de los años 80 siguen abiertas y no fue poca la población que apostó con su voto a lograr la “seguridad política” que al menos les da que la alcaldía no siga o no quede en manos de los secretarios políticos del FSLN, amos y señores de los municipios que controla el partido de gobierno. Es en esa Nicaragua donde las generaciones jóvenes han escuchado de sus mayores lo que sucedió en la guerra. Es allí, donde inició la Resistencia, donde se vienen acumulando decepciones y resentimientos, que en esta ocasión alimentaron el deseo de votar.
CARIBE: TERCERA NICARAGUA
El FSLN llegó a estas elecciones municipales gobernando 132 de las 153 alcaldías. Llegó sabiendo que, ante la presión externa de Estados Unidos y ante el temor interno de sus aliados empresariales por las sanciones económicas que llegarán desde el Norte, debía moderar su voracidad, que le animaba a hacerse con el control de todos, o de casi todos, los municipios del país. Debía ceder algunos para barnizar de legitimidad la contienda, después de la ilegitimidad que cubrió las elecciones presidenciales de 2016.
Las plazas que no estaba dispuesto a ceder el FSLN fueron las cabeceras departamentales. En las 15 ganó, incluida Bilwi, cabecera del Caribe Norte, tradicionalmente en manos del partido indígena Yátama. Y no le bastó eso en el Caribe: las otras dos alcaldías que gobernaba Yátama, Waspan y Prinzapolka, pasaron también a manos del FSLN.
Desde hace mucho las comunidades del Caribe Norte están viviendo situaciones de tensión permanente. Las elecciones municipales han sido “gasolina sobre el fuego”. Han ahondado la crisis en esa “tercera Nicaragua” que es el Caribe, donde la abundancia de recursos naturales, el modelo extractivista y la “autonomía domesticada” -como explican cuatro intelectuales costeños en páginas siguientes de este mismo número de Envío-, complican el escenario hasta dimensiones cada vez más peligrosas.
LAS TÁCTICAS EN LA NICARAGUA QUE VOTÓ
En las zonas campesinas, donde Ortega dijo que hay un “hermana¬miento”, el CSE y los secretarios políticos del FSLN emplearon, entre otras, cuatro tácticas a su favor: una para desestimular a los votantes identificados como opositores y varias para estimular el voto múltiple de los identificados con el partido de gobierno.
Para desestimular a los adversarios del FSLN, el CSE empleó en abundancia el “ratón loco”: en municipios donde las elecciones se preveían reñidas, a personas que siempre han votado en un determinado centro se las eliminó del padrón y se las enviaba a votar a otros lugares, a veces muy distantes, siempre más difíciles de llegar en zonas rurales. CxL documentó en centenares los afectados por esta modalidad del fraude en los pequeños municipios de El Coral y El Ayote (Chontales).
En Rancho Grande, una plaza en manos del FSLN, en la que la lucha contra la minería organizó a mucha población para votar por el candidato del PLC, representantes de esa opción comentaron al CENIDH (Centro Nicaragüense de Derechos Humanos) que la cantidad de afectados por el “ratón loco” llegó a 3 mil personas. En el Triángulo Minero (Siuna, Bonanza y Rosita) fueron también centenares los campesinos a los que se les aplicó esta artimaña.
Para estimular el voto múltiple de quienes apoyan al FSLN se emplearon varias tácticas, que reportaron periodistas independientes y Panorama Electoral -un consorcio de 6 organizaciones sociales que movilizó a 400 observadores voluntarios-. Una fue el uso de dos tipos de tinta para manchar el dedo pulgar del votante e impedir que vote de nuevo; una de las tintas se borraba con facilidad y se aplicó a discreción.
Otra fue el acarreo o “pastoreo” de contingentes de militares y policías de un centro de votación a otro para que votaran varias veces, con el añadido de que la presencia de las filas de uniformados resultaba intimidante.
Y otra, aplicada por primera vez en estos comicios, fue un carnet amarillo firmado por las autoridades electorales que acreditaba a las personas que lo tenían como “personal auxiliar del CSE”. La tarjeta les permitía circular de un centro de votación a otro y votar en todos. El jurista liberal José Pallais mostró en la televisión esas tarjetas y dio información sobre su uso.
LAS ACTAS DE ESCRUTINIO
Al frente de la misión de observación de la OEA, Wilfredo Penco aseguró al iniciarse las votaciones el domingo que el CSE publicaría de inmediato los resultados electorales en su página web, incluídas las actas de escrutinio de cada junta receptora de votos.
