Costa Rica
La paz entre la dignidad y el sometimiento
El protagonismo alcanzado en 1987 por Arias y Costa Rica a nivel centroamericano e internacional, contrasta con el papel oscuro, e incluso siniestro, que jugó este país durante la Administración Monge. El "Irán-Contragate" con el desenmascaramiento de la guerra sucia fue un shock político en la sensibilidad y en la cultura de la paz característica de la idiosincracia tica.
Equipo Envío
La coyuntura de Costa Rica en 1987 ha estado animada por tres factores:
a. El proceso de paz de Esquipulas y el Premio Nobel de la Paz para el Presidente Oscar Arias.
b. La estabilización económica y el dilema de la inserción de Costa Rica en el Mercado Internacional.
c. La creación de un consenso social suficiente para mantener la autodeterminación y reconstruir un proyecto nacional. evitando el enfrentamiento con la política norteamericana.
En 1987 Costa Rica consigue, no sin dificultades y presiones, apartarse del Bloque de Tegucigalpa y del fiel alineamiento con la política norteamericana para Centroamérica.
"El entregismo sin dignidad o la dignidad sin un centavo, como se calificó la disyuntiva angustiosa de Arias, después del "Contragate", se logró balancear en un equilibrio que "ni prostituyó a la nación por unos dólares más, ni descalabró la economía por elevarle el tono a los opresores".
Este equilibrio, casi milagro, se consiguió mantener convocado un consenso social basado en la cultura de la paz, raíz central de la identidad popular costarricense.
El Plan Arias y el Plan de Paz de EsquipulasEl Plan de Paz de Esquipulas se ha convertido en el hecho político más importante en Centroamérica después de la Revolución Sandinista en 1979. Este Plan de Paz ha supuesto para Costa Rica un apartarse de la política exterior que recibió el gobierno Arias del Presidente Monge. Cuando Arias asumió el mando en 1986, Costa Rica estaba fuertemente involucrada en el conflicto centroamericano formando parte del Bloque Tegucigalpa. Su antecesor le dejó en herencia una nación sometida y utilizada por los Estados Unidos como una plataforma ideológica frente a Nicaragua y bélicamente aliada a la política de fuerza norteamericana en la región. Al inicio de su mandato e incluso hasta los comienzos de 1987 Arias mantuvo un discurso claramente antinicaragüense, aunque menos virulento que el de la primera mitad de su campaña electoral. El 28 de enero incluso llamó a una reunión de mandatarios del istmo con exclusión de Nicaragua y el 14 de febrero dio a conocer un plan de paz que, en principio, negaba toda negociación bilateral con el vecino país y favorecía una especie de ultimátum regional contra Nicaragua.
El viraje en política exterior ha modificado este tipo de relaciones. Los ocho viajes internacionales de Arias en 1987, iniciándolos en México en marzo, continuándolos en Europa en mayo, y culminándolos en sólo en diciembre para recibir le Premio Nobel de la Paz, permitieron a Arias percibir el apoyo, la simpatía y el respeto que Costa Rica estaba obteniendo en amplios sectores de Europa y en América Latina por su compromiso por la paz regional. También pudo percibir un amplio respeto y apoyo hacia Nicaragua en amplios sectores sociales e incluso en gobiernos. En estos viajes internacionales Arias comprobó una nueva correlación de fuerza internacional y un profundo descrédito de la política de Reagan, no sólo hacia Centroamérica, sino también hacia el Tercer Mundo como líder del Mundo Occidental. Por otra parte, en esos viajes internacionales Arias también pudo comprobar la debilidad internacional extrema de Azcona, la desilusión por la incapacidad de Napoleón Duarte, incluso dentro de la Democracia Cristiana, y la creciente debilidad del propio Vinicio Cerezo, sometido a fuertes presiones por la derecha y las fuerzas armadas de su país.
