Guatemala
Comentarios al primer discurso presidencial
Con una cierta dosis de demagogia, el discurso de toma de posesión del nuevo Presidente, el general en retiro Otto Pérez Molina, comenzó anunciando: “El cambio ha comenzado, el cambio ha llegado, el cambio que prometimos y por el que yo les di mi palabra”. Pero no es lo mismo invocar y prometer el cambio que realizarlo. Cuatro años de nuevo gobierno lo irán demostrando.
Juan Hernández Pico, SJ
En el Domo de la Zona 13 de la capital de Guatemala, muy cerca del Aeropuerto y del Mercado de Artesanías, y con una impuntualidad de dos horas y media, se celebró la toma de posesión de Otto Pérez Molina, 61 años, general retirado del Ejército, el primer Presidente de carrera militar desde el regreso de la democracia al país bajo una nueva Constitución, en 1985.
También por vez primera se separó el informe del Presidente saliente, pronunciado ante y en el Congreso, de la ceremonia de toma de posesión del Presidente entrante.
LA VICEPRESIDENTATomó posesión ese día Ingrid Roxana Baldetti, nueva Vicepresidenta y primera mujer votada para ese cargo en Guatemala. Baldetti, diputada por el Partido Patriota de Pérez Molina en las dos últimas legislaturas, y hoy secretaria general de ese partido, fue mencionada en su discurso por el nuevo Presidente como una funcionaria “que se hará cargo de velar por la transparencia y por una auditoría social interna, ya que ha estado trabajando con mucha fuerza, en la implementación del gobierno electrónico”.
No mencionó el Presidente la tarea que cumplió Baldetti en el Congreso, también con gran fuerza: obstaculizar, junto con diputados de otras bancadas la aprobación del presupuesto para 2011, obligando al gobierno de Álvaro Colom a trabajar con recursos inferiores a los necesarios, interpelando continuamente a ministros de Colom, que consumieron días preciosos de trabajo legislativos en esas interpelaciones. Roxana Baldetti fue también funcionaria de menor rango en el gobierno de Jorge Serrano Elías (1990-93), derrocado por intento de golpe de Estado al estilo Fujimori.
UN PRESIDENTE
QUE PARTICIPÓ EN LA GUERRA El nuevo Presidente no dejó de recordar que es “plenamente consciente de los sufrimientos que nuestra sociedad ha vivido no sólo por sus carencias y desigualdades, sino sobre todo por un conflicto armado interno de más de 36 años. Me tocó vivir la guerra como la vivió toda mi generación. Me tocó sufrir como sufrió toda mi generación”.
Hubiera sido importante que hablara más ampliamente de lo que ocurrió entre 1960 y 1996 en Guatemala durante el “conflicto armado interno”, eufemismo oficial para designar lo que fue una “guerra” en algunos de los periodos que abarcaron esos 36 años. El nuevo Presidente no recordó en su discurso que él fue miembro de las tropas especiales, los temidos “kaibiles” y también actuó como instructor de kaibiles.
No tuvo más remedio que admitirlo en la entrevista que le hizo para CNN la valiosa periodista Carmen Aristegui. Ella confrontó al ya Presidente electo preguntándole sobre el tipo de instrucción que se daba a estos militares. Su respuesta fue resaltar las condiciones especiales en que actuaban: hambre, falta de sueño y supervivencia en soledad en parajes selváticos. No habló de que descuartizaban animales vivos y los devoraban crudos mientras cantaban consignas pidiendo sangre como parte de su entrenamiento. Aristegui pretendía llegar hasta el dato de los ex-kaibiles incorporados hoy al cártel de Los Zetas en México, conocidos por asesinatos atroces. Cuando lo hizo, el Presidente electo aceptó que conocía los nombres de 13 ó 14 ex-kaibiles unidos a Los Zetas.
No mencionó tampoco el nuevo Presidente que su participación en la guerra incluyó una posición de mando en la fuerza de tarea Gumarkaj en el norte del Quiché -el triángulo ixil- durante lo más duro de una guerra sin cuartel contra guerrilleros y población civil cercana. A “Plaza Pública”, diario digital de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, declaró Pérez Molina que está convencido de que esa población civil era apoyo y escudo de la guerrilla.