Esto, establecido en la Ley Electoral, no lo cumplía el CSE desde las fraudulentas elecciones municipales de 2008. Fueron las actas de escrutinio en manos de buen número de fiscales las que permitieron documentar aquel fraude.
Cumpliendo lo dicho por Penco, desde el 6 de noviembre la página web del CSE fue dando resultados por departamentos, por municipios, por centros de votación y por juntas, pero todos los dio en porcentajes y con el “gráfico de pastel”. En el caso de las actas de escrutinio, darlas así, y no fotografiadas, como ha sido un reclamo constante, permitió a estructuras departamentales y municipales del CSE, todas controladas por el FSLN, alterar aritméticamente resultados en varios municipios, sin que se puedan contrastar con las actas en papel que conservan los fiscales del PLC o de CxL, que tienen otros números. Panorama Electoral no estuvo presente en ningún conteo de los votos, cuando se elaboran las actas de escrutinio, porque el CSE no acreditó a sus observadores.
EL DÍA DESPUÉS
La no publicación de las actas fotografiadas, y por eso, imposibles de contrastar los porcentajes que presenta como definitivos el CSE con los de los fiscales de los dos partidos liberales, provocó impugnaciones, marchas, protestas y conflictos de distinto nivel de violencia en varios municipios, que se resolvieron todos a favor del partido de gobierno.
Sucedió esto en Jalapa y otros municipios de Nueva Segovia. En La Concepción (Masaya), en San José de Bocay (Jinotega), en El Coral (Chon¬tales), en San Dionisio y Rancho Grande (Matagalpa), en Corn Island (Caribe Sur). También hubo protestas en las alcaldías de la ruta del fenecido Canal interoceánico, las más violentas en San Miguelito y en la comarca El Tule (Río San Juan).
VIOLENCIA EN EL CARIBE
Las mayores protestas y la mayor violencia se vivieron en el Caribe Norte (Sandy Bay, Bilwi, Waspan). Yátama, que venía advirtiendo de lo que estaba haciendo el FSLN para comprar votos de los costeños, desconoció inmediatamente los resultados, desatándose protestas que terminaron con cuatro personas muertas, heridos, lesionados, detenidos e infraestructuras incendiadas, ante la indolencia, o incluso la complicidad, de la Policía.
Según la dirigente y diputada de Yátama, Elizabeth Enríquez, la tensión inició en Bilwi el propio domingo. Calculó que a más de 700 personas se les aplicó el “ratón loco” en una sola junta de Bilwi. Como respuesta a las protestas, simpatizantes del FSLN pegaron fuego lunes a la Casa Verde, casa comunal de la población mískita, donde quemaron computadoras, actas de escrutinio y archivos. También incendiaron la radio comunitaria mískita y destruyeron la estatua de Miskut, héroe ancestral del pueblo mískito. “El Frente anunció que aunque lloviera sangre ganarían Bilwi, Prinzapolka y Waspan, nuestras tres alcaldías -dijo Enríquez-. Quieren regresar a la década de los 80… Es por la tierra para seguir invadiendo nuestras tierras”.
NO FUE UNA FIESTA CÍVICA
Como resultado de las protestas, y a diez días de los comicios, se contabilizaban 7 muertos, decenas de personas heridas, lesionadas, maltratadas, detenidas, desaparecidas y huyendo en los territorios de la Nicaragua campesina que decidió votar y en el Caribe.
El Comisionado de la Policía Nacional Francisco Díaz afirmó que todos fueron “incidentes aislados protagonizados por simpatizantes de Yátama, PLC y CxL”, cuando fue pública, tanto la pasividad de la Policía, como la participación de simpatizantes del FSLN en todos los altercados violentos, estrechamente vinculados a los procesos de escrutinio en los que el partido de gobierno manipuló cifras, secuestró actas, y valiéndose del control de todas las estructuras electorales, decidió con cuáles alcaldías se quedaba y a cuáles no le quedaba más remedio que renunciar.
Uno de los casos emblemáticos de la pasividad de la Policía y de la participación de simpatizantes del FSLN fue el asesinato en Yalí (Jinotega) de dos miembros de CxL, cuando en la mañana del 6 de noviembre celebraban su triunfo en la cabecera municipal, uno de ellos sobrino del candidato de CxL. “Nunca había visto a tantas personas, niños y mayores, centenares, llorando todos a la vez por un muerto”, relató un testigo sobre el momento en que el cadáver de este muchacho, Wilder Moreno, 26 años, ya en ataúd entró en el pueblo. Miles de personas acompañaron su sepelio y el del otro asesinado.