Además, sus repetidos viajes a Washington le permitieron comprobar que el Presidente Reagan era realmente un hombre en declive y presidía una administración en franca retirada. Sus amigos del partido demócrata lo aconsejaron que "no apostase a caballo perdedor". Aunque los republicanos siguiesen en el gobierno, la política de Reagan hacia Centroamérica no contaba con apoyo en la opinión pública ni entre los demócratas y era cada vez mas cuestionada por los republicanos. EL papel de Jim Wright invitándole como huésped de honor a Congreso en contra de la oposición del Presidente, permitió comprobar a Arias que tenía un espacio y un apoyo en los Estados Unidos que le permitían distanciarse de Reagan sin confrontación.
El respaldo mundial a una política de paz también suponía para Arias un aumento de su poder de convocación interna en Costa Rica y de un mayor margen de maniobra frente a una derecha, e incluso ultraderecha, que había dado pasos de consolidación interna en Costa Rica durante la administración del Presidente Monge. Esta nueva personalidad internacional de Costa Rica, tan dañada en el gobierno de Monge, y el nuevo consenso de fuerzas sociales internas, le permitió dar pasos importantes para transformar la política de servilismo hacia Estados Unidos en una política de conciliación regional, respondiendo así a un auténtico anhelo del pueblo costarricense y también a una profunda raíz histórico, clave de la identidad nacional. De los ataques violentos contra Nicaragua a comienzos del año, Arias da un viraje en el timón y se dirige al "país prohibido", viajando en un jeep abierto sin guardaespaldas, conducido por el propio Daniel Ortega. Sin haber resuelto todavía las contradicciones, sobre todo ideológicas, con la Revolución Sandinista, es indudable que una nueva relación e incluso una cierta y nueva consonancia humana se establece entre ambos Presidentes, figuras claves de ambos gobiernos.
EL "Irán/Contragate" supuso para Costa Rica y, personalmente para el Presidente Arias, el destape internacional de las presiones impertinentemente imperiales del Embajador Tambs, de Elliot Abrams, de Philip Habib e incluso del propio Oliver North. El "Irán-Contragate", por tanto, sirvió para que el gobierno Arias pudiese también ganar un espacio interno frente a la Embajada norteamericana dentro de Costa Rica. La Embajada había llegado a tener influjo directo en el control del aeropuerto nacional Juan Santa María, en los medios de comunicación social para financiar posiciones contrarias a las del propio Presidente, y en la sociedad civil para fomentar organismos y actividades de los grupos de derecha, e incluso de ultraderecha, como el movimiento "Costa Rica libre".
El viraje internacional, por tanto, provocó un apoyo político internacional e interno y un apoyo económico internacional, diversificando, como subproducto, la dependencia de Costa Rica de los Estados Unidos.
Arias también pudo comprobar que la derecha le estaban presionando para que se concentrase en la política interna, incluso creándole dificultades en el Congreso costarricense para viajar hacia el exterior en el Congreso costarricense, con el fin de que Arias no interfiriera con la política norteamericana en la región y por otro lado no pudiera crear un consenso interno y una popularidad que marginaba a la derecha y al Partido Unidad Social Cristiana como alternativa de poder para las próximas elecciones.
Posiblemente en 1988 Arias deba dedicarse con más atención a la problemática interna que, como veremos posteriormente, se encuentra en una situación nada fácil. Es probable, sin embargo, que la experiencia adquirida en u campaña internacional le permita no divorciar la política interna de su política de paz y de apoyo internacional, ya que ambas dinámicas se han visto en 1987 estrechamente ligadas 1988 incluso puede servir al Presidente Oscar Arias para rodearse de un consenso social suficientemente amplio y sólido que permita que loa edificado en 1987 no se caiga como un castillo de naipes. Es difícil analizar hasta qué grado el gobierno Arias ha captado el carácter de la crisis de identidad en que estaba involucrada Costa Rica durante la administración Monge, sometida a una avasallante dominación externa de todo orden proveniente de Estados Unidos, que estaba provocando una privatización neoconservadora de la economía e incluso un inicio de militarización que contradecía las manifestaciones de neutralidad.
La derecha y los sectores conservadores en Costa Rica fueron ampliamente apoyados por Estados Unidos, "ganaron espacios que no habían tenido desde la Revolución de 1948". La derecha percibió que el proyecto de paz se injertaba en la profunda cultura de paz costarricense, en las raíces históricas que provocaron los cambios a que dio lugar el liderazgo de Don Pepe Figueres en 1948, y que el mismo Don Pepe "ha vanguardizado" en una forma ejemplar en los últimos años de la crisis de identidad costarricense. Estos grupos de derecha temen que el proyecto de paz les haga perder los avances obtenidos por la ayuda norteamericana y el servilismo del gobierno Monge.