“EL CAMBIO HA COMENZADO,
EL CAMBIO HA LLEGADO” Con una cierta dosis de demagogia, el discurso del nuevo Presidente comenzó anunciando: “El cambio ha comenzado, el cambio ha llegado, el cambio que prometimos y por el cual yo les di mi palabra”, añadiendo que la confianza del pueblo con su voto “en este gobierno que hoy comienza representa también una enorme responsabilidad”. Habló de que desde que resultó electo ha ido constatando “un sentimiento generalizado, amplio, entusiasta de las grandes expectativas que la gente tiene sobre los cambios que todos deseamos”. Y subrayó que su insistencia ha sido “en el cambio como herramienta para la construcción de una nueva realidad social. Hablamos de un cambio profundo estructural y no de un cambio cosmético”.
Es importante su aclaración, puesto que “la construcción de una nueva realidad social” puede interpretarse sociológicamente como la construcción de un nuevo imaginario social, sin que se corresponda necesariamente con un cambio de realidad social en el país y en sus estructuras.
El nuevo Presidente llegó más allá en esta constatación: “La gente quiere participar. La gente quiere que Guatemala cambie y está dispuesta a poner la cuota que les toque. Yo les recuerdo: los países han cambiado cuando la mayoría de la población ha dicho que quiere ser parte del cambio como hoy lo estamos sintiendo en Guatemala”. Es inevitable escuchar aquí una referencia subliminal a la “primavera árabe”, a las luchas populares en Túnez, Egipto, Libia y Siria, aunque tal vez no a las protestas activas de “los Indignados” o de los “Ocupantes de Wall Street” y de otros espacios capitalistas.
“PRUEBAS” DEL CAMBIOEl nuevo Presidente habla de ese entusiasmo popular y, sobre todo, de las “decisiones sustantivas en la aprobación del presupuesto de este año” como prueba de que el cambio ya ha llegado. Se refiere al presupuesto del Estado para 2012, aprobado al final de 2011. Ese presupuesto dijo, permitirá “incrementar los recursos que deben ir a propiciar esos cambios, a los que nos hemos comprometido: la verdadera paz, la justicia ágil y eficaz y la seguridad integral que todos ansiamos. El desarrollo social y el desarrollo integral para los que más lo necesitan y el desarrollo económico para todos”.
Omite explicar que aprobar el presupuesto para 2012 fue posible por la cooperación de diputados de otros partidos, incluida la perdedora UNE de Colom, una conducta realmente patriótica, que el Partido Patriota de Pérez Molina negó al gobierno de Colom hace un año, obligándole a gobernar con el presupuesto ya vencido.
POCA ELEGANCIA
Y POCO REALISMO En el discurso de toma de posesión el párrafo, no sólo menos elegante sino también menos realista, fue la descripción totalmente negativa del estado del país al finalizar el gobierno de Colom. Prometió “transparencia para rescatar las instituciones públicas del desorden y la corrupción que las tiene infectadas”.
Pero no se puede hablar de desorden y corrupción en la Cancillería, cuando ha sido el trabajo de Haroldo Rodas, Canciller durante los cuatro años de gobierno de Colom, el que ha logrado que Guatemala haya sido elegida como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU. No se puede hablar tampoco de desorden y corrupción en la elección que hizo de Helen Mack el presidente Colom hace dos años como Comisionada presidencial para la reforma de la Policía. No se puede hablar de desorden y corrupción en el nombramiento que hizo Colom -aunque forzado por la sociedad civil- de Claudia Paz y Paz como Fiscal General y en el apoyo que le dio Colom a su trabajo en el Ministerio Público. Tampoco en el trabajo de cooperación con la DEA estadounidense, que ha dado resultados importantes de captura de drogas en tráfico y de varios capos de diversos carteles, ya extraditados. Y no se puede olvidar que Colom salió airoso de la conspiración que personajes oscuros urdieron contra él con motivo del asesinato del abogado Rosenberg, esclarecido por la CICIG (Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala) como un suicidio escénico para involucrar al Presidente.
Finalmente, tampoco se puede prescindir olímpicamente del esfuerzo que Cohesión Social hizo para aliviar las enormes carencias de grandes mayorías, aun cuando hubiera sospechas de graves desvíos de esos fondos sociales para la campaña electoral de Sandra Torres, hasta abril de 2011 Primera Dama de la República, sospechas que han de ser investigadas y resueltas en los tribunales. Hablando tan absolutamente mal del gobierno anterior, se corre el riesgo de preparar la coartada para un fracaso, en el caso de que no se puedan realizar los cambios prometidos.la alusión a la “profecía” maya.