EL MAPA DE LOS RESULTADOS
Según el CSE, el PLC quedó como segunda fuerza en número de votos totales y en número de alcaldías: 11. Retuvo las 3 que ya gobernaba: Bocana de Paiwas y La Cruz de Río Grande (Caribe Sur) y Muelle de los Bueyes (Chontales); ganó 5 que eran gobernadas por los liberales del PLI: San José de los Remates (Boaco), El Tortuguero (Caribe Sur), Mulukukú (Caribe Norte), Santo Domingo (Chontales) y Ciudad Antigua (Nueva Segovia). Y ganó 3 que el FSLN gobernaba desde 2012: Camoapa (Boaco), Wiwilí (Jinotega) y La Trinidad (Estelí).
Ciudadanos por la Libertad ganó 6 alcaldías. Retuvo 2 de las 13 que había ganado en 2012: San Pedro de Ló¬vago (Chontales) y Pantasma (Jinote¬ga). Y ganó 4 que el FSLN gobernaba: San Sebastián de Yalí y El Cuá (Jinote¬ga), Murra (Nueva Segovia) y El Almendro (Río San Juan).
Los liberales de ALN, por el liderazgo del candidato que presentaron, ganaron Cuapa (Chontales).
El FSLN gobernará 135 de las 153 alcaldías: las que ya gobernaba, todas las 15 cabeceras departamentales, las 3 que le arrebató a Yátama (Bilwi, Was¬pam y Prinzapolka) y las 5 que le arre¬bató a CxL: San José de Bocay (Jinotega), Río Blanco y Waslala (Ma¬ta¬galpa), Villa Sandino (Chontales) y Wiwilí (Nueva Segovia)
El mapa de los resultados electorales oficiales demuestra que las alcaldías que los liberales del PLC o los de CxL ganaron en la Nicaragua campesina están casi todas en el corredor de la Contra, en donde inició el movimiento armado contra la Revolución en los años 80.
Algunas son plazas importantes por sus recursos, otras por el número de sus habitantes, otras por su importancia simbólica en aquella guerra, como Santa María de Pantasma, municipio donde la defensa del voto que organizaron todos los liberales unidos, que llevaban a Óscar Gadea como candidato a la reelección bajo la bandera de CxL, tanto durante la jornada de las votaciones como durante el proceso de escrutinio, fue tan masiva que obligó a las fuerzas antimotines de la Policía a retirarse del lugar.
LA PRESENCIA DE LA OEA
A la presencia de la misión de observación de la OEA en el país apostaba la élite empresarial para mejorar la deteriorada imagen del gobierno Ortega-Murillo por sus reiterados fraudes electorales y por todo lo decidido por Ortega en las de 2016.
Era ésta también la apuesta del mismo Ortega y por eso la invitó a venir. Fue CxL quien más se refirió en sus mensajes a la presencia de la OEA como garantía para que la gente decidiera participar.
La misión de observación de la OEA, integrada por 60 observadores que llegaron a finales de octubre visitó en los 15 departamentos del país 393 centros de votación con 787 juntas receptoras de votos de las más de 13 mil que existen.
La presencia de la OEA no fue determinante para frenar la abstención en una de las Nicaraguas, pero sí pudo haber influido en brindar garantías en los territorios de la Nicaragua que acudió a las urnas.
En Pantasma, el reelecto alcalde Gadea dio testimonio de la comunicación que mantuvieron los observadores de la OEA con los candidatos liberales en el departamento de Jinotega.
La presencia de la OEA en las zonas de guerra de Nicaragua desde los primeros años de la postguerra, a través de la CIAV (Comisión de Apoyo y Verificación) de los acuerdos de paz, pudo haber influido en que la población se sintiera con más garantías para participar.
EL INFORME PRELIMINAR DE LA OEA
El 7 de noviembre Wilfredo Penco dio a conocer el primer informe preliminar de la OEA. El cuidado y balanceado lenguaje del texto deja claro que la OEA se impuso límites en la evaluación del proceso, con el objetivo de dedicarse a su priorizada tarea: lograr sanear el sistema electoral en los próximos tres años, según establece el memorándum firmado entre Daniel Ortega y el secretario general de la OEA, Luis Almagro en febrero de 2017 para que las elecciones presidenciales de 2021 tengan un perfil muy distinto a las de los últimos diez años.