Al mismo tiempo temen que el proyecto de paz y el nuevo Parlamento Centroamericano, al que se oponen violentamente, les lleven a una nueva inserción regional que les impediría montar su proyecto transnacional de taiwanización de Costa Rica que después explicaremos- y a la vez induzcan un nuevo proceso de regionalización e integración centroamericana que ellos consideran negativo para sus intereses transnacionales y humillante para su percepción no sólo clasista, sino racista en relación con su vecinos centroamericanos, a los que consideran despreciativamente como los indios mestizos de la región. Fernando Volio y Gonzalo Facio representan internacionalmente este tipo de mentalidad en relación con la paz y el Parlamento Centroamericano por considerar que no existen los mismos niveles de "democratización a nivel regional".
El vespertino "La Prensa Libre" editorializó el 2 de diciembre de 1987 de la siguiente forma: "Si el Parlamento Centroamericano se toma como instrumento, de pacificación, el resultado será completamente opuesto al requerido. Con excepción de satisfacer las vanidades y ansias de espectacularidad de algunos, el Parlamento será una fuente más de conflictos en un área que, de por sí, es ya peligrosamente convulsa". La lucha por la paz, tanto no es sólo un problema de política exterior costarricense, sino es también un problema de correlación de fuerzas internas. La cultura de la paz ha sido un eje dominante de la identidad de Costa Rica. Esta cultura de la paz, como respuesta a un problema de organización social, ha sido posiblemente el aporte más digno de Costa Rica a Centroamérica. Esta cultura de la paz se ha podido recuperar a pesar de la política militarista de los Estados Unidos, superpotencia mundial y principal aliado de Costa Rica. Los Estados Unidos tienen sus aliados internos dentro del país, que han luchado por sus intereses y su política hacia Centroamérica.
Sin embargo, pareciera ser que esta crisis de identificada, que se dio en Costa Rica en el gobierno Monge, ha comenzado a ser superada por medio de la reafirmación de esta cultura de la paz. "La paz como desarrollo integral en el marco de una democracia social es el proyecto nacional que unifica a los costarricenses a través de las generaciones y por encima de las fronteras partidistas. La dignidad humana, la justicia social y la libertad política son los valores que sustentan esta auténtica cultura de la paz" .
Los dilemas costarricenses: estabilización económica e inserción internacionalTanto la estabilización económica como el modelo de inserción internacional de Costa Rica están estructuralmente ligados al problema de la paz en Centroamérica. Esta tesis tajante requeriría un análisis más profundo que el permitido por estas páginas. Nos tendremos que remitir a la amplia bibliografía costarricense sobre este tema. Intentaremos una rápida síntesis.
1987 puede calificarse como un año de estabilización económica sin reactivación económica sin reactivación. El PIB creció 3.5% en términos reales, con un déficit comercial de unos 170 millones de dólares, que se duplicó especialmente por la baja de los precios del café y la reducción de las exportaciones no tradicionales debido al proteccionismo norteamericano. Este déficit comercial fue sin embargo especialmente creado por la política de facilitar la importación del llamado "auto popular" con un cilindraje no mayor de 1.300 cm3, que provocó un gasto de unos 70 a 80 millones de dólares en importaciones. Esta facilidad de importar automóviles pretendía ganarse a clases medias y profesionales, con un fuerte descuido de los sectores más empobrecidos del país, que han visto reducirse los servicios sociales de salud y educación. Los salarios mínimos reales no tuvieron crecimiento. Ello suponían un deterioro relativo de la dinámica de relativa mejoría del nivel de vida que había estado vigente desde el año 1984. La inflación se redujo un 1%, manteniéndose todavía al nivel de 14% anual.