El nuevo Presidente habló también de dimensionar el “esfuerzo del cambio”, “en un cambio de época a nivel mundial” y en el cambio de era maya, al final de 5,125 años, identificados por él con un nuevo baktun. Como se sabe, la mención del fin de este ciclo maya corresponde en realidad al final de 13 baktunes. Pérez Mollina habló del “inicio de una nueva era de paz, de prosperidad y de esperanza para Guatemala, cuna de la civilización maya”. Siguió, afirmando que “más de la mitad de la población es heredera directa de esa visión de cambios fundamentales en el inicio de una nueva era”. Los últimos censos poblacionales indican que más del 40% de la población guatemalteca es de origen maya.
Estos errores (13 baktunes y no uno e inexactitud demográfica) parecen indicar que en la referencia al fin de un ciclo maya no hubo más que acentos folclóricos. Y aunque afirma que “no hay acontecimiento más significativo en las comunidades indígenas de toda Mesoamérica que el arribo del nuevo baktún”, no hubo en su discurso ninguna promesa de un referéndum para volver a someter a juicio popular el cambio constitucional que reconozca a Guatemala como “multiétnica, pluricultural y multilingüe”.
Tampoco hubo la promesa de cumplir los Acuerdos de Paz que establecen la devolución al Estado de los grandes latifundios apropiados ilegalmente, sobre todo por militares, a ambos lados de la Franja Transversal Norte, para hacer de ellos terreno de realización de una política de desarrollo agrario que favorezca a comunidades indígenas. un país “en quiebra económica”
Después de evocar la paz, la prosperidad y la esperanza de la nueva era, el Presidente hizo otro juicio tremendamente
negativo del gobierno anterior:
“Hoy recibimos un país en crisis, una nación muy cerca de un quiebre económico y moral. Quiebra económica puesto que hoy el nivel de endeudamiento es el más alto de nuestra historia. Encontramos una infraestructura abandonada, destruida, y una deuda flotante sin precedentes, que no pudo definirse con exactitud por los estudios preliminares, ni siquiera en los dos meses de transición, debido al desorden administrativo, financiero y al manejo de programas dirigidos al interior, que se tradujeron en un manejo clientelar y populista, en lugar de llegar a romper el círculo de la pobreza”.
El nuevo Presidente trazó un cuadro tan tenebroso del manejo económico del gobierno de Colom que se acerca a lo increíble. Cuando se lee el libro “Rendición de Cuentas”, de Juan Alberto Fuentes Knight, Ministro de Finanzas en el gobierno de Colom durante dos años y medio, se entiende que las cosas son más complicadas. El “poder de veto del sector privado” en Guatemala es responsable de que la reforma fiscal no se pudiera llevar a cabo. Y ese poder de veto -dice Fuentes Knight- “no es congruente con la democracia ni con el necesario fortalecimiento del Estado”. Los políticos, y especialmente la Primera Dama, Sandra Torres y el propio Colom, así como una mayoría de los diputados que dependen del poder económico privado, tuvieron una gran responsabilidad en esto. Pero el poder económico privado fue determinante. Y ese poder económico estuvo ausente en el discurso de Pérez Molina.
Continuó el nuevo Presidente: “El déficit en la salud, en la educación y en la desnutrición ha alcanzado grandes límites”. En términos de calidad su afirmación es poco discutible. Pero no se puede olvidar que en el gobierno de Colom aumentó notablemente la matrícula de niños y adolescentes en las escuelas y se ordenó la gratuidad. También se expandieron los centros de salud y se hizo obligatoria la gratuidad. Ciertamente, es una terrible realidad la falta de medicamentos y de otros equipos en los centros de salud públicos, más lamentable habiendo sido Vicepresidente de la República el cardiocirujano de fama internacional Rafael Espada, quien -hay que decirlo también- sacó de una emergencia inminente a la unidad de cirugía cardiológica del Hospital Roosevelt.
“UN PAÍS EN QUIEBRA MORAL
Y DE LIDERAZGO”Pérez Molina habló de la quiebra moral y del liderazgo. “Les hablo de una quiebra moral porque los valores tradicionales guatemaltecos casi se han perdido. El concepto de respeto a la autoridad, la justicia y el imperio de la ley han sido sustituidos por una cultura de corrupción e impunidad, que se ha sistematizado, que se ha generalizado”.