La publicación inmediata de los resultados en la página web del CSE fue seguramente pactada entre la OEA y Ortega, que aceptó eso para barnizar de algo de legitimidad estos comicios, aunque seguramente con el limitante que impuso Ortega a la publicación exacta de las actas de escrutinio, un elemento clave para detectar las maniobras fraudulentas, realizadas sin escrúpulos en un buen número de municipios.
En síntesis, el informe preliminar de la OEA afirma haber identificado “avances importantes” en el sistema electoral nicaragüense y “debilidades propias de todo proceso”, para concluir que, en cualquier caso, “no han afectado en lo sustancial la voluntad popular que se manifestó en las urnas”.
“La votación -dice el informe- transcurrió de manera tranquila, fluida, pacífica y sin mayores incidentes”. Se refiere el texto a los incidentes de violencia “aislados” que se produjeron después y, además de “lamentarlos”, “solicita a las autoridades que realicen las investigaciones correspondientes y que castiguen a los responsables de los crímenes”. También dijo Penco que habían recibido unas 800 denuncias y que correspondía al CSE analizarlas y resolverlas. El informe final de las elecciones será presentado en diciembre en Washington en la sede de la OEA.
LA OEA SEÑALA UN SINNÚMERO DE PROBLEMAS
El informe de la OEA afirma: “Existe espacio para fortalecer el ámbito legal, técnico, procedimental, tecnológico y humano, de los procesos electorales de Nicaragua” y que “el sistema electoral nicaragüense se beneficiaría de una reforma electoral comprehensiva que abarque diversos temas. Es necesario un marco jurídico y administrativo de carácter permanente, que brinde mayor confianza y seguridad a las fuerzas políticas y a la ciudadanía”.
El informe también dice que la misión realizó “un análisis integral del proceso”. Y señala recomendaciones “preliminares” para mejorar el sistema electoral de Nicaragua, refiriéndose a un sinnúmero de problemas. Son observaciones y recomendaciones ya hechas al deteriorado sistema electoral nicaragüense por la misión del organismo regional que estuvo hace ya cinco años observando las elecciones municipales de 2012. Ninguna de ellas las ha cumplido el gobierno.
Además de reformar “comprehensivamente” la Ley Electoral, la que surgió del pacto entre Alemán y Ortega, la OEA recomienda también la elaboración de una Ley de Partidos Políticos.
“LA OEA BRINDÓ TRANSPARENCIA”
El informe de la OEA fue felicitado por el gobierno y por el presidente del COSEP, José Adán Aguerri, que lo consideró “profesional”. Entre los grupos sociales y políticos críticos del gobierno se multiplicaron otras consideraciones: “tiene vacíos”, “es impecablemente diplomático”, “no tocó fondo”, “es técnico y no político”… La embajadora de Estados Unidos en Managua, Laura Dogu, dijo que tienen que “procesar” sus contenidos.
El Departamento de Estado expresó “preocupación por las persistentes deficiencias en el proceso democrático de Nicaragua”, pero reconoció que la misión de la OEA “brindó la requerida transparencia”, dando a entender, en una primera lectura y con esta frase, que existe unanimidad de criterios y propósitos entre el Departamento de Estado y la OEA para “resolver” el caso de Nicaragua.
¿Habrán filtrado los cabildea¬do¬res de Ortega en Washington al man¬da¬tario lo que diría el Departamento de Estado? El “timing” permite espe¬cu¬larlo. Porque poco antes de que se hiciera público el comunicado del Departamento de Estado, Daniel Ortega ya estaba comprometiéndose a reformar el sistema electoral.
ORTEGA: “MEJORAREMOS NUESTRO MODELO”
En un acto para celebrar las victorias municipales del FSLN, Daniel Ortega, después de referirse de nuevo el abstencionismo, señalando que en las elecciones municipales de Costa Rica vota sólo el 18-22%, y criticando el modelo de Estados Unidos porque quienes deciden son los colegios electo¬rales y no los votantes, dijo que en Ni¬caragua “tenemos nuestro modelo, lo seguiremos desarrollando y seguiremos trabajando para irlo mejorando de acuerdo a nuestras posibilidades”.
Afirmó que ya le había comunicado a Wilfredo Penco la voluntad de mejorar “su” modelo, aunque no dejó de aclarar que “esas posibilidades significan dinero”. La próxima elección en la que el modelo de Ortega estará, según dijo el mandatario, “mejorado, más perfeccionado, más fuerte y seguro” serán la elecciones para autoridades regionales del Caribe.
