El Salvador
100 días de gobierno sin contrapeso
Con un gobierno tan poco popular, uno podría pensar que la oposición gana espacios presentando políticas creativas y alternativas. No es así. La izquierda sigue inmersa en el laberinto donde busca su nueva identidad.
Juan Hernández Pico, SJ
No es fácil descubrir el énfasis en la actuación del nuevo gobierno salvadoreño durante sus primeros 100 días. Dentro de notables cambios en el estilo personal de Calderón Sol respecto de Cristiani - más por omisión que por acción -, se da una notable y silenciosa continuidad en el programa económico neoliberal y está todavía por ver si el esfuerzo por investigar y combatir el delito organizado será complementado con un ministerio fiscal que cumpla con su deber. Según la evaluación de los jueces del país presentada a la Corte por el Consejo Nacional de la Judicatura, 35 jueces resultaron clasificados como malos, 3 muy malos, 55 regulares y 21 buenos.
Tampoco es fácil señalar un rasgo que caracterice novedosamente a la oposición política, sobre todo a la nueva oposición de izquierda. Tal vez, la preocupación por su propia desintegración o identidad, lo que le ha impedido encabezar un programa alternativo de legislación que sirva para corregir los extremos doctrinarios de la derecha o para lograr metas de concertación.
Economía continuista: críticas de la derecha El 1 de septiembre, el Banco Central de Reserva de El Salvador publicitó los principales "resultados positivos" de los primeros seis meses del año 94. Una inflación descendente, medida por el índice de precios al consumidor: 8.4% en julio/94. (Fue de 23.5% en julio/93). Un volumen mayor de actividad económica: 7.6% de expansión en junio/94, basada sobre todo en la expansión del comercio y de la construcción, aunque también de la industria.
Un aumento de las exportaciones - 11.4% a mitad del año - basado en el aumento del precio del café y sobre todo en exportaciones de la maquila. Las reservas en divisas, programadas para junio en 684 millones de dólares ascendieron a 773 millones (13% más). El pronóstico del BCR apunta a una inflación anual de entre el 8 y el 10% El Presidente Calderón Sol destacó también como logros la estabilidad del cambio del colón respecto del dólar, la baja de la tasa de interés, la expansión del crédito, la privatización de los ingenios azucareros estatales y la modernización del Estado.
Ninguno de estos logros es incuestionable. La mayoría de ellos depende de tendencias económicas de cierta duración y de políticas iniciadas por el gobierno de Cristiani. Los analistas de El Diario de Hoy - el periódico de la derecha estridente - critican a Calderón Sol por no haber tomado las medidas específicas que, de tener un plan diferente, habrían mostrado ya el nuevo rumbo del país. Esta crítica revela que los intereses tradicionales de la oligarquía salvadoreña - los de la producción agropecuaria - siguen considerándose en desventaja frente a los intereses del capital financiero especulativo y del capital comercial importador.
Mínimo salario mínimoEl descenso de la inflación no resulta un logro para la mayoría del pueblo. Significa únicamente que los precios suben a una tasa inferior a la que subían en 1993, pero siguen subiendo. En estos 100 días hubo una drástica alza de las tarifas eléctricas, del cemento y del maíz. Mientras, los salarios mínimos no logran compensar la inflación y siguen siendo insuficientes para adquirir sólo lo básico.
Los 3 mil 160.39 colones requeridos en diciembre/92 para cubrir las necesidades básicas de una familia promedio en El Salvador, se habían convertido en junio/94 en 3 mil 722.90 colones. Con el aumento del 12.9% decretado en julio, el salario mínimo urbano se elevó a 1 mil 50 colones. Insuficiente. Hacen falta tres y medio salarios mínimos para cubrir el costo de las necesidades básicas de una familia. Teniendo en cuenta que para cubrir sólo los alimentos una familia necesita 1 mil 669.70 colones, sólo el gasto en comida requeriría de un salario mínimo y medio.
Quiénes ganan másEl aumento de las exportaciones como indicador preferencial de mejoría económica olvida la importancia del aumento de las inversiones productivas y de la demanda de consumo, sólo obtenibles por el aumento de salarios y por la creación de mayor empleo asalariado productivo. Olvida que sólo un aumento del mercado interno puede llevar a un verdadero crecimiento del ingreso nacional.