Al invocar valores de forma abstracta, el presidente olvida que en Guatemala la autoridad, especialmente la autoridad inscrita en el sistema económico y en su brazo militar, es responsable, según la Comisión de Esclarecimiento Histórico, de horribles masacres y torturas y del 93% de las 200 mil víctimas que nos dejaron los 36 años de la guerra.
Y lo mismo se puede decir de autoridades judiciales, parcial y formalmente inaccesibles a las mayorías pobres e indígenas.
Y de la autoridad de leyes que reforzaron el imperio del actual sistema, que es excluyente, antagónico y conflictivo. No se debe invocar un liderazgo moral sin antes pedir perdón por esa tergiversación moral de la autoridad y por las marcas profundas que ha dejado en la cultura guatemalteca y en su tradición, como lo demuestran los actuales niveles de violencia.
EL “ROL FUNDAMENTAL”
¿DE CUÁL FAMILIA? En su discurso, el nuevo Presidente invocó el rescate “del rol fundamental de la familia como piedra angular de las sociedades”. Una vez más su discurso entró en el terreno del idealismo abstracto. ¿Cuál puede ser el rol fundamental de tantas familias sin independencia económica, a pesar del duro trabajo que desarrollan en los cortes de caña o de café? ¿Cuál puede ser el rol fundamental de tantas familias obligadas a romperse por la migración?
¿Cuál puede ser el rol fundamental de tantas familias que migran a las ciudades para vivir hacinadas en asentamientos precarios, muchas veces lideradas por madres solteras, abandonadas por sus compañeros después de haberlas maltratado a diario? ¿Cuál puede ser el rol fundamental de tantas familias ubicadas en zonas expuestas a deslaves, inundaciones y otras desgracias naturales y sociales, ante las que se encuentran indefensas? ¿Cuál puede ser el rol fundamental de tantas familias de clase media y alta, quebradas por el divorcio o por los “segundos o terceros frentes”, mayormente de los esposos? ¿Cuál puede ser el rol fundamental de las familias ricas y poderosas, que conciben su vida como crecimiento de riqueza, poder y prestigio y no como misión de servicio solidario a las mayorías pobres? Es evidente que hay que rescatar el rol fundamental de las familias, pero sería importante de las familias concretas y reales, y no de las idealizadas.
“UN BARCO A LA DERIVA”
Y LA URGENCIA DE LIDERAZGO Pérez Molina extrajo en su descripción de una situación tan deprimente la urgente necesidad de un liderazgo eficaz: “Si en los últimos años nos sentimos como un barco a la deriva por falta de liderazgo, hoy vengo a reiterar ante ustedes junto con mi equipo nuestro compromiso para proveer a la ciudadanía de ese liderazgo”. Dijo también que a sí mismo y a ese equipo se le va a exigir “dar la cara, tomar decisiones, asumir responsabilidades y ser los primeros en dar ejemplo de honestidad, de trabajo y de compromiso”.
Apunta así Pérez Molina a uno de los mayores déficits del Presidente y de la administración anterior. Desde el primer momento, incluso ya desde el modo algo improvisado como pronunció su discurso de toma de posesión, Álvaro Colom mostró una falta de liderazgo que se tradujo no pocas veces en incertidumbre e indecisión. Le faltó también organizar un equipo ministerial con tiempo y tino. Por eso, fue uno de los Presidentes que más rotación ha provocado al frente de los ministerios. Tuvo también que convivir con el liderazgo de la Primera Dama al frente de Cohesión Social. Eso, como afirma Fuentes Knight en su libro, tuvo consecuencias en la elaboración del presupuesto para 2010 y en la doble cara frente a la reforma tributaria. Y sobre todo -añadimos- en el tragicómico fiasco del divorcio de conveniencia, creyendo que podrán burlar la Constitución que impedía la candidatura presidencial de Torres. Hay que reconocerle al nuevo Presidente la pronta conformación de su equipo ministerial, con las secretarías cercanas a él. Hay que reconocerle una notable capacidad de tomar decisiones. Ojalá no haya que lamentar en el dúo Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, su hasta ahora inseparable Vicepresidenta, una situación política parecida a la de Álvaro Colom y Sandra Torres.