Para mantener esta política de estabilidad el gobierno de Arias tuvo que renegociar la deuda pública externa de 3.947 millones de dólares (equivalente a 272% del valor de las exportaciones y cerca del 90% del PIB de este año). De esta forma Costa Rica consiguió disminuir drásticamente el servicio de la deuda de 41.5% de las exportaciones en 1986, provocando una suspensión parcial de pagos y una reducción del servicio sólo a 120 millones de dólares en 1987.
Esto contrasta con el servicio acumulado en los cuatro últimos años que fue de unos 1.450 millones de dólares, el cual se había hecho imposible de mantener para conseguir la estabilidad económica del país. Junto con la reducción del servicio de la deuda se logró una reducción de 32% del déficit del gobierno central; el déficit del sector público disminuyó de 7.3 en 1985 a 3.8 del PIB en 1987. Esta política de ajuste y de control del gasto público, indudablemente positiva para el país, ha propuesto, sin embargo, la reactivación económica. El ajuste ha sido claramente cargado sobre las espaldas de los sectores económicos más débiles y ha provocado un proceso de emprobrecimiento de los sectores de menores ingresos e incluso del sector medio y una redistribución altamente regresiva del ingreso.
El "crack" de la bolsa de New York tuvo un fuerte efecto en Costa Rica provocando la crisis de las financieras privadas y un escándalo público que afectó a altos personeros del gobierno. Sin embargo, el crack de la bolsa de New York sirvió para reforzar la banda estatal y la centralización del sector financiero, consiguiendo frenar los intentos de privatización de la banca a en Costa Rica, que se habían dado en los últimos años.
El retroceso en un 5% en el valor bruto de la producción agropecuaria, la merma de un 35% en la producción de granos básicos y del 7% en la carne se ha compensado por el crecimiento dinámico del sector manufacturero, con casi un 6% respecto al año anterior. Este crecimiento se debió básicamente a la demanda interna. Coincidimos con Manuel Bermúdez en su análisis cuando afirma que "el comportamiento recesivo observado en el sector agropecuario en 1987 podría esfumar el crecimiento del sector manufacturero de 1988 por faltarle demanda doméstica". Añadiríamos por nuestra parte que el crecimiento de aproximadamente un 15% en la construcción y el relanzamiento del programa de viviendas puede ser un nuevo motor interno de demanda.
La Tribuna Económica sintetiza el panorama económico de 1987 de la siguiente forma: "La pauta general que se observa en la evolución económica no difiere mucho de lo que fue la experiencia del año pasado: énfasis en el desarrollo exportador, apertura hacia las importaciones con tendencias a la liberalización y privatización del sector financiero, con un relativo descuido del mercado interno, una política salarial conservadora, minidevaluaciones, cautela en el gasto público y esfuerzos por atraer la inversión extranjera". Y continúa la misma publicación: "Se ha privilegiado la estabilización de la economía.... El crecimiento productivo por habitante está prácticamente estancado... Es más, está "pegada por alfileres.
1988 será también un año difícil y sobre todo un año de decisiones. La encrucijada para Costa Rica en 1988 no es sólo económica, sino también geopolítica y social. El camino que tome dependerá de su forma de reinserción en el mercado internacional y el proceso de paz.
¿Taiwanización o integración regional?El dilema podría resumirse entre la taiwanización o la integración regional en un nuevo MCCA (Mercado Común Centroamericano).
La taiwanización consistiría básicamente en fortalecer toda el área de exportaciones de Costa Rica, no sólo las exportaciones tradicionales y las no tradicionales, sino un nuevo conjunto de exportaciones basadas en parques industriales, zonas libres y servicios transnacionales. En este sentido Costa Rica intentaría ser el NIC (New Industrialized Country) de Centroamérica. Para ello, Costa Rica se apoyaría en las ventajas que le da la Iniciativa de la Cuenca del Caribe y en una especial relación económica y política lícita con Estados Unidos. Sería el país de la concentración de la ayuda para el desarrollo en Centroamérica y la plataforma de servicios transnacionales para el capital transnacional norteamericano, japonés y de algunos sectores europeos . Esto implicaría que Costa Rica se podría "librar de la dependencia" que tiene actualmente por su relación con el MCCA, como afirmó. Un alto funcionario de la Presidencia, Costa Rica se aprovecharía también de la crisis política y económica de Panamá, intentando que buena pare de los servicios transnacionales del país canalero pasasen a Costa Rica. Entre ellos, por ejemplo, los servicios bancarios, de seguros y un conjunto de actividades de maquila en nuevos zonas libres industriales y comerciales. Este proyecto sería ampliamente apoyado por la AID, por sectores del capital norteamericano y por el capital con carácter más financiero y transnacionales dentro de Costa Rica.