¿Es creíble su compromiso, tratándose de que la “mejora” se estrenará en el Caribe, donde tanta violencia hubo ahora? De inmediato habló a nombre de la “tercera Nicaragua” la representante del partido indígena Yátama, Nancy Elizabeth Enríquez, afir¬mando que la mejora prometida por Ortega debe empezar por revertir los resultados que el FSLN alteró en el Caribe Norte.
“HAY QUE APROBAR LA NICA ACT”
La promotora de la Nica Act, la congresista Ileana Ros-Lehtinen, se mantuvo en su posición inicial: “Los resultados de las elecciones municipales nicaragüenses no fueron sorprendentes dado que el sistema electoral sigue siendo corrupto y carece de transparencia en manos de la dinastía Ortega”, dijo en su comunicado, publicado al mismo tiempo que el del Departamento de Estado.
Se refiere así al informe de la OEA: “No nos dice nada nuevo”, pues sus recomendaciones son las de años anteriores. Y añade: “Está bien documentado que la familia Ortega no ha implementado ninguna reforma. El régimen de Ortega ha seguido socavando los principios democráticos al gobernar con mano de hierro controlando el consejo electoral, el poder judicial y cualquier otra institución en Nicaragua a fin de consolidar más poder”. Y saca la conclusión: “Para incentivar las reformas al sistema electoral en Nicaragua y responsabilizar al régimen de Ortega por sus abusos con¬tra los derechos humanos, debemos aprobar la Ley Nica”.
PREGUNTAS SIN RESPUESTAS
Terminamos el año 2017 y entramos en 2018 cargados de preguntas sin respuestas en un horizonte desdibujado y gris. En el caso de Nicaragua, la política de Estados Unidos, ¿se inclinará a la mano dura, como lo está haciendo ya con Venezuela y con Cuba o será más flexible? ¿Logrará el informe de la OEA convencer a los senadores que no¬ veían tan claro el aprobar la Nica Act?
¿Y logrará el informe evitar lo otro, esa lista que no depende de la aprobación de la Nica Act y que podría sancionar a nicaragüenses, como ya lo está haciendo con venezolanos?
Hay otras listas que Estados Unidos ya está activando y vendrían por otras vías. ¿Por la de sanciones contra la estatal petrolera PDVSA, de la que es socio el consorcio Albanisa de Nicaragua, en manos del gobierno? ¿Por la de sanciones del Departamento del Te¬soro a través de la OFAC? ¿Por la aplicación de la nueva Ley Magnitsky, que sanciona a extranjeros vinculados a la corrupción? Ninguna de estas vías re-quiere de la aprobación de la Nica Act y todas pueden tocar a nicaragüenses. ¬
El informe preliminar de la OEA, y seguramente el final, claramente escrito para no afectar los tres años de negociaciones acordados con Ortega, ¿en qué medida harán avanzar esas negociaciones? ¿O el escenario de los próximos años dependerá más de otros factores y se parecerá más al que con realismo describe en páginas siguientes el director de Ética y Transparencia, Roberto Courtney?
Y porque en enero hay cambio de autoridades en algunas alcaldías, surgen otras preguntas. ¿Les quedará a los alcaldes del FSLN alguna autonomía? Pareciera que a partir de ahora carecerán de toda autonomía, como explica el municipalista Silvio Prado en páginas siguientes de este número de Envío. Y las 18 alcaldías que en estos comicios fueron recuperadas al FSLN o conservadas en manos de autoridades liberales, ¿qué niveles de ahogamiento financiero experimentarán desde el gobierno central, que tuvo que aceptar renunciar a ellas? ¿Qué heridas quedarán abiertas en las alcaldías de la Nicaragua campesina donde sí hubo competencia y participación y el CSE alteró los resultados? ¿Y cuánta violencia más lamentaremos en el Caribe?
¿SE CIERRA UN CICLO?
Y el hastío, el desinterés y el desaliento que también reflejaron estas elecciones en la Nicaragua que se abstuvo de votar, ¿se superarán hasta construir una masa crítica que despierte y deje de ser espectadora para convertirse en protagonista, como sugirieron los obispos?
¿Se cierra por fin un ciclo y se abre otro? Y lo más importante, ¿será mejor el que se abra para el pueblo que en las tres Nicaraguas espera una vida mejor?
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