“LA ÚLTIMA GENERACIÓN
DE LA GUERRA” Después de tocar la situación precaria del cumplimiento de los Acuerdos de Paz -”muchas de las causas que dieron origen al conflicto aún están presentes, se ha traicionado el espíritu y parte de los objetivos estratégicos de estos acuerdos”-, el Presidente recordó que él fue representante del Ejército para la negociación y firma de los acuerdos y pidió a Dios “la sabiduría para promover con ahínco la reconciliación verdadera, las fuerzas para atender los rezagos y las injusticias, reparar el tejido social, y los medios para invertir en lo más valioso que tiene Guatemala, que somos los guatemaltecos, para construir una sociedad y una cultura de paz con pleno respeto a los derechos humanos”.
Evidentemente, es muy importante esta declaración. Con gran entusiasmo añadió: “Sueño con que la mía sea la última generación de la guerra en Guatemala y la primera de la paz”. Después, hizo votos porque “las carencias sean cambiadas en oportunidades, y con atención al medio ambiente, sepamos aprovechar nuestros recursos naturales y mostrarnos al mundo como lo que somos”.
UN PACTO POR LA PAZ,
LA SEGURIDAD Y LA JUSTICIA En el centro de su discurso planteó los tres pactos que quiere concertar. Por la paz, la seguridad y la justicia. Contra el hambre. Y por el desarrollo económico y el ordenamiento fiscal. Todos estos pactos, fundamentados en “una visión del cambio sustentada sobre el concepto del Estado de Derecho, el fortalecimiento institucional y el respeto a la ley, que está por sobre todos nosotros…”
“El pacto por la paz, la seguridad y la justicia -dijo- con el propósito de generar conciencia en todos los sectores de la sociedad respecto a los orígenes de la criminalidad y del compromiso que debemos de asumir todos para prevenir el delito, defendernos de los criminales y fomentar nuevos ámbitos de convivencia pacífica. Para esto se hará una amplia convocatoria multisectorial para tener una mesa permanente de discusión multisectorial e implementación de acciones, ampliamente legitimada”.
Sería importante que esta convocatoria a la participación activa de la sociedad no degenere en formación de grupos de “vigilantes” que, para “defendernos de los criminales” propicien tomar la justicia por su mano o realicen tareas de limpieza social. En esto, más que en cualquier otra decisión, es imperativo el respeto al Estado de Derecho.
El nuevo Presidente indicó que el pacto que piensa concretar “permitirá no sólo rescatar la institucionalidad a través del sistema nacional de seguridad, sino también incorporar sugerencias y aportaciones prácticas de administraciones de riesgo. La ejecución de los planes de seguridad ciudadana, fronteriza, y fortalecimiento del sistema nacional de seguridad y justicia, son prioridad”.
Dos veces apareció en este momento el “sistema nacional de seguridad”. Esperemos que sea así, y que no regrese Guatemala al “sistema de seguridad nacional”, del cual tuvimos experiencias terribles en toda América Latina. Sobre esto, hay ciertas sospechas: según algunos medios guatemaltecos, Pérez Molina habría quedado muy impresionado por la política de seguridad de Álvaro Uribe en Colombia, que fue una política de seguridad nacional con gran colaboración de Estados Unidos a través del Plan Colombia y que, según el sociólogo y filósofo jesuita Javier Giraldo, se basó en graves violaciones de derechos humanos, especialmente los “falsos positivos”: jóvenes reclutados forzosamente, vestidos como guerrilleros y asesinados por el Ejército para presentar éxitos contra la guerrilla. Álvaro Uribe estuvo en Guatemala en una visita relámpago el 13 de octubre de 2009 en el segundo año de la presidencia de Álvaro Colom.
SEGURIDAD: LA PRIORIDADEl nuevo Presidente abordó los medios para cumplir con su primer pacto, medios que ya había anunciado durante su campaña y que destilan tanto lenguaje militar como confianza en ese enfoque: “La conformación de cinco fuerzas de tarea institucionales, integradas por la Policía Nacional Civil, el Ejército de Guatemala, Inteligencia Civil, Inteligencia Militar y solicitar el apoyo del Ministerio Público y el acompañamiento permanente de la Procuraduría de los Derechos Humanos para garantizar los derechos humanos y el debido proceso”.