La alternativa regional, es decir, nueva integración al MCCA y un proyecto económico regional más integrado con América Latina sería la disyuntiva de esta encrucijada. Esta alternativa estaría basada más en el sector industrial y el capital más interno de Costa Rica, que intentaría aprovechar las ventajas comparativas que tiene Costa Rica en la reactivación y el nuevo desarrollo regional. Para ello debería reforzar su mercado interno, los vínculos regionales, e iniciar una reinserción internacional que implicase una diversificación de la dependencia desde propuesta comunes regionales.
Esta posición contaría con el apoyo de la Comunidad Económica Europea, y sobre todo de América Latina, como ha sido manifestado en la reunión de Acapulco, que intentaría integrar a Centroamérica y el Caribe en una propuesta de integración global económica latinoamericana. Por otro lado los países escandinavos y Canadá han demostrado un especial interés por un proyecto regional. Es significativo también que los países del CAME o COMECON han demostrado este interés por una regionalización económica de Centroamérica y en el mismo sentido se ha manifestado algunos grandes países de los NOAL.
Claramente, por tanto, percibe un dilema que supone no sólo un modelo económico, sino también un modelo político y geopolítico. Cada una de estas alternativas implica internamente una alianza social diferente. Por otra parte, ambas alternativas tienen distintas posiciones en relación con las gestiones de paz en Centroamérica. El retroceso de las negociaciones y de la mediación por la paz en Centroamérica sería el factor determinante para definir la inclinación hacia una de estas dos salidas. Los acuerdos de Guatemala son defendidos y favorecidos por los grupos que buscan la integración, un espacio regional y una relación económica y política con sus vecinos. Estos grupos perciben que Costa Rica tiene ventajas comparativas para aprovecharse de la paz en la región. Estos grupos también perciben que la paz en la región a suponer una reducción de al ayuda y del interés norteamericano por Costa Rica y que por tanto van a necesitar de un mercado regional ampliado y de la diversificación de la dependencia anteriormente mencionada.
Los grupos que favorecen una taiwanización de Costa Rica ven los acuerdos de Guatemala como un espacio para la revolución nicaragüense y un debilitamiento de su posible protagonismo futuro dentro de una recuperación de los grupos oligárquicos centroamericanos, que desean una especial relación económica y política con Estados Unidos. Además de estos intereses económicos consideran que el limitar, aislar y destruir a la revolución sandinista es fundamental para evitar el peligro de contaminación revolucionaria en toda la región de Centroamérica.
El diario "La Nación", en su editorial del 11 de diciembre, presentó es posición claridad: "Si el proceso de Contadora ayudó a afianzar los Sandinistas en el poder, el de Esquipulas II les ha proporcionado oxígeno en medio del ahogo político y económico.... Igual que Contadora, Esquipulas II es un instrumento de propaganda de las izquierdas y es antifaz de los sandinistas para mostrarse ante el mundo como gestores de paz.
El intento de separar a Nicaragua de Centroamérica y a Centroamérica de América Latina, que ha sido la política reciente de Estados Unidos en Centroamérica, se ha convertido en una obsesión para estos grupos de la derecha financiera costarricense. Esto permitiría ligar a Costa Rica estructuralmente con Estados Unidos convirtiéndola en la Taiwán tropical del "patio trasero" modernizado, donde Costa Rica pudiese jugar el papel de modelo económico, político e ideológico para el resto de la región. El triunfo de Esquipulas y la latinoamericanización de Centroamérica, junto con un proceso de integración centroamericano y de diversificación económica internacional, los consideran peligrosos para sus intereses económicos transnacionales y para su poder ideológico dentro de Costa Rica, manifestado actualmente a través de un control monopólico de los medios de comunicación. (Costa Rica es posiblemente el país con menos libertad de prensa y medios de comunicación en Centroamérica, debido a un monopolio informativo, monopolio que llega incluso a limitar las capacidades del propio gobierno de divulgar la política oficial).
El gobierno Arias ha mantenido una estrategia económica gradual sin definirse claramente en este dilema. Su prioridad ha sido mantener la estabilidad económica y política interna para consolidar la paz. Sin embargo, a pesar del tono conservador que ha predominado internamente en Costa Rica, las presiones norteamericanas, tanto políticas como económicas, han seguido creciendo a pesar de la declaración en contrario del Presidente Arias en su mensaje al país el 15 de febrero de 1988 defendiendo el Plan de Paz: "Han dicho que el Plan podría acarrear represalias económicas por parte de Estados Unidos. Nunca he recibido presión económica o comercial de esa nación, por el contrario la cooperación entre ambas naciones se ha estrechado más y más" (subrayado nuestro).
Esta rotunda afirmación del Presidente Arias ha contrastado con las manifestaciones de su amigo, el Senador demócrata norteamericano Christopher Dodd, que ha acusado a la administración Reagan de presionar económica y políticamente el gobierno Arias. El propio Embajador costarricense en Washington, Guido Fernández, y el propio Presidente Arias en su visita a Washington, han manifestado lo contrario cuando el Presidente Reagan intentó impedir la visita de Arias en aceptación de la invitación de Jim Wright para que visitase el Congreso estadounidense. Por otro lado, son ampliamente conocidas las presiones del BID, de la AID y la condicionalidad cruzada que se ha establecido sobre Costa Rica entre estas agencias el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
La fuerte reducción de ayuda norteamericana para Costa Rica en 1988 es una evidencia más de ello, sobre todo cuando se compara con la ayuda suministrada a El Salvador, Honduras e incluso a la misma Guatemala, que había estado discriminada de la ayuda norteamericana hasta muy recientemente. La ayuda especial que está recibiendo Costa Rica por parte de Europa viene en buena parte para compensar la reducción de la ayuda norteamericana, permitiendo así que Costa Rica tenga suficiente espacio económico para mantener su autonomía política en relación con las propuestas de paz.
A corto plazo: en busca de un nuevo consenso socialLa lección aprendida por Arias en 1987 y su contribución a Centroamérica ha sido la conciencia de la necesidad de un espacio, un tiempo y unas condiciones internacionales para Centroamérica y para su propio país y la lucha por ellos. Sin este espacio, tiempo y condiciones internacionales la paz se hace imposible en Centroamérica y también la gobernabilidad de su propio país queda en entredicho.
Los analistas de CEPAS (Centro de Estudios para la Acción Social), lo sintetizan de esta forma: "Un eventual repunte de la guerra y de la crisis económica en Centroamérica debilitaría al gobierno, fortaleciendo las opciones políticas de la derecha, tanto dentro del gobernante Partido Liberación Nacional como de la Opositora obligaría a mediano plazo a abandonar sus esfuerzos en la pacificación regional en favor de una mayor injerencia del gobierno de los Estados Unidos y de los organismos financieros multinacionales".
La paz de Centroamérica está por tanto involucrada con una visión y una identidad del futuro de Costa Rica. Las mayorías populares de Costa Rica deberían tomar en sus manos la defensa de ese espacio, de este tiempo y de esas condiciones internacionales, que implican para ellos el espacio nacional, la defensa de su identidad, de sus intereses y valores comunes con los otros pueblos y mayorías de la región.
La recuperación del espíritu de 1948, baqueteado por la presión norteamericana y los aliados de derecha internos, son componentes de este dilema en 1988. El fracaso de la derecha tica el 15 de enero de 1988, intentando torpedear Esquipulas III al desarrollar una ofensiva campaña contra Ortega ("Fuera Ortega"), fue una demostración clara del debilitamiento de la derecha como alternativa costarricense. La movilización de unas cuatrocientos personas que asistieron a la manifestación antisandinista, después de haber gastado más de 300 mil dólares en la campaña, indican que la identidad del pueblo tico se ha fortalecido con las posibilidades de paz de Centroamérica. El representante de "Costa Rica Libre" tuvo que confesar a los periodistas, al ver el fracaso: "También Cristo se quedó solo en su pasión". Como pequeño signo de esperanza encontramos que está comenzando a gestarse un inicio de acumulación de fuerzas populares, unitarias y amplias. La creación del Consejo Permanente de los Trabajadores (CPT), movimiento amplio y pluralista que reúne a sindicatos afiliados a las tres grandes federaciones sindicales internacionales, también es un signo en la misma dirección, indicando el nuevo consenso nacional costarricense.
En 1988 estarán en juego la estabilidad económica, la paz interna y regional y el papel futuro de Costa Rica en relación con la región. La alternativa aislada y transnacional de Costa Rica cada vez encuentra más obstáculos ante la debilidad de la derecha y la incertidumbre del modelo de exportaciones y taiwanización del país. Esta última se debe a la disminución de la ayuda norteamericana, a la debilidad económica de Estados Unidos en relación internacionales (Europa, Japón y América Latina), frente a la necesidad de unirse con un bloque latinoamericano para negociar la deuda.
El "buen año de Arias" en 1987 a nivel centroamericano e internacional le ha permitido jugar un papel que difícilmente podrá ser repetido en 1988. Arias supo aprovecharse del Irán-Contragate y de la pérdida de imagen y de poder política de la administración Reagan para ganar un espacio centroamericano e internacional, que a la vez le permitieron abrirse espacio interno. La política de "fuera manos de Centroamérica" dirigida básicamente al gobierno norteamericano y también a los grupos internos que miraban en la intervención norteamericana la posibilidad de incrementar su poder interno, le creó al Presidente Arias el espacio y el tiempo internacional e interno que no había tenido Costa Rica con la Presidencia de Monge.
En 1988 será necesario establecer una alianza regional que permita mantener ese espacio y condiciones internacionales. Por tanto, el gobierno Arias deberá elegir entre una combinación de alianzas 3 a 2 versus 4 a 1 en Centroamérica. La alianza 3-2 supondría una opción por Vinicio Cerezo y Daniel Ortega frente a dos Presidentes que están no sólo débiles, sino llegando a la fase final de su mandatos, Duarte y Azcona. Esto supondría por otra parte vincularse con más fuerza a la Comunidad Económica Europea y a América Latina, y consolidarse con un amplio apoyo popular dentro de Costa Rica. La alianza 3-2 supondría concentrarse en la conciliación y la creación de un pluralismo regional para lograr una nueva integración centroamericana.
Por otro lado, la alianza regional también pudiera ser la de un 4-1 donde se volviese a recrear la llamada "Comunidad Democrática Centroamericana", donde los cuatro países se uniesen para intentar aislar a Nicaragua. Evidentemente esta alianza regional tendría el apoyo de la administración Reagan y posiblemente de la próxima administración demócrata o republicana. Sin embargo, difícilmente conseguiría para Arias la posibilidad de mantener su imagen y liderazgo regional implicaría la consolidación de las posiciones conservadoras y de ultraderecha a nivel interno, el peligro de sustituir la conciliación por el servilismo, con la correspondiente pérdida de identidad cultural costarricense, base de su identidad nacional.
Los problemas son los mismos Los problemas, por tanto, para 1988 son básicamente los mismos que se superaron positivamente en 1987:
1. Mantener el protagonismo regional e internacional que consiga para Costa Rica el espacio político y la ayuda económica que le permita recuperar su proyecto histórico de 1948.
2. Lograr un consenso social interno a nivel económico y político.
3. Lograr definir una política de inserción internacional a mediano plazo que se compagine con la integración.
La resolución de estos problemas dependerá de hasta qué punto el gobierno de Arias persigue rodearse de la fuerza y de la identidad del pueblo tico para defender su proyecto nacional. Si no lo hace, si persiste en una política basada sólo en la autoridad del "elegido", a la larga carecerá de fuerza para defender la paz porque sus políticas financieras entregarán en contradicción con la tradición costarricense de cierta tendencia a compensar la desigualdad por el camino del bienestar redistribuido es totalmente. Para ser patriota costarricense, Arias no podrá evitar un resolución de dos políticas contradictorias: la de sometimiento financiero al FMI y la de independencia política respecto de los Estados Unidos.
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