Centroamérica
Retos para el futuro de Centroamérica
En circunstancias muy duras, el nuevo sujeto histórico centroamericano deberá aprender a montarse y mantenerse en pie sobre las olas producidas por la avalancha del Norte contra el Sur, del Capital contra el Trabajo y del proyecto neoliberal regional frente al proyecto democrático popular.
Equipo Envío
Un enfrentamiento frontal, con la correlación de fuerzas actual, difícilmente lograría un apoyo popular masivo y podría provocar un mayor aislamiento del pueblo. Este "surfing" político, económico y cultural no es un repliegue, sino una acomodación a la violencia de la marea enemiga, para poder aprovechar las contradicciones de la corriente, observar los caminos para llegar a la playa y acumular fuerzas para un momento más oportuno.
Un ajedrez inteligente más que una embestida socialEstas avalanchas históricas no permiten, incluso a pueblos tan heroicos como el cubano, ganar un respaldo y solidaridad suficientes que les lleve a romper su aislamiento. En Centroamérica no es el momento del aislamiento, sino de la reagrupación de las fuerzas populares en un proyecto muy inteligente, en un ajedrez jugando precisamente para que ni el hambre ni el desangre ni el cansancio las barran del futuro histórico.
El refuerzo de la solidaridad internacionalEs momento de una nueva solidaridad internacional, de pueblo a pueblo, con la región, concentrada en los tres países que han conseguido mantener la antorcha de la dignidad en alto: Nicaragua, El Salvador y Guatemala. El apoyo a su capacidad de resistencia contribuirá a que los pueblos de Honduras, Costa Rica y Panamá superen la confusión y el miedo natural que esta avalancha ha provocado en muchas organizaciones.
Firmeza para defender la autodeterminación La autodeterminación nacional y regional es hoy más necesaria que nunca. La intervención de Estados Unidos en Panamá no ha resuelto nada y ha creado problemas adicionales a la polarización interna en el resto de los países. La aspiración a la autodeterminación y la ubicación geopolítica respecto de los Estados Unidos son dos de las causas originales del conflicto regional. Su solución no puede ser postergada si se quieren resolver las otras causales de la crisis. Exigir la prosecución de las negociaciones que van a comenzar, vigilar para que no san cooptadas en contra del pueblo mayoritario y luchar para que se prosiga en la Corte Internacional de Justicia de la Haya la causa de la indemnización que Estados Unidos debe al pueblo de Nicaragua, son tareas de la agenda por la autodeterminación.
El nuevo latinoamericanismo en la izquierda renovada mundialmenteLa vinculación con la nueva izquierda latinoamericana (e internacional) es hoy más necesaria que nunca. La profunda crisis de paradigmas, de partidos y de estilos de ser vanguardia no ha supuesto una debates popular, sino nuevos reagrupamientos aprovechando la experiencia acumulada. Los avances del PT en Brasil, del Movimiento Cardenista en México, de la izquierda y organizaciones populares en el Chile democrático, la sobrevivencia en Perú, Colombia y los países andinos de organizaciones populares más conscientes y maduras que nunca, incorporando en forma creciente a grupos cristianos, étnicos indígenas y afroamericanos, femeninos, de jóvenes y ecológicos, ha permitido la consolidación de nuevas fuerzas en América Latina que pueden mirar a los 90 con esperanzas.
Por otro lado, la descomposición del socialismo real ha abierto nuevas avenidas a un socialismo europeo (eurocomunismo e izquierda de la social democracia), que estaba paralizado por el escándalo del socialismo real. El desvanecimiento progresivo de las bases reales en que se fundaba la ideología del anticomunismo, abre nuevas posibilidades de reagrupación de fuerzas progresistas en Europa y Estados Unidos. Por otro lado, la vinculación con otros países del Tercer Mundo y con el Movimiento de los No-Alineados se hace hoy más crucial que nunca, y está facilitada por la revolución tecnológica y la globalización de la economía.
Sin un reagrupamiento de fuerzas internacionales, las estructuras económicas y jurídicas internacionales no permitirán abrir nuevos espacios para la liberación de los pueblos del Sur. Y como las "Décadas del Desarrollo", la nueva "Década del Derecho Internacional" que la ONU ha votado, se frustrará y hará perder a los pueblos del Tercer Mundo esperanza y confianza en las potencialidades de la cooperación y la interdependencia en este fin de siglo y de milenio.
A integración regional de Centroamérica: bandera popularLa integración regional debe ser incorporada como parte del proyecto popular, no permitiendo que el proyecto neoliberal capture esta bandera. Es fundamental una agenda de integración popular que incorpore los aspectos culturales, sociales, étnicos, religiosos y de derechos humanos y que cree aquellas instituciones que permitan la participación popular en instancias regionales. El Parlamento Centroamericano y el Consejo Económico Social deben ser presionados por el movimiento de "Esquipulas de los Pueblos" para que el carácter de estas instituciones regionales sea representativo de los nuevos sujetos históricos y supere las limitaciones de las instituciones regionales tradicionales, carcomidas por la burocracia y congeladas en su sensibilidad social por los tecnócratas.
Los derechos humanos requieren especial énfasis en la agenda popular. Se deja muchas veces esta temática en manos de Iglesias, ONGs y organismos internacionales y sólo recientemente la defensa de los derechos humano ha provocado la coalición de fuerzas populares que han logrado una legitimidad no sólo nacional, sino internacional.
Ir a las raíces para construir una nueva civilización La prolongación de la crisis centroamericana no puede entenderse a cabalidad si no se la ubica en una profunda crisis de civilización. La legitimidad de la causa centroamericana habría encontrado en otros momentos históricos una más amplia acogida y un más sólido apoyo en América Latina y en el resto del mundo. Pero la crisis regional es parte de una crisis de civilización, donde los resortes éticos más profundos del Primer Mundo están carcomidos por el consumo y en el Tercer Mundo en gran parte, por la lucha por la sobrevivencia.
La crisis de civilización es básicamente una crisis del Norte. Un mundo privilegiado que no tiene capacidad de comprender aquellos temas, demandas y visiones alternativas que parten de una cultura, identidad y racionalidad diferentes, porque sigue sustentando la legitimidad de sus presuntos éxitos en la ideología del eurocentrismo "superior" a todo otro sustrato de civilización. El consumo exclusivista y discriminatorio del Norte carcome sus propios valores de civilización.
Unos días antes de ser asesinado, el Rector de la UCA de San Salvador, Ignacio Ellacuría afirmaba en su tierra natal, el País Vasco, al que había renunciado para hacerse salvadoreño: "Ustedes que viven aquí en Europa, tienen organizada la vida sobre un sistema de valores que es inhumano. Es inhumano porque no es universalizable. Se trata de un sistema que descansa sobre la base de que unos pocos gasten la mayoría de los recursos de la tierra, en tanto la mayoría no tienen cubiertas las necesidades más elementales que garanticen las necesidades del ser humano. Es urgente avanzar en la definición de un sistema de valores y de una norma de convivencia que realmente estén hechas a medida del ser humano". El mensaje de Ignacio Ellacuría estaba convocando a la conceptualización de un universo que no terminara en las fronteras de los tres bloques del Norte.
El Norte es una minoría que las grandes mayorías permiten con el desarrollo del subdesarrollo. Aceptar esta inhumanidad y condenar el "tercermundismo" al museo mundial del folclor o al de las utopías que la gente harta y satisfecha del Norte contempla con cinismo es más cómodo, es menos comprometido y menos doloroso que apostar por la dignidad del ser humano y por la de las grandes mayorías de la tierra, que apostar por la democracia, partiendo de los derechos de los empobrecidos como referencia fundamental. Concluía Ellacuría -desde el Norte- pocos días antes de morir: "Es más cómodo seguir pensando que el mundo termina donde termina nuestra civilización".
La afirmación de que el bienestar del Norte capitalista no es universalizable no es un postulado arbitrario. Es resultado de la observación científica de la historia del siglo XIX, durante el cual este bienestar se cimentó sobre dos hechos. El primero, fue la segunda oleada colonial, que permitió utilizar para el desarrollo y a precios baratos las de materias primas estratégicas ubicadas en lo que hoy llamamos Tercer Mundo; el neocolonialismo para con una América Latina ya independiente políticamente fue el equivalente del colonialismo en Africa y Asia; la conquista del Oeste y de la mitad de México -casi exterminando a los pueblos indígenas de Norteamérica- fue para los Estados Unidos el equivalente del colonialismo europeo. El segundo hecho fue la ingente emigración -a Estados Unidos, sobre todo, y también a Canadá, Australia, Argentina, Brasil, etc... -de los excedentes de la población europea; sin esa emigración, la miseria en Europa se habría prolongado quién sabe por cuántas décadas.
Para que hoy en el Tercer Mundo las recetas de importación del Capitalismo resulten en la universalización del bienestar del Norte, dos cambios serían necesarios, para los cuales no hay disposición cultural ni voluntad política.
El primero sería la tendencia a igualar el valor del trabajo humano en el Tercer Mundo con el valor del trabajo humano en el Norte y, por consiguiente, la tendencia a modificar drásticamente los términos de intercambio en el comercio mundial entre los productos del Tercer Mundo y los del Norte. El segundo sería la libertad de los pueblos del Tercer Mundo para emigrar a cualquier país del Norte. Sin estos dos cambios mínimos, el bienestar del Norte no es universalizable. A menos de que en el Tercer Mundo se implante una economía social con un mercado muy diverso del actual mercado capitalista, sin mitigaciones ni injertos.
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