Indicó que “éste es un ejemplo de un esfuerzo multidisciplinario para enfrentar con la ley en la mano los crímenes de mayor impacto social”. Las cinco fuerzas de tarea especializadas se ocuparán de los secuestros, el feminicidio, el sicariato, las extorsiones y el robo de vehículos y celulares. Con ellas el nuevo Presidente quiere mostrar que cumple con uno de “los principales ejes de su campaña” y que está “dispuesto a hacer los mayores sacrificios para defender la vida de todos los guatemaltecos y guatemaltecas”.
Señaló que esos compromisos de campaña los quiere “convertir en compromisos de Estado”. Y habló de que “la seguridad sigue siendo la prioridad, pero seguridad integral, pública, ciudadana, comunitaria, en un todo integrado con la seguridad alimentaria y nutricional”.
VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA
Y DEL HAMBREEn este contexto pronunció la frase tal vez más visionaria y más realista de todo su discurso: “El derecho a la vida, como parte de los derechos humanos fundamentales, será una prioridad. Porque en Guatemala igual se muere víctima de la violencia homicida como por hambre, miseria y desnutrición”. Y de ahí su visión: “Que haya tres tiempos de comida garantizados en la Guatemala profunda, que podamos ver pronto el día en que todas las familias puedan caminar por las calles sin temor a los robos, a los asaltos, a las extorsiones y a la violencia contra las mujeres”. No olvidó plantear la necesidad de acciones que protejan “a las personas y a sus bienes a través de la prevención de desastres naturales”.
Se refirió a los medios para cumplir con todo esto: “Modificar puentes y carreteras, recursos adicionales para la Corte Suprema de Justicia, para el Ministerio Público, para el fortalecimiento de un nuevo modelo de investigación criminal, la implementación de la nueva escuela de oficiales de la Policía Nacional Civil, la reforma policial y dos nuevas brigadas del Ejército para la defensa de la soberanía nacional”. Para todo esto dijo haber conseguido ya las partidas necesarias en el presupuesto. Indirectamente, reconoce el Presidente que algo se hizo en este sentido en el gobierno anterior, ya que puede hablar de “fortalecimiento” y de “implementación”.
UN PACTO CONTRA EL HAMBRE Habló de instalar en el país un programa Hambre Cero: “Es nuestra convicción que la pobreza y la desnutrición son consecuencia de un área rural sin desarrollo”. Por ello impulsará “la economía campesina y el eje que hemos denominado desarrollo rural”.
No se acordó Pérez Molina de que esto lo afrontaron ya los Acuerdos de Paz con un contenido ambicioso y casi totalmente incumplido. También aparecían en los planteamientos de la Plataforma Agraria presentada al gobierno de Berger.
Su visión pretende que los campesinos se conviertan en “agentes de su propio desarrollo”, aunque reconoce “que existen familias que necesitan de un apoyo mayor del gobierno para vivir con dignidad”. También aquí fue realista y reconoció que los programas de Cohesión Social del anterior gobierno eran necesarios y había que continuarlos, purificándolos de sus lastres: “Por ello apoyo intervenciones como las transferencias monetarias condicionadas, pero en un marco de institucionalidad y transparencia y que no se aprovechen para fines políticos”.
Eso eran “Mi familia progresa” y la Bolsa solidaria, programas al mando de Sandra Tórres en el anterior gobierno. Es evidente que no es realista, pretender que el gobierno no saque provecho para futuros proyectos políticos de lo que hace, si lo hace bien. Otra cosa es aprovecharse clientelistamente de la gente.
¿SÓLO EL HAMBRE RURAL?Quiere el nuevo Presidente que su política propicie “la asignación transparente de recursos, la participación ciudadana y la rendición de cuentas”. Para ello propone la creación del Ministerio de Desarrollo Social “como ente rector de los esfuerzos en la lucha contra la pobreza. De hecho, los diputados de su partido introdujeron la ley en el Congreso y lograron su aprobación con trámite de urgencia en enero.
Insistió una vez más en la estrategia de seguridad alimentaria y se comprometió a rebajar en sus cuatro años de gestión el índice de desnutrición crónica infantil, actualmente alrededor del 48%. También se comprometió a “la lucha por la preservación de la biodiversidad y a lograr sus compromisos internacionales en materia ecológica”.
Es evidente que limitar la lucha contra el hambre al territorio rural de Guatemala dejaría fuera de este pacto la pobreza urbana. Probablemente, se trata de una pobreza cuantitativamente menor, pero muy grande al estar en contraste continuo con la riqueza de otros.
Eso eleva las aspiraciones y en consecuencia incrementa la pobreza relativa. Pero, incluso cuantitativamente, la pobreza urbana es grande cuando se estudia la desigual repartición del territorio y la precariedad y el hacinamiento de la vivienda urbana marginal. No hay nada en la estrategia contra la pobreza del nuevo Presidente que haga pensar en expropiaciones de urgencia social de terrenos urbanos, tampoco en un plan de techos.
DESARROLLO ECONÓMICO
Y ORDENAMIENTO FISCAL Para hablar del tercer pacto que concertará, el nuevo Presidente partió de un principio: “Soy fiel creyente de que sólo a través de la empresarialidad se produce riqueza. Por eso proveeremos un plan de respeto y garantía de los derechos económicos de las personas naturales y jurídicas en nuestro país”. Intentará promover un triángulo en el área rural: empleos, asociatividad y diversificación de cultivos para mercados nacionales e internacionales. Y parece que tendrá en cuenta a las ONG, si es que a ellas se refiere cuando propone “la búsqueda de alianzas con organizaciones productivas de desarrollo”.
Se declaró comprometido con el crecimiento económico. Y para ello, “con la atracción de inversiones y la generación de empleos seguros”, dando una gran importancia a “la agenda de la competitividad y a sus cuatro motores de desarrollo: exportación, turismo, energía y logística”. Y reiteró la seguridad y certeza jurídica, igual para grandes como para pequeños empresarios, igual para nacionales como para extranjeros.
El nuevo Presidente declaró que le ha dado “especial prioridad a un verdadero acuerdo de Estado, que facilite la administración tributaria y que permita abordar de una manera integral y eficaz los desafíos que hoy presenta el financiamiento del Estado, que mejore la asignación del gasto, pero sobre todo que garantice la transparencia en su ejecución”.
Aunque todos son puntos importantes, no acometen y ni siquiera nombran una verdadera reforma tributaria: el aumento de impuestos sobre las ganancias de las grandes empresas y de las grandes fortunas personales y familiares.
¿DESARROLLO ECONÓMICO
O DESARROLLO HUMANO?Mencionó Pérez Molina la necesidad “para la modernización de la administración pública, del reordenamiento y el fortalecimiento
de las finanzas públicas, de la reestructuración del servicio civil y del funcionariado, de asegurar la transparencia y calidad del gasto y de la creación de instrumentos para una efectiva rendición de cuentas de los funcionarios”.
Todas son herramientas, pero no especificó qué va a hacer con ellas, a dónde se va a dirigir la inversión social y cuál va a ser su programa completo. En cambio, sí dijo que esas herramientas eran importantes para conseguir la confianza en el gobierno, tanto de la gente como de los inversionistas. Y afirmó que su gobierno va a adoptar “el modelo de gestión por resultados”. Con menos fuerza se refirió a la educación como una prioridad para la formación de capital humano. Esto, porque Pérez Molina se refirió en este tercer pacto al “desarrollo económico” y no, como creo que habría debido hacerlo, al “desarrollo humano”.
LEGALIZAR LAS DROGAS:
UNA SOLUCIÓNPérez Molina se refirió brevemente a la política exterior, diciendo que deberá favorecer la democracia, la justicia y la paz, enmarcadas en el respeto al derecho internacional. Y aseguró que Guatemala cumplirá responsablemente con su puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU, aunque no lo reconoció como un logro del gobierno precedente. Agradeció a la cooperación externa y manifestó su convicción de que será tanto más eficaz cuanto más coincida con la estrategia del Estado.
Dio un saludo especial al millón 400 mil migrantes guatemaltecos en el exterior, que “han emigrado en búsqueda de un trabajo y hoy sus remesas familiares constituyen el mayor ingreso del país”. Y les prometió luchar para beneficiarlos al máximo. Pero no concretó, por ejemplo, el hacer real su derecho al voto.
Dejó para el final dos “fenómenos transnacionales”: la narcoactividad y la trata de personas, que involucran a Guatemala “por su situación geográfica”. Sobre los aspectos de producción, tráfico, consumo e inversión con la violencia que conllevan estos fenómenos, dijo que “representan un campo de batalla en el cual no podemos y no queremos estar solos”. Y afirmó con fuerza que desde Colombia, pasando por Centroamérica y México e incluyendo a los Estados Unidos, se debe “afrontar este desafío de seguridad regional con un grado mayor de corresponsabilidad en la prevención y en el combate al narcotráfico”.
Es notable que pocos días después de su toma de posesión indicó que la legalización de las drogas sería una mejor solución que el combate al tráfico y consumo ilegal, admitiendo que una decisión así necesitaría de una convergencia regional, sin la cual se volvería inoperante.
Respecto a la trata de personas afirmó que Guatemala “se compromete a luchar con vehemencia para erradicarla”. Y como muestra de su voluntad de luchar para que impere la ley y se respeten los derechos humanos “de todos los pueblos y naciones”,
su gobierno buscará que el Congreso apruebe la ratificación del Tribunal Penal Internacional.
El nuevo Presidente finalizó su discurso así: “Guatemala no es sólo la suma de sus problemas. Es un gran país lleno de gente generosa, creativa y de empuje”. Nuestra diversidad cultural y lingüística es la expresión de una vigorosa riqueza, y no el pretexto para una división nacional. Yo quiero contar con todos los guatemaltecos porque ustedes cuentan conmigo y con todo mi equipo.”
UN EQUIPO DE GOBIERNO
LISTO PARA TRABAJAR Con el nombramiento de Luz Lainfiesta como Ministra de Desarrollo Social quedó prácticamente completo el equipo de gobierno de Pérez Molina. Es éste un avance respecto al anterior gobierno. El equipo ha quedado conformado a tiempo y trabaja por ahora como equipo, con la figura del teniente coronel retirado Mauricio López Bonilla, como la figura más importante, al menos por ahora.
El gobierno ha intentado presentar resultados con la mayor rapidez. La creación del Ministerio de Desarrollo Social. La negociación con las empresas mineras (eleva las regalías del gobierno de 1% a 5% en el oro, mientras no baje de $935 la onza, de 1% a 4% en la plata y aumentos menores para otros minerales). La presentación para el diálogo con los llamados 40G -grupo de economistas guatemaltecos-, con el CACIF y otros grupos organizados, de una ley de reforma fiscal, que no toca el IVA, pero sí el impuesto sobre el tabaco y el impuesto sobre la renta. La creación de algunas de las fuerzas de tarea contra el crimen. El inicio de organización de dos brigadas nuevas del Ejército. Protagonizó también, con su inseparable Vicepresidenta, una marcha al Volcán de Agua, y allá izó la bandera del país y arrió la bandera de los pueblos indígenas, “porque todos somos guatemaltecos”.
Algunos analistas piensan que es probable que este gobierno tenga la firme decisión de intentar repetir en 2016, con candidatos posibles como Mauricio López Bonilla, Roxana Baldetti y otros. Y que pretende prepararse para esa posibilidad con un trabajo de masas en las bases de los municipios.
EL NUEVO PROTAGONISMO
DE LOS MILITARESLo que es más claro es que, tanto en México con la estrategia militar de Calderón contra los narcos, como en Honduras, El Salvador y Guatemala, los militares están alcanzando un nuevo protagonismo. Algunos se preguntan si esto no está movido desde Estados Unidos por los productores de armas. Parece poco convincente, puesto que nuestro mercado es más bien pequeño y Estados Unidos está concentrando su fuerza en previsión de un conflicto con Irán.
La crisis actual del capitalismo globalizado está mostrando cada vez más su rostro salvaje en las finanzas, especialmente en las empresas de calificación de “riesgo-país” que intentan poner a Europa de rodillas, hace que nuestros capitalistas, por muy socios menores que sean de la entente global que los agrupa y en la que invierten, presionen para ser defendidos una vez más por los militares, que aunque prediquen la empresarialidad o el emprendimiento también para los campesinos, “creen fielmente que sólo la empresarialidad crea riqueza”, lo que significa la empresarialidad del 1% más rico del mundo y de nuestros países.
Habrá que vigilar estrechamente el desarrollo de este ascenso de protagonismo de los militares en Centroamérica, México y Colombia. Y también la de militares de otra ideología en Venezuela. Se podrían estar fraguando enfrentamientos innecesarios. Porque el régimen chavista no le gusta a esos mismos capitalistas del 1%.
CORRESPONSAL DE ENVÍO, EN GUATEMALA.
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