Estos olvidos son los que hacen que no se cuestione en El Salvador que los beneficios del incremento de la producción sean apropiados en forma de ganancias por los empresarios en proporción de entre un 54-71%, y en forma de salarios sólo en proporción de entre un 23-26%. También son estos olvidos los que hacen que no se utilicen eficientemente las remesas en dólares para aumentar la oferta productiva y para reducir el déficit comercial.
El grupo CristianiNada ha cambiado en el programa económico del gobierno salvadoreño. El capital financiero especulativo y el capital comercial - predominantes en el gobierno de Cristiani - lo siguen siendo en el actual gobierno, aunque Calderón Sol represente originalmente a otros subsectores del capital.
Los ministerios económicos han quedado centralizados bajo el mando del Vicepresidente, Borgo Bustamante, que representa la permanencia de los intereses del grupo Cristiani en el actual gobierno. La adjudicación que se haga de los ingenios azucareros estatales privatizados mostrará si también en este caso se reproduce el mismo patrón de concentración del capital que se dio con la reprivatización de los bancos durante el gobierno Cristiani.
No se ha dado una programación del presupuesto que suponga mayores asignaciones para la educación y la salud. Y se sigue dependiendo de préstamos para atender los programas de compensación social que aquí, como en todos los países latinoamericanos tratan de paliar las antipopulares políticas neoliberales. El BID ha concedido un préstamo de mil millones de dólares. En un 50% se dedicará a salud, educación, saneamiento y desarrollo urbano y en otro 50% a la modernización del Estado. Que el Estado no pueda afrontar estas prioridades sino por la vía del endeudamiento es una clara señal del poco éxito del modelo neoliberal.
El drama de las cárcelesLa mayor novedad del gobierno de Calderón Sol es su esfuerzo en la lucha contra la impunidad, la delincuencia y el delito organizado. Existe, sobre todo, una mayor voluntad política en el gobierno de enfrentar la impunidad de los delincuentes "organizados", difícilmente distinguibles de los que se organizaron desde hace años para el crimen político.
No es fácil cortar de raíz este tipo de criminalidad, basada en lo que se denomina ya "capital delincuencial". Pero, mientras se confronta este tipo de criminalidad y está por verse si se llegará hasta sus "capos" más altos, la delincuencia común, la "pequeña" delincuencia del país, sucumbe en los abyectos penales, que se caracterizan por un espantoso hacinamiento.
Desde el año pasado, estos delincuentes presos - a la mayoría de los cuales el sistema los desposeyó de medios de vida y trabajo, los anatematizó después y finalmente los recluyó - se han rebelado en un penal tras otro, protagonizando terribles hechos en los que los asesinatos y las represiones se encadenan.
Las últimas de estas rebeliones tuvieron lugar en Mariona, el más grande penal del país, ubicado en la zona metropolitana de San Salvador y en el penal de San Vicente. Se trata de un viejo problema, que ya estalló en el anterior gobierno. Mientras el Presidente Calderón Sol declaraba que lo enfrentará con 500 vigilantes más en las cárceles, la Sala de lo Penal de la nueva Corte Suprema señaló problemas más de fondo: muchos reos padecen de injustos retrasos en sus procesos, sufriendo cárcel por períodos muchas veces mayores que los correspondientes a los delitos que cometieron.
Sin debate económicoLa mayor conflictividad nacional de estos meses la han protagonizado los trabajadores del Estado, reivindicando mejores salarios o reclamando por la inseguridad que les abre la perspectiva de la privatización de las instituciones de servicios públicos: la Compañía Eléctrica del Río Lempa (CEL), las telecomunicaciones (ANTEL) e incluso el sistema escolar del país.
En general, el gobierno reacciona en forma airada frente a estos conflictos y, junto con la municipalidad de San Salvador, busca regular el derecho de manifestación pública con tantas cortapisas que el resultado equivale casi a su supresión.
No parece tener interés el gobierno en impulsar de nuevo el Foro de Concertación Económico Social, nacido de los acuerdos de paz de 1992. Y, junto con los gremios empresariales, plantea que el nuevo Consejo Nacional del Trabajo bastaría como instancia de diálogo para resolver los problemas laborales, eliminando así cualquier otro espacio para un debate más amplio y de fondo sobre las políticas económicas que más convienen al país.
Oposición ensimismadaCon un gobierno tan poco popular y tan escasamente novedoso, se podría pensar en una oposición que estaría desarrollando políticas creativas para organizar en torno a ellas una opinión nacional alternativa. Pensaría uno también que la oposición de izquierda estaría escuchando la voz popular, acercándose más y más a sus bases y a las mayorías populares en general para hacer de su nueva plataforma en la Asamblea Nacional una tribuna propositiva de programas en beneficio de estas mayorías o una plataforma de corrección de las propuestas del gobierno. No es así. Los proyectos de la oposición son mucho más modestos. Y en algunos casos son decepcionantes.
El principal logro de la oposición hasta ahora ha sido el papel que jugó en la elección de la nueva y prometedora Corte Suprema de Justicia. Pero antes y después de los dos meses que duró esta lucha, los diferentes partidos de oposición parecen haber estado prioritariamente absortos en sus propias fisuras y perdidos en el laberinto en el que buscan su nueva identidad. Mientras tanto, el pueblo, con nuevas posibilidades de democratizar el país, resentía su ausencia y los echaba de menos.
FMLN: dos posicionesDesde la revelación pública de las grandes diferencias de proyectos en su seno el mismo día de la instalación de la Asamblea Nacional, el primero de mayo, el FMLN apareció ante la sociedad salvadoreña como un grupo político extremadamente dividido. Ya entonces, la ERP y la RN hablaron de un proyecto de partido basado en un nuevo pacto que terminara con la necesidad de mantener acuerdos consensuales o mayoritarios entre las cinco tendencias del FMLN y abriera la puerta a expresiones muy pluralistas.
Por el otro lado, las FPL plantearon la necesidad de un nuevo partido que clausurara la coexistencia dentro del FMLN de proyectos tan diferentes y que, a la vez, se unificara en torno a un contenido programático, haciéndolo mucho más democrático orgánicamente. Habló incluso del final de la vigencia histórica del FMLN y de la necesidad de construir otro tipo de fuerzas políticas alrededor de los diversos proyectos, sin excluir el entrar después en pactos políticos desde la nueva identidad. El PRTC se pronunció en la línea de las FPL. Una fracción de la ERP - la Tendencia Democrática - se inclinó también en este sentido. Y el Partido Comunista trataba de ser árbitro entre las diferentes posiciones.
La lucha por la elección de la Corte Suprema de Justicia y el no tan fácil realineamiento de la ERP en la Internacional Socialista - el MNR es el partido de El Salvador tradicionalmente reconocido por la IS como socialdemócrata - retrasaron la confrontación de tan diversas posiciones. En esencia, son dos. Un centro socialdemócrata que, desde ahí, defiende a las mayorías populares. Y una izquierda democrática que no cree poder articularse orgánicamente con un centro y defiende el valor de una identidad popular de izquierda.
No hay contrapesoFinalmente, el FMLN tuvo su convención extraordinaria el 28 de agosto para tratar el punto de la división creada en la Asamblea el primero de mayo y las diversas propuestas para el partido. Una mayoría notable se pronunció por tocar el punto primero, pero no hubo los necesarios dos tercios para hacerlo. Finalmente, sólo se conocieron las diversas propuestas y se programó una convención ordinaria para tratar ambos puntos. Algunas de las cinco organizaciones del FMLN tendrán previamente un rápido proceso democrático en el que fijarán de antemano sus propias posturas.
Mientras tanto, la Democracia Cristiana no sale de su propia crisis, lo que crea serias dudas sobre su capacidad de formar un bloque opositor en cuestiones trascendentales con una fracción del FMLN, con la Convergencia y con el MU de los evangélicos. En este contexto, es difícil que la oposición política salvadoreña actúe con el vigor y la creatividad que se necesitan para hacer auténtico contrapeso a una derecha fuertemente definida y con un programa legislativo ya formulado